Vol 3, No 1 (2018): Miradas antropológicas y relatos sobre el origen, los orígenes
Descripción de la publicación
Antes, no sabíamos que creíamos, hoy sabemos que ya no podemos creer”. El giro en la frase señala que el progreso está siempre presente. Y subsiste todavía a través de las astucias y contorsiones de sintaxis de los “posmodernos” que se vanaglorian de no creer más, reservando su ironía para la descripción de aquellos “que todavía creen”, se trata de pequeños juegos académicos reservados a quienes viven de la renta otorgada por aquello de lo que declaran descreer. De hecho, pienso que no podemos renunciar a la referencia al progreso, porque no tenemos elección: desde que la cuestión se nos plantea estamos definidos como herederos de esa referencia, quizás libres de redefinirla pero no de anularla. Y el interés de “sabemos que ya no podemos creer” es entonces el problema que anuncia esa frase. Saber que no se puede creer no significa “parar de creer”, desembarazarse de toda herencia –del tipo ‘ni visto, ni oído’, ‘fue un malentendido’, o ‘un error’ -, sino aprender a prolongarlo de otra manera” (…) ver hacia qué sensibilidades, riesgos o devenires nos puede llevar [esa otra manera]”. (Stengers, I. L’invention des sciences modernes, 2011, [1995]: 171, Flammarion. Traducción libre de Romero, S.)