Publicado 2025-12-19
Como Citar
Copyright (c) 2025 Laurence Tain, María Victoria Dahbar, Mariana Viera Cherro

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Resumo
La atención sostenida y creciente a las tareas reproductivas en las Ciencias Sociales y las Humanidades, así como en las discusiones de políticas públicas en nuestras regiones, obedece a una razón primordial: para existir, las sociedades deben garantizar su reproducción biológica (personas), social (instituciones) y cultural (ideologías) a través de estas tareas, muchas de las cuales no siempre han sido concebidas como trabajo, a pesar del tiempo y la energía que llevan. Alimentar, cuidar, gestar, sostener afectivamente, amamantar, han sido entendidas como actividades naturalmente devenidas de la condición femenina, y con ello exentas de esfuerzo. Como consecuencia, las sociedades han tendido a invisibilizarlas y desvalorizarlas. Los feminismos, por su parte, han reivindicado estas tareas haciendo visible, no solo su aporte a la reproducción de la especie y de las sociedades, sino también a la economía, a la producción de bienes materiales (Federici, 2013, 2018).1 Mayoritariamente, las mujeres y cuerpos feminizados invierten tiempo y energía de forma gratuita, para que el trabajador/obrero salga al mercado a vender su fuerza de trabajo. Con ello han mostrado cómo el capitalismo se sirve de este trabajo «gratuito» con fines de acumulación. Cuestionar y romper con la inercia de un sistema patriarcal que, habilitando la naturalización de las actividades reproductivas ha acrecentado la acumulación capitalista y las desigualdades de clase, ha sido un objetivo central de los feminismos de cuño materialista (Delphy, 1998; Federici, 2018, 2013; Haug, 2006; Scholz, 2019, 2020; Tain, 2013; Weeks, 2020).