Dossier
El
Sendero de la Sacerdotisa: Ritos de poder y sanación desde el sagrado femenino
en Tijuana.
The Path of the Priestess: Rituals of Power and
Healing from the Sacred Feminine in Tijuana.
O Caminho da Sacerdotisa: Rituais de Poder e Cura do
Sagrado Feminino em Tijuana.
Daniel
Valdez1 ORCID: 0009-0005-1247-5518
1 El Colegio de la Frontera Norte (El COLEF). dvaldez.desc2019@colef.mx
Resumen
Este trabajo se centra en
la intersección entre espiritualidad y salud, abordando la relación entre
prácticas no convencionales y el bienestar, particularmente en los círculos de
mujeres que practican el sagrado femenino en Tijuana. La investigación, basada
en una tesis doctoral, explora cómo estas mujeres, insatisfechas con los
modelos institucionales religiosos y biomédicos, buscan alternativas a través
de formaciones espirituales. Un caso destacado es el grupo Sagrado Femenino
Tijuana, que ofrece un curso denominado Formación de la Diosa, en el que las
participantes adoptan terapias alternativas para entender el cuerpo y las
emociones. El estudio examina las motivaciones y experiencias de
las mujeres que optan por esta formación, integrando saberes espirituales y
prácticas terapéuticas no convencionales en su vida cotidiana. A través de sus
trayectorias personales, se revela cómo estas mujeres vinculan sus cuerpos y
emociones con terapias alternativas, superando las concepciones tradicionales
de salud. La relevancia de esta investigación radica en su
contribución al conocimiento sobre la relación entre espiritualidad y salud en
contextos no convencionales. Al explorar las narrativas individuales y
colectivas de las mujeres que forman parte de estos círculos, el trabajo aporta
una comprensión más profunda de cómo estas prácticas responden a las
limitaciones de los modelos institucionales, enriqueciendo el diálogo académico
y social sobre estos temas.
Palabras clave: espiritualidad, salud, sagrado femenino.
Abstract
This study focuses on the intersection of spirituality and health,
addressing the relationship between non-conventional practices and well-being,
particularly within women's circles practicing the sacred feminine in Tijuana.
The research, based on a doctoral dissertation, explores how these women,
dissatisfied with institutional religious and biomedical models, seek
alternatives through spiritual training. A notable case is the Sagrado Femenino
Tijuana group, which offers a course called Formation of the Goddess, where
participants adopt alternative therapies to understand the body and emotions.
The study examines the motivations and experiences of women who choose this
training, integrating spiritual knowledge and non-conventional therapeutic
practices into their daily lives. Through their personal trajectories, it is
revealed how these women connect their bodies and emotions with alternative
therapies, transcending traditional health conceptions. The significance of
this research lies in its contribution to the understanding of the relationship
between spirituality and health in non-conventional contexts. By exploring the
individual and collective narratives of women involved in these circles, this
work provides a deeper understanding of how these practices respond to the
limitations of institutional models, enriching the academic and social dialogue
on these topics.
Keywords: Spirituality, Health, Sacred Feminine.
Resumo
Este trabalho se concentra na interseção entre espiritualidade e saúde, abordando
a relação entre práticas não convencionais e o bem-estar, particularmente nos
círculos de mulheres que praticam o sagrado feminino em Tijuana. A pesquisa,
baseada em uma tese de doutorado, explora como essas mulheres, insatisfeitas
com os modelos institucionais religiosos e biomédicos, buscam alternativas por
meio de formações espirituais. Um caso de destaque é o grupo Sagrado Feminino
Tijuana, que oferece um curso denominado Formação da Deusa, no qual as
participantes adotam terapias alternativas para entender o corpo e as emoções.
O estudo examina as motivações e experiências das mulheres que optam por essa
formação, integrando conhecimentos espirituais e práticas terapêuticas não
convencionais em seu cotidiano. Através de suas trajetórias pessoais, revela-se
como essas mulheres vinculam seus corpos e emoções com terapias alternativas, superando
as concepções tradicionais de saúde. A relevância desta pesquisa reside em sua
contribuição para o conhecimento sobre a relação entre espiritualidade e saúde
em contextos não convencionais. Ao explorar as narrativas individuais e coletivas
das mulheres que participam desses círculos, o trabalho oferece uma compreensão
mais profunda de como essas práticas respondem às limitações dos modelos
institucionais, enriquecendo o diálogo acadêmico e social sobre esses temas.
Palavras-chave: espiritualidade, saúde, sagrado feminino
Recibido: 23/09/2024
Aceptado: 21/03/2025
Introducción
La presente
investigación nace de la experiencia acumulada durante seis años de análisis de
la oferta terapéutica en la ciudad de Tijuana, Baja California, México, realizada
en el marco de una tesis doctoral (Valdez, 2022). Durante este tiempo se ha
efectuado un seguimiento detallado de los círculos de mujeres, tanto en
entornos digitales como presenciales, lo que ha permitido identificar cambios
significativos en estos grupos y evidenciar la importancia de estudiar un
movimiento espiritual tan diverso y liderado por ellas.
A raíz de la
pandemia de covid-19, se evidenció un cambio importante en la forma en que se
articulan las prácticas de sanación y espiritualidad, puesto que los entornos
digitales comenzaron a ganar una relevancia creciente para estos grupos. Con el
objetivo de seguir de cerca las actividades y transformaciones, se optó por
combinar la etnografía online con la observación en espacios presenciales.
La oferta
terapéutica holística en Tijuana se configura como un entramado dinámico en el
que se entrelazan diversas prácticas de sanación y expresiones espirituales, permitiendo
a los individuos integrar elementos de múltiples tradiciones para alcanzar un
bienestar integral. En estos espacios se emplean técnicas tales como la
armonización energética, el reiki, masajes holísticos, la alineación de
chakras, constelaciones y prácticas de psicomagia, lo que posibilita que cada
persona construya de forma personalizada su «menú» terapéutico (Valdez, 2018). Dichos
entornos, manifestados tanto en formatos presenciales como digitales, atienden
a una población en constante movimiento, que no solo busca el alivio de
dolencias físicas, sino también reconectarse con su dimensión espiritual
mediante rituales y técnicas variadas.
En este proceso,
los individuos dejan de ser receptores pasivos para convertirse en actores
activos en la configuración de sus propios procesos de sanación, participando
en prácticas comunitarias y compartiendo sus experiencias en espacios donde
convergen tanto lógicas mercantiles como de autoayuda. Esta dinámica facilita
la colaboración y la circulación de información entre quienes persiguen el
bienestar, y enriquece así la construcción de sus itinerarios personales de
sanación.
Asimismo, la
proximidad a la frontera contribuye con un influjo transnacional de símbolos,
creencias y técnicas, que se superponen a las tradiciones locales y permiten la
aparición de ensamblajes híbridos en los que se combinan aportes de diversas
culturas. Este flujo constante no solo enriquece la oferta terapéutica, sino
que también la impulsa a una continua reconfiguración y adaptación a los
cambios en el contexto social y cultural.
Por otro lado, se
han desarrollado espacios especialmente orientados al empoderamiento femenino,
como los círculos del Sagrado Femenino, donde se fomenta la conexión corporal y
el cuidado integral. En estos entornos, las mujeres participan en rituales que
integran danza, meditación y símbolos ancestrales, creando ambientes seguros y
propicios para el bienestar emocional, espiritual y físico. Así, la oferta
terapéutica holística en Tijuana se presenta como un sistema complejo y en
constante transformación, en el que la diversidad de opciones, la flexibilidad
en la adopción de prácticas y la integración de entornos digitales y
presenciales permiten a cada individuo ensamblar de manera única su camino
hacia la sanación.
El enfoque de este
estudio se centró en analizar los contenidos y datos relacionados con el
movimiento de buscadores espirituales, con especial énfasis en el trabajo de
las mujeres del grupo Sagrado Femenino Tijuana. Para recopilar la información,
se llevó a cabo una búsqueda exhaustiva en redes sociales y páginas de Facebook
relacionadas con el sagrado femenino y los círculos de mujeres. Se
seleccionaron aquellos espacios digitales que mostraban mayor actividad,
participación y difusión de eventos, de modo que se pudiera captar de forma
efectiva la dinámica de interacción y las prácticas emergentes. Esta estrategia
permitió delimitar el corpus del análisis, estableciendo un recorte temporal
entre finales de 2016 y finales de 2022, lo cual facilitó concentrar el estudio
en un marco definido y evitar la dispersión en un flujo informativo continuo.
La selección de
ciertos contextos, como el grupo Sagrado Femenino Tijuana, respondió a la necesidad de abarcar realidades
contrastantes dentro del movimiento. Por un lado, se analizó la oferta
profesionalizada y comercializada de terapias holísticas; por otro, se estudió
la experiencia colectiva y de ayuda mutua que se articula en espacios íntimos
de rituales y vivencias compartidas. La integración de entornos digitales y
presenciales, especialmente impulsada por los cambios derivados de la pandemia,
permitió seguir de cerca la evolución de estos grupos y captar la riqueza y
diversidad de la oferta terapéutica.
En suma, la
combinación de la observación en línea, el trabajo de campo presencial y el
análisis de narrativas biográficas (Andrews, 2002) ofreció una visión integral
del movimiento de buscadores espirituales en Tijuana. Se evidenció cómo los
individuos, mediante su participación activa y la integración de elementos
provenientes de diversas tradiciones, reconfiguran continuamente sus prácticas
de sanación para adaptarse a un contexto en constante transformación.
El «despertar
de la Diosa» y el sagrado femenino
En la actualidad,
diversos grupos espirituales han planteado el advenimiento de una nueva era[1]
que tiene entre sus propósitos la transformación de las relaciones sociales —incluidas las relaciones y roles establecidos para los
géneros— y la forma en la cual los sujetos se acercan a lo sagrado más allá de
las instituciones religiosas; colocando así la experiencia y las emociones como
ejes desde los cuales se construye la identificación y la práctica religiosa.
Dentro de la amplia gama de ofertas espirituales presentes en los contextos
latinoamericanos, existe una creencia acerca de la importancia de las mujeres,
que son consideradas como uno de los agentes principales para generar estos
cambios de conciencia. Esta creencia se basa en el llamado retorno de la
diosa o del sagrado femenino, en el cual se plantea el surgimiento de una
especie de feminismo místico que implica la toma de conciencia de las
potencialidades humanas con el fin de transformar los estándares sociales,
culturales e individuales que caracterizaron a la era masculina y así generar
relaciones más armónicas entre hombres y mujeres. De acuerdo con este discurso,
las mujeres tienen un papel protagónico en la construcción de una nueva era, y
es a través de retomar los conocimientos que se presumen olvidados —sobre todo
aquellos vinculados con la naturaleza— y la sensibilidad que se considera
propia de lo femenino, que los cambios se generarían no solo a nivel de la
conciencia y del espíritu individual, sino que tendrían la potencia de una
transformación a nivel cósmico (Ramírez Morales, 2016).
El término sagrado
femenino abarca un conjunto complejo de creencias e ideas que abarcan
múltiples perspectivas y un sentido profundamente diverso, lo que dificulta
definirlo y encasillarlo en una sola categoría. Este concepto se halla
arraigado en la cultura de la Diosa, la cual reconoce una fuerza creadora
femenina y se basa en tradiciones humanas muy antiguas, incluso hasta los
registros paleolíticos de veneración a figuras y representaciones femeninas.
Este enfoque también implica reconocer las culturas indígenas a lo largo de la
historia, que otorgan valor al equilibrio y la armonía con la naturaleza, en
especial con la Madre Tierra. El estudio de este movimiento femenino busca
profundizar en la feminidad en un contexto sagrado, revisitando la
espiritualidad desde una perspectiva femenina. Su finalidad consiste en forjar
una comprensión más amplia de lo femenino y ritualizar la vida de un modo que
trascienda las creencias religiosas convencionales, derivando en filosofías de
vida y maneras de estar en el mundo.
Ramírez Morales
(2016), nos dice que la idea de lo femenino divinizado se manifiesta en
diversos sectores de la matriz New Age y ha adquirido una resonancia creciente
en la sociedad actual. La autora también señala que uno de los pilares de este
discurso es el paso de la era de Piscis a la era de Acuario, lo cual conlleva
una modificación en la forma de concebir el mundo. En este sentido, la autora
puntualiza que la era de Piscis se vincula con rasgos típicamente masculinos ―como
la destrucción, el machismo y la supremacía de lo material y espiritual― mientras
que la era de Acuario, al reconocer en la mujer un potencial conciliador y
creador, pretende equilibrar las fuerzas «destructivas» de la etapa anterior
para fundamentar el amor y la solidaridad en las relaciones sociales.
Este discurso,
conocido como el retorno de la Diosa o del sagrado femenino, impulsa la toma de
conciencia de las potencialidades humanas con el propósito de modificar los
patrones sociales, culturales e individuales que definieron la era masculina,
lo que permitiría fomentar relaciones más armónicas entre hombres y mujeres. De
igual manera, Ramírez Morales (2016) explica que esta nueva conciencia se
relaciona de cerca con la protección de la tierra ―concebida como una gran
madre viva― y con la necesidad de equilibrar las energías opuestas, tanto
positivas como negativas, además de las masculinas y femeninas, presentes en
cada persona, reconociendo el poder transformador y creativo de las mujeres.
De acuerdo con la
autora, en este panorama el discurso del sagrado femenino otorga a las mujeres
un rol fundamental en la configuración de una nueva era. Así, se plantea que,
mediante la recuperación de conocimientos que se estiman perdidos ―sobre todo
aquellos asociados a la naturaleza― y a través de la valoración de la
sensibilidad propia de lo femenino, podrían generarse cambios que no solo
incidan en la conciencia y el espíritu individual, sino que también tengan la
capacidad de desencadenar una transformación de carácter cósmico. En
consecuencia, el retorno de la Diosa sostiene que la sensibilidad, el saber y
la corporalidad de las mujeres representan los ejes centrales para propiciar el
cambio y la sanación de las relaciones sociales.
Asimismo, Fernández
Martín (2021) nos dice que los valores esenciales de convivencia y la búsqueda
de una vida armoniosa entre todos los seres del planeta reflejan cualidades tradicionalmente
asociadas a lo femenino; en las mitologías de diversas culturas se evidencia la
presencia de la Diosa Madre, manifestada en formas y atributos tales como la
creación, la fertilidad, la nutrición, el cuidado y la protección, con nombres
como Gran Madre, Madre Tierra, Pachamama, Gran Diosa (Magna Dea) y Gaia. Esta
cosmovisión mágico-simbólica reconoce la divinidad en todas las cosas, incluido
el ser humano, y posiciona a las mujeres como portadoras y nutridoras de la
vida, donde el útero se erige como el símbolo central de su poder creativo y
transformador (Fernández Martín, 2021; Ramírez Morales, 2016).
Simonis Sampedro (2012)
describe el «Divino Femenino» como una dimensión ideal y real a la que
cualquier mujer puede acceder cuando busca conectarse consigo misma en el plano
cuerpo-espíritu o con lo que se entiende como la creación, el cosmos, el universo
o el todo. La autora expone que, a lo largo de la historia, la humanidad ha
recurrido a dioses surgidos de mitos para mediar esta conexión, y en este caso «la
Diosa» es el término que designa la mediación entre el ser mujer y el Todo. Al mismo
tiempo, resalta que, a diferencia de las creencias tradicionales en deidades ―sobre
todo en las monoteístas y patriarcales―, donde lo divino se concibe como
inalcanzable salvo mediante la trascendencia, la creencia en la Diosa se basa
en la inmanencia. Esto implica que lo divino habita en todos los seres y
objetos de la creación: desde una hoja o una roca hasta la habitación donde se
cocina, e incluso en la propia mujer. De esta manera, la Diosa se erige como
representación simbólica del «Divino Femenino», lo que, en palabras de Shinoda
Bolen, implica que la mujer es una Diosa.
También indica que
el «Divino Femenino» trasciende la mera esencia biológica o las funciones tradicionalmente
atribuidas al rol femenino en un contexto patriarcal, y abarca en cambio la
complejidad física, mental y espiritual propia de la experiencia de ser mujer
en nuestra cultura. Este planteamiento supera ideas limitadoras como esencia
de las mujeres o, de forma poética, el Eterno Femenino, conceptos
que han quedado obsoletos ante una visión más integral y renovada de la
feminidad (Simonis Sampedro, 2012). En este sentido, el concepto del «Divino
Femenino» se configura como una herramienta simbólica poderosa que permite a
las mujeres resignificar su identidad, su cuerpo y su espiritualidad desde una
perspectiva autónoma, inclusiva y profundamente transformadora.
Espiritualidad femenina en redes sociales
En la actualidad,
se observa un creciente movimiento cultural conocido como el despertar de la
Diosa, el cual ha ganado gran popularidad en Internet. Este movimiento no
se limita únicamente a mujeres debido a su identidad biológica, sino que
también involucra a hombres. Su objetivo principal es provocar un cambio en la
estructura sociocultural y espiritual, redefiniendo lo sagrado y transformando
las prácticas rituales cotidianas. Se propone una visión del cuerpo humano como
algo divino, un templo que materializa lo sagrado. Estas iniciativas de cambio
buscan integrar las enseñanzas y conocimientos ancestrales de diversas culturas
indígenas, explorando incluso los orígenes de la humanidad, donde se cree que
se veneraba a la Diosa y a lo femenino.
Este movimiento,
relacionado con la cultura de la Diosa y el sagrado femenino, ha generado
diferentes interpretaciones y seguidores. Por un lado, están aquellos que
sostienen la idea de un posible matriarcado original en la antigüedad, o al
menos un estilo de vida matricéntrico. Para muchas mujeres, esta perspectiva
implica un equilibrio entre lo femenino y lo masculino, alejándose así de la
dicotomía entre matriarcado y patriarcado que suele generar conflictos de
poder. Por otro lado, existen posturas que consideran el mito de la Diosa o la
divinidad femenina como un medio para promover un cambio en la conciencia
social, basándose en el inconsciente colectivo y sus arquetipos, con
fundamentos en teorías psicoanalíticas o junguianas para explicar esta nueva
forma de pensar, practicar la espiritualidad y experimentar la feminidad.
(Fernández Martín, 2021)
El grupo Sagrado Femenino de Tijuana (Imagen 1), fundado en 2013 por Susana
Corrales ―sacerdotisa de la Rosa de
Magdalena, sacerdotiza de Innana, doula y guía en círculos de mujeres―, se
reúne en el centro holístico Casa Daikini. Este colectivo se presenta como un
espacio íntimo de apoyo mutuo centrado en la energía femenina y los rituales de
sanación. Con unos 750 seguidores en
Facebook, su página funciona más como una
red de organización interna que como una plataforma de difusión comercial. Durante
las reuniones, las integrantes comparten saberes espirituales y experiencias
personales de sanación, aportando su propia «medicina», entendida como canto,
danza, rezos, arte, alimentos o pócimas. El grupo promueve relaciones
horizontales y fomenta un ambiente de intercambio, donde cada mujer contribuye
desde su vivencia particular con elementos terapéuticos para el bienestar común.
Imagen 1: Perfil de Facebook
Fuente: Sagrado Femenino Tijuana (2024)
En sus inicios, las
integrantes adoptaban un amplio abanico de prácticas y creencias ―que incluían
meditación, armonización energética de chakras, temazcales y oraciones de
origen católico― en combinación con tradiciones de la mexicanidad y el
neochamanismo, todo ello con el fin de avanzar en su autorrealización. Sin
embargo, con el paso del tiempo se produjo un cambio de enfoque motivado por la
búsqueda personal de la suma sacerdotisa Susana Corrales, quien, al asumirse
como bruja, encontró en el paganismo y la tradición wicca una forma de
espiritualidad más afín a su visión del poder femenino y a su necesidad de
crear rituales propios. En este proceso, la idea de hacer su propia magia y
su propia religión se vio reforzada por el uso de la rueda del año[2] (Imagen
2), un calendario empleado en la wicca y otras corrientes neopaganas que
celebra el ciclo estacional y la conexión de lo humano con la naturaleza. Según
Corrales, la incorporación de esta tradición no solo le permitió profundizar en
la noción de lo sagrado femenino, sino que también brindó a las integrantes del
grupo la oportunidad de concebir y realizar ceremonias personalizadas, en las
cuales cada mujer se reconoce como poseedora de un poder creador y
transformador.
Imagen 2: Representación gráfica de la rueda del año
Fuente: Amber (2020)
En este contexto,
la adopción de la rueda del año se vincula directamente con la revalorización
de ciclos naturales y agrarios, así como con la integración de diversas
deidades y símbolos ancestrales en la práctica cotidiana del grupo. Esta
perspectiva permite una mayor comprensión de la dimensión cíclica de la vida y
sitúa a las participantes en sintonía con los ritmos de la tierra, reforzando
su conexión con lo divino desde la inmanencia y la experiencia directa. Además de incorporar los elementos del paganismo (Imagen
3), Susana, en su rol de sacerdotisa, establece una distinción al clasificar a
las trabajadoras espirituales en tres categorías, cada una con un propósito
específico dentro de los círculos. Esta clasificación representa una
reinterpretación de la triple diosa del paganismo: doncella, madre y anciana
(Maiden, the Mother, and the Crone).
Imagen 3: Altar,
ritual de Samhain. Círculo de Samhain
Fuente: Sagrado Femenino Tijuana (2023b)
Nosotras
activamos lo que llamo los tres arquetipos mágicos dentro del ritual de sagrado
femenino que son la mujer medicina, la sacerdotiza y la bruja. La sacerdotiza
de sagrado femenino va a trabajar siempre con los tres arquetipos. La mujer
medicina es la que conecta con los elementos, la que escoje y se encarga de
escoger los rituales., la sacerdotiza es la que dirige el círculo, la que
levanta los altares y da los rezos y la bruja es la que estudió la que estudia
por ejemplo que es Beltane, de donde viene, pero todo lo hace en soledad. Ella
es la que se encarga de decir qué hacer y cómo se va a hacer porque es la que
tiene el conocimiento. (Susana Corrales, comunicación personal, 2024)
La mujer medicina es descrita como la conexión con los elementos de la
naturaleza y la responsable de elegir y preparar los rituales. Este arquetipo
enfatiza la relación íntima con el entorno natural y el conocimiento práctico
de las ceremonias. La mujer medicina es la guardiana de las tradiciones y la
que asegura que los rituales estén en armonía con los elementos naturales, u
rol es crucial para mantener la autenticidad y la integridad de las prácticas
rituales. La sacerdotisa, por otro lado, es la líder del círculo ritual,
encargada de levantar los altares y dirigir los rezos. Este arquetipo
representa la figura de autoridad y guía espiritual dentro del grupo. La
sacerdotisa crea y sostiene el espacio sagrado donde se llevan adelante los
rituales, asegurándose de que todos los participantes se sientan incluidos y
conectados. Su función es central para la cohesión del grupo y la fluidez del
ritual, ya que proporciona estructura y dirección. La bruja, según Susana, es
la erudita y estudiosa que trabaja en soledad para profundizar en el
conocimiento de las tradiciones y festividades (Imagen 4). Este arquetipo
simboliza el aspecto intelectual y académico del sagrado femenino. La bruja
investiga y aporta el conocimiento necesario para comprender y contextualizar
los rituales, para asegurar que las prácticas estén informadas y fundamentadas.
Su labor solitaria de estudio y reflexión es esencial para la preservación y
evolución del saber espiritual.
Imagen 4: Círculo de Samhain
En conjunto, estos tres arquetipos forman una tríada que permite a la
sacerdotisa del sagrado femenino operar de manera holística e integrada. La
mujer medicina, la sacerdotisa y la bruja no son roles independientes, sino
aspectos complementarios de una misma figura que se alternan y se superponen
según las necesidades del ritual y del grupo. Esta integración de roles subraya
la versatilidad y el compromiso de la sacerdotisa en su camino espiritual.
Entonces podemos observar cómo las prácticas del sagrado femenino están
estructuradas en torno a arquetipos que ofrecen un marco para entender y
desempeñar diversos roles espirituales. La complejidad y la diversidad de estos
roles reflejan una visión del liderazgo espiritual que es inclusiva y
multifacética, destacando la importancia de la conexión con la naturaleza, el
liderazgo comunitario y el conocimiento académico en la práctica religiosa.
La sanación
espiritual como proceso integral en el sagrado femenino
La enfermedad puede
concebirse como un suceso existencial que desata transformaciones en el plano
corporal, mental, emocional y social, que exigen la construcción subjetiva de
alternativas para su asimilación y manejo. A su vez, estas estrategias implican
la movilización de diversos «capitales humanos» (materiales, intelectuales y
afectivos) que se nutren de los marcos socioculturales en los cuales se
desenvuelve la persona (Puentes et al., 2015).
En este sentido,
dichos marcos socioculturales también están mediados por los grupos y sus
respectivos universos simbólicos. Dentro de estos sistemas de creencias,
algunos elementos se legitiman mientras que otros no, de modo que ciertas prácticas
de sanación espiritual o terapias alternativas pueden ser consideradas más
eficaces, influyendo ―o no― en la trayectoria de búsqueda del sujeto creyente a
lo largo del proceso salud-enfermedad-atención. Asimismo, la enfermedad no se
encuentra al margen de la estructura «espiritual-religiosa» de la realidad; en
varios universos simbólicos se interpreta como el resultado de la confrontación
entre el bien y el mal, donde el cuerpo asume el rol de campo de batalla.
«Es a partir de
este tipo de estructuración que es posible que la enfermedad se modele
estética, ética y cosmológicamente, de acuerdo con ciertos parámetros, sin
descontar la fuerza transformadora de la subjetividad en todos aquellos
procesos» (Puentes et al., 2015). Siguiendo la perspectiva de Csordas (2004),
al hablar de religión nos situamos frente a un vasto bagaje histórico y
cultural; sin embargo, delimitar un punto de partida puede facilitar la
comprensión de algunos rumbos. Al considerar la «religiosidad» y su posible
vínculo con la enfermedad, el panorama se vuelve aún más complejo, especialmente
cuando se añade la noción de espiritualidad. A menudo, ambos términos ―espiritualidad
y religiosidad― se emplean como sinónimos o se conciben en oposición (Puentes
et al., 2015).
De ahí surge la
importancia de explorar cómo estas dimensiones simbólicas influyen en el
bienestar. La intersección entre la construcción subjetiva de la enfermedad y
la experiencia religiosa abre la puerta a analizar sus repercusiones en la
salud mental y física. Así, el entramado cultural y espiritual no solo
condiciona la forma en que se modela la enfermedad, sino que también incide en
los mecanismos de afrontamiento y en la capacidad de las prácticas religiosas
para fomentar el equilibrio interno.
Los efectos de la
religiosidad sobre la salud mental se han estudiado más profundamente que los
relativos al ámbito físico. La asistencia a prácticas religiosas parece
amortiguar los efectos del estrés sobre la salud mental… Existen
investigaciones que han analizado los efectos de la religión sobre la patología
depresiva. Desde esta perspectiva, diversos estudios prospectivos han
manifestado que la actividad religiosa podría asociarse con remisión de la
depresión (Valiente-Barroso y García-García, 2010). Grupos contemporáneos, como
los círculos de mujeres que practican el sagrado femenino, se enfocan en
procesos de sanación interior a través de la meditación, el diálogo emocional y
el desarrollo personal. Estos espacios promueven la autoexploración y la reconexión
con el propio ser, alentando a sus miembros a enfrentar traumas, manejar el
estrés y cultivar la paz interior. Este cambio de enfoque refleja una
comprensión más amplia de la salud y el bienestar, donde la armonía emocional y
la resiliencia mental son vistas como componentes fundamentales de la sanación
espiritual.
Según Ukaski
(2008), la medicina en sus inicios poseía una dimensión religiosa, ya que los
médicos, quienes se comprometían a seguir a Esculapio (Asclepios), el dios de
la medicina y la curación, creían que los dioses eran la fuente de toda energía
sanadora. Su veneración y las relaciones adecuadas con el creador del mundo
eran considerados aspectos esenciales para llevar una vida saludable. En este
contexto, las sacerdotisas del sagrado femenino recuperan esa dimensión
religiosa en la salud al retomar la creencia de que la energía curativa
proviene de las deidades o del universo mismo, integrando así la espiritualidad
en los procesos de sanación.
La sacerdotisa del
sagrado femenino es vista como una acompañante en el proceso, en lugar de como
una sanadora, ya que se reconoce que el potencial sanador reside dentro del
individuo y este potencial puede ser activando de igual forma con la ayuda de
la energía universal donde la sacerdotiza de sagrado femenino se convierte en
un puente por donde pasa esta energía y que conecta al mundo espiritual con el
material.
La parte de la salud y la enfermedad desde el sagrado
femenino más que pensar como en la parte de sanar, yo creo que es un
acompañamiento, un acompañamiento para recordarle a las personas ya sea una
comunidad o un grupo de personas como el de sagrado femenino, para recordarles
que ellas tienen el poder de sanarse a sí mismos nosotros no vamos a sanar a
nadie, vamos a recordarles como sanar, pero para eso ya debieron llegar a un
punto, a un proceso donde ya nos reconocimos y recordamos que tenemos ese poder
nosotros mismos y es guiarlos en ese acompañamiento para sanar. (Karina, comunicación personal, 2024)
Desde la perspectiva del sagrado femenino, la noción de salud y enfermedad
se redefine en términos de autoempoderamiento y autoconciencia más que en la
intervención directa o en la curación impuesta por una figura externa. En este
enfoque, la salud no se ve únicamente como la ausencia de enfermedad, sino como
un estado de equilibrio y armonía interior que las personas deben descubrir y
cultivar por sí mismas. En otras palabras, la salud no es estática, no se entiende como un proceso un estado
fijo, es, en realidad, un proceso en constante cambio (Guerrero y León 2008). La enfermedad, en lugar
de ser una entidad que necesita ser erradicada por medios externos, es vista
como una señal o una oportunidad para el crecimiento personal y el
autoconocimiento.
El sagrado femenino
impulsa la autoexploración y el autorrecuerdo como vías de sanación, presentando
a las sacerdotisas más como guías que como sanadoras. Su labor consiste en
acompañar a las personas a reconocer su poder innato para equilibrarse, ofreciendo
el apoyo necesario para que cada individuo acceda a sus propios recursos
internos. De este modo, la verdadera sanación emana de la capacidad de cada
quien para restablecer su armonía interior, mientras que el sagrado femenino
colabora en desbloquear y activar ese potencial. También la
enfermedad es entendida por algunas sacerdotizas como una herencia generacional
de la que el individuo no puede escapar y es por ello que se enfatiza el
trabajo individual y la función de la sacerdotiza de sagrado femenino de acompañante
durante este proceso. La aparente contradicción entre la dimensión individual y
la herencia generacional se atenúa al reconocer que el trabajo personal puede
tener repercusiones en planos colectivos y ancestrales. En línea con la teoría
de Carl Jung, cuyo concepto de inconsciente colectivo (Jung, 1959) sostiene que
existen contenidos psíquicos compartidos entre generaciones, la sanación
individual adquiere un sentido más amplio al incidir en patrones heredados que
trascienden al propio individuo.
En este momento me doy cuenta que nuestros
antepasados nos van heredando, nos van heredando así como nos heredan nuestros
rasgos como por ejemplo te dicen te pareces a tu bisabuela tienes el color de
piel, tienes la estatura, tienes el cabello, exactamente vienen heredando como
sus traumas, sus dolores. Porque es algo como del alma en el cuerpo El dolor
viene ya heredando y a la hora que no los entregan, vienen diciendo sabes que
yo no pude con ello, pero ahí te lo aviento en tu herencia y ya tienes la fuerza
para romperlo. (Yuli, comunicación personal, 2024)
El extracto de la
entrevista ofrece una perspectiva fascinante sobre la transmisión de
enfermedades y malestares desde una visión espiritual, destacando que los
traumas y dolores de los antepasados se heredan de manera similar a los rasgos
físicos. Yuli (comunicación personal, 2024) sugiere que, así como heredamos
características como el color de piel, la estatura y el cabello, también
recibimos las experiencias emocionales y espirituales de nuestros ancestros, lo
que implica una conexión profunda en la que el legado ancestral abarca no solo
aspectos visibles, sino también cargas emocionales y espirituales.
Yuli describe esta herencia de traumas y dolores como
algo que pertenece al alma en el cuerpo. Esto sugiere una visión
holística del ser humano, donde el cuerpo y el alma están intrínsecamente
conectados. En este marco, los dolores y traumas no resueltos de los
antepasados se transmiten a los descendientes, impactando su bienestar
emocional, físico y espiritual. Esta perspectiva resalta la importancia de
reconocer y trabajar con estas herencias emocionales para romper ciclos de
dolor y sanar a nivel profundo.
La idea de que los antepasados «entregan» sus traumas y dolores
a las generaciones futuras porque no pudieron manejarlos ellos mismos sugiere
un sentido de responsabilidad compartida y de continuidad intergeneracional.
Yuli menciona que estos legados dolorosos son transmitidos con la esperanza de
que los descendientes tengan la fuerza para romper estos ciclos. Esta visión refleja cómo las creencias y prácticas
espirituales pueden influir en la comprensión de la salud y el bienestar. La
idea de heredar traumas y dolores de los antepasados subraya la importancia de
las prácticas espirituales y rituales en el proceso de sanación. Al abordar
estos legados ancestrales a través de rituales y prácticas espirituales, los
individuos pueden trabajar para sanar no solo a sí mismos, sino también a sus
linajes familiares, creando una conexión más profunda con sus raíces y una
comprensión más completa de su identidad.
Al mismo tiempo, el
proceso de sanación en las espiritualidades alternativas se configura en
múltiples dimensiones que integran la experiencia de la persona, la
reconfiguración del self y la materialidad del individuo. En un primer
nivel, se incorporan las narrativas sociales y culturales que constituyen la
identidad, mientras que en otro se refleja la experiencia subjetiva y la
memoria ancestral, lo que permite transformar los traumas heredados en recursos
para el empoderamiento. De manera paralela, se reconoce la interacción del
cuerpo y sus procesos biológicos con las vivencias emocionales, estableciendo
un vínculo dinámico entre lo interno y lo externo.
Esta articulación
de dimensiones posibilita concebir la sanación como un viaje de
autoconocimiento en el que lo personal se enriquece con lo colectivo, superando
la dicotomía entre lo individual y lo generacional, al reconocer y trabajar con
los legados emocionales y espirituales de generaciones pasadas, el proceso de
sanación se expande y se transforma en una herramienta capaz de aliviar el
sufrimiento individual y reconfigurar la relación con el pasado. La integración
de la memoria ancestral en el proceso de individuación permite que el self se
reconfigure a partir de la asimilación de experiencias y símbolos heredados, abriendo
un espacio para la transformación tanto a nivel personal como colectivo.
Además, la salud y el bienestar se entienden como estados en constante cambio,
donde la reconexión con los legados ancestrales y la activación de nuevas
narrativas emocionales posibilitan una experiencia de sanación profunda y
holística.
Emociones y
sanación, el componente afectivo en la praxis del sagrado femenino
La comprensión de
las emociones y los sentimientos resulta esencial para adentrarse en fenómenos
complejos como la espiritualidad y la sanación. Numerosos autores han abordado
este tema desde enfoques que van de lo biológico-cognitivo a lo sociohistórico
y antropológico. Hernández (2019) señalan que el análisis de las emociones se
fundamenta en la identificación de reacciones biológicas que involucran
estructuras cerebrales y procesos cognitivos, lo cual ha permitido abrir nuevas
líneas de investigación en torno a la interacción entre cognición y respuesta
afectiva. En una línea similar, Hernández Andrade (2020) diferencia entre
emociones y sentimientos al conceptualizar las primeras como alteraciones del
ánimo intensas y pasajeras, acompañadas de respuestas somáticas, y los segundos
como el efecto de sentir o la percepción consciente de dichas reacciones, enfatizando
la complejidad de los procesos afectivos y la necesidad de considerar tanto los
aspectos fisiológicos como los componentes de contenido conceptual.
Desde otra
perspectiva, Buitrago (2021) argumenta que, aunque en algunos planteamientos se
ha afirmado que las emociones y los sentimientos son conceptos intrínsecamente
vinculados, es posible establecer una diferenciación clara: los sentimientos,
según su propuesta, no constituyen parte esencial de las emociones, lo que abre
la posibilidad de definir una nueva categoría de estado afectivo basada en la
penetrabilidad cognitiva y el contenido conceptual. Por otro lado, Calderón
Rivera (2014) propone las nociones de dimensión afectiva y universos
emocionales, y destaca que la experiencia de los sentimientos se configura en
contextos culturales específicos que influyen en la forma en que se expresan y
se viven las emociones. Complementariamente, Bolaños Florido (2016) resalta que
la incorporación de emociones y sentimientos como categorías de análisis
sociohistóricas en las ciencias sociales ha permitido replantear la relación
entre elementos físicos, hábitos psíquicos y formas culturales, enriqueciendo
la comprensión del fenómeno afectivo.
Asimismo, Zárate
Castillo et al. (2017) enfatizan la importancia de la interacción social en la
conformación de las vivencias emocionales, y subrayan que los procesos de
construcción colectiva de estos estados afectivos son fundamentales para
entender su significado en el contexto social. Por su parte, Fernández Poncela
(2011) ofrece una perspectiva teórica que distingue entre emociones, entendidas
como lo que se experimenta, y sentimientos, vistos como la percepción
consciente de dichas experiencias, lo que permite una integración conceptual
que abarca diversas dimensiones del afecto. Finalmente, Bourdin (2016) destaca
la naturaleza multidisciplinaria del campo de la antropología de las emociones,
evidenciando la necesidad de considerar enfoques que trasciendan definiciones estrictamente
psicológicas.
En el marco de las
prácticas espirituales, la figura de la sacerdotisa emerge como un símbolo de
conexión con lo sagrado y la capacidad de sanar a otros. Sin embargo, esta
labor no se limita a la acción externa; requiere de un profundo trabajo
interior que parte del reconocimiento y manejo de las propias emociones. Así,
el proceso de sanación se concibe como un camino de autodescubrimiento, donde
la introspección y la autointegración se convierten en pilares fundamentales
para guiar a otros de manera auténtica y efectiva. Esta visión coincide con
planteamientos que subrayan la importancia de la experiencia personal y la
transformación interna como base para la práctica terapéutica y el
acompañamiento espiritual.
La sacerdotisa, en
muchas de estas tradiciones, representa un modelo de sanación y transformación,
ya que ella misma atraviesa un proceso similar de introspección y
autoconocimiento. Su experiencia refleja la creencia de que el sanador debe
primero sanar a sí mismo antes de poder guiar a otros en su propio proceso de
curación. Así, el sagrado femenino enfatiza la interrelación entre la
autosanación y la capacidad de asistir a otros, sosteniendo que la autenticidad
del proceso terapéutico radica en la experiencia personal y la capacidad de
integrar el proceso de sanación en la propia vida del practicante. Todo lo
anterior se evidencia en las palabras de Yuli (comunicación personal, 2024),
quien señala la relevancia de priorizar el trabajo interno y personal antes de
conectar con los demás. De acuerdo con su testimonio,
Todo lo que haces en el sagrado femenino eres
primero tú, primero integra, primero haces la psicomagia en ti y ves las
alternativas, pero es enriquecedor porque por ejemplo yo soy un mundo y tengo
una visión del mundo, pero también tengo una compañera que ella misma es un mundo
y tiene su visión y entonces nos enriquecemos, conocemos sus mundos y también
conocemos otros mundos de personas que pueden llegar a nuestra vida, conoces
otras formas de estar y sentir, pero por ejemplo yo no lo siento, pero puedo saber
cómo se siente porque esta otra lo siente y lo vive entonces es real, pero
también lo dices no comparto tu emoción no porque no me importe es porque no la
siento, pero te sostengo, no sé qué hacer, pero estoy aquí para sostener esa
tristeza esa soledad, pero aun así no te quito el poder de sentirla, porque al
tú sentirla te recuerdas que estás en la tercera dimensión trabajando la
materia. (Yuli, comunicación personal, 2024)
El intercambio emocional dentro del sagrado femenino es presentado como una
experiencia de enriquecimiento mutuo. Yuli describe cómo cada persona es un mundo
con su propia visión y emociones, y al compartir estas perspectivas, se crea
una red de apoyo y comprensión. Este proceso de conocer y aprender de los
mundos de otras personas fomenta un ambiente de empatía y crecimiento
colectivo. La conexión con otras mujeres permite experimentar y validar
emociones que, aunque no se sientan personalmente, son reconocidas como reales
y significativas.
La idea de sostener a alguien sin quitarle el poder de sus emociones es
central en la narrativa de Yuli. Ella reconoce que al permitir que alguien
sienta plenamente su tristeza o soledad, se le recuerda su conexión con la
realidad material y su proceso de trabajo emocional en la tercera dimensión (en
referencia al mundo material). Esto resalta una filosofía de respeto y
empoderamiento emocional, donde se valida y se honra la experiencia individual
sin tratar de cambiarla o disminuirla.
Es importante destacar que, desde la perspectiva del sagrado femenino, las
emociones son vistas como componentes fundamentales de la experiencia humana
que influyen en todos los aspectos de la vida. En este enfoque, se reconoce que
las emociones están implícitas en cada acción y que su manejo puede ser una
expresión del proceso interno de crecimiento personal y espiritual. Reprimir
las emociones no solo es una cuestión individual, sino que puede limitar el
potencial de sanación y desarrollo personal. El sagrado femenino, en lugar de
negar o evitar las emociones, las incorpora como elementos esenciales del viaje
hacia el autoconocimiento y la transformación.
Las emociones están implícitas en todos los seres,
cada cosa que hagamos hay una emoción de por medio, el que la reprimas ya es
algo personal, en el sagrado femenino el trabajo depende se los círculos y las
estaciones, se trabaja con los ciclos de la madre tierra, por ejemplo, en este
momento no encontramos en una etapa de obscuridad y aquí es donde vemos que
emociones o herramientas vamos a trabajar para poder superar este período de
obscuridad. El trabajo se concentra en aceptar esa emoción y ver que es lo que
puedo hacer con ella, por ejemplo, es, acepto mi emoción y me pregunto ¿Puedo
vivir con ella porque me va ayudar en algo? O también esta emoción la depuro
para convertirla en otra cosa o dejar ese espacio interno para otra cosa.
Depende de la visión de cada quien, y en el círculo de sagrado femenino también
depende de la estación en la que nos encontremos, porque cada estación tiene
una energía que está disponible y es la energía que se usa para transformar lo
que tenemos en ese momento… Debemos aceptar las emociones, honrarlas y
tratarlas de entender para trabajar en ello, no se separan en emociones
positivas o negativas. (Karina,
comunicación personal, 2024)
El trabajo con las emociones en el sagrado femenino se enmarca en un
contexto cíclico, alineado con los ciclos de la madre tierra y las estaciones
del año. Cada estación y cada fase del ciclo femenino ofrecen una energía
particular que influye en la forma en que se experimentan y se gestionan las
emociones. En una etapa de obscuridad, por ejemplo, el trabajo emocional se
centra en aceptar y explorar las emociones que emergen durante este tiempo. La
aceptación y la reflexión sobre cómo estas emociones pueden contribuir a
nuestro crecimiento personal se convierten en prácticas centrales.
El enfoque del sagrado femenino también enfatiza la importancia de
transformar las emociones en lugar de simplemente gestionarlas. Los círculos de
mujeres se tratan de reuniones de mujeres
en círculo que, tras crear una atmósfera ritualizada y sensorial, de un
espacio-tiempo fuera del espacio y el tiempo normativizados, mediante la
meditación, la reflexividad y la búsqueda de bienestar, construyen un lugar
íntimo y relajado, de sororidad y complicidad, en el que compartir vivencias,
experiencias y emociones sin que estas estén mediadas por los juicios… Una de
las reglas no escritas es que lo que se dice en el círculo se queda en el
círculo: el círculo se construye como un espacio seguro para las mujeres. Este
rasgo de confidencialidad puede explicar por qué las mujeres que asisten a él
no suelen conocerse entre sí ni fomentan la sociabilidad entre ellas fuera de
los círculos: se propicia el anonimato y la discrecionalidad. El aspecto
terapéutico y de cosanación de estos círculos también es esencial, por eso se
busca desde el principio la cercanía física y simbólica entre mujeres, la
ausencia de jerarquía y respeto por la voluntad individual, y se ofrece el
acompañamiento para la liberación de bloqueos emocionales. (Vigna y
Pastor-Talboom, 2023).
En los círculos de
mujeres, es común encontrar un altar (Imagen 5) en el centro del espacio. Este
puede estar compuesto por una variedad de objetos que cambian según la ocasión,
pero suelen incluir símbolos de los cuatro elementos, imágenes de la Diosa,
conchas marinas, hojas, flores, ramas, plumas, semillas, piedras, cristales y
pequeñas esculturas que representan vulvas, vaginas y úteros. Además, es
habitual que el ambiente se complemente con el aroma de incienso y música de fondo,
como cánticos, cuencos tibetanos o mantras. (Vigna y Pastor-Talboom, 2023). Las
diosas que se «rescatan» y se «incorporan» en los altares de los círculos de
mujeres son apreciadas en la medida en que son figuras seleccionadas por ellas mismas,
en contraste con las que han sido impuestas por el judeocristianismo. Estas
deidades se convierten en referentes para facilitar el deseado proceso de
transformación personal. (Sarrazin y Mira-Sarmiento, 2022).
Imagen 5: Altar, ritual de Ostara. Círculo de Ostara
Fuente: Sagrado Femenino Tijuana (2023a)
Las prácticas en los círculos del sagrado femenino buscan no solo aceptar
las emociones, sino también cuestionar su propósito y utilidad. Se trata de
reflexionar sobre si una emoción puede ser vivida de manera constructiva o si
es necesario depurarla para convertirla en una energía más positiva. Este
proceso de transformación emocional está íntimamente ligado a las energías
disponibles en cada estación, que proporcionan el apoyo necesario para este
trabajo interno. Lo anterior sugiere que el sagrado femenino promueve una
visión integradora de las emociones, donde no se hace una distinción rígida
entre emociones positivas y negativas. En lugar de categorizar las emociones,
se les honra y se les da un lugar en el proceso de sanación. Este enfoque
permite un manejo más flexible y holístico de las emociones, que reconozca que
todas las emociones tienen un valor y una función en el proceso de
transformación personal y espiritual. Así, el trabajo emocional en el sagrado
femenino se convierte en una práctica de aceptación, comprensión y
aprovechamiento de las energías internas y externas disponibles.
Debemos honrar las emociones y reconocerlas, creo que cuando
aprendes a honrarlas y reconocerlas, muchas veces cuando estás en caos no lo
puedes ver, es difícil hacerlo ver a una persona que va iniciando el camino
porque no va a saber cómo digerirlo, cuando uno va iniciando hay que honrarla
por ejemplo diciendo quiero llorar o estoy enojada, lo importante es
reconocerla y sentirla no envuelvas una emoción en otra, te preguntas ¿realmente
estoy enojada? Entonces puedes decir ok ya sé lo que tengo. Entonces te
permites sentirla, puedes escribir, cortar, hacer ejercicio, liberarte, pero
una vez que te depuras hay algo que debe ocupar ese espacio que quedó vacío,
porque si no va a volver ocuparlo lo mismo, tienes ubicar una nueva emoción en
ese espacio que dejas. (Yuli,
comunicación personal, 2024)
Esto pone de relieve la importancia de honrar y reconocer las emociones
dentro del contexto del sagrado femenino. Yuli enfatiza que aprender a aceptar
y validar las emociones es esencial para el crecimiento emocional. Ella
menciona que, en momentos de caos, es especialmente difícil identificar y
procesar las emociones, lo cual puede ser un desafío significativo para quienes
recién comienzan su camino de autoconocimiento y sanación. Este reconocimiento
inicial de las emociones, según ella, es un paso crucial para comprender y
manejar el caos interno. Además, Yuli sugiere que el primer paso para manejar
las emociones es simplemente reconocerlas. Expresar emociones como la tristeza
o la ira, y validarlas como experiencias auténticas, permite a las personas
enfrentar lo que están sintiendo en su totalidad. Preguntarse «¿realmente estoy
enojada?» es una forma de autoevaluación que ayuda a clarificar los
sentimientos. Este proceso de reconocimiento es fundamental para que las
personas se permitan sentir y procesar sus emociones sin juzgarlas o
suprimirlas.
Una vez que las emociones han sido reconocidas y permitidas, Yuli describe
varios métodos para liberarlas, como escribir, cortar, hacer ejercicio, entre
otros. Estos actos de liberación son formas de depuración emocional, que ayudan
a vaciar el espacio emocional cargado por sentimientos negativos o intensos. La
depuración es vista como una fase necesaria para evitar la acumulación de
emociones no procesadas, lo que podría llevar a un ciclo repetitivo de las mismas
experiencias emocionales. Yuli también destaca la importancia de reemplazar las
emociones liberadas con nuevas emociones positivas o constructivas. Si el
espacio vacío no se llena con nuevas experiencias emocionales, existe el riesgo
de que las emociones negativas vuelvan a ocupar ese lugar. Este proceso de
reemplazo emocional es crucial para mantener un equilibrio emocional saludable
y evitar recaídas en patrones emocionales destructivos.
Podemos interpretar que lo anterior presenta una visión sobre cómo las
prácticas del sagrado femenino abordan el trabajo emocional. La validación y la
liberación emocional, junto con la introducción de nuevas emociones positivas,
son prácticas que reflejan un enfoque integrador y holístico de la sanación
emocional. Este enfoque subraya la importancia de reconocer y honrar las
emociones como parte del camino hacia el bienestar emocional y espiritual, destacando
cómo las prácticas religiosas y espirituales pueden ofrecer herramientas
valiosas para la gestión emocional y la sanación.
Dentro del grupo Sagrado
Femenino Tijuana se lleva a cabo un trabajo emocional que puede compararse con
la terapia hablada o las constelaciones familiares, donde el individuo
reinterpreta eventos de su vida durante los rituales, lo que conduce a una
aparente sanación emocional.
Tratamos de ponerle a las emociones un nombre general
o lo relacionamos con un evento por ejemplo si tenías un proyecto super
importante y es momento de soltarlo o si tuviste un evento que te provocó algún
trauma y es momento de soltar todo eso que sentiste, pero no quiere decir que
lo eliminas no hacemos exorcismos, eso no, no lo rechazas, no lo peleas va a
desaparecer, ¿Dónde lo quieres poner?, ¿Lo quieres poner en un lugar en ti?
Pero va a ser en un buen lugar, un buen lugar dentro de ti o lo dejas que esto
es lo que me gusta porque es más espiritual en el lugar del perdón absoluto, ya
no está en ti, no vive en tu cuerpo, visualizalo como un lugar en el mundo
espiritual que está para que pongas todo eso ahí, todo lo que no quieres en tu
vida o que no quieres integrarlo por ahora, y lo pones en el lugar del poder
absoluto y del amor incondicional…y no es tuyo el lugar del perdón absoluto no
es tuyo, está lo de todos, es un lugar en el espacio para todos (Susana Corrales, comunicación personal, 2024)
Esta perspectiva
propone una forma simbólica y consciente de gestionar las emociones,
otorgándoles un nombre y una narrativa que las vincule con experiencias vitales
significativas, como traumas o pérdidas. Lejos de buscar su eliminación, se
invita a «soltarlas» y darles un lugar interno adecuado, entendiendo que no
desaparecen, sino que pueden resignificarse. Para ello, se sugiere imaginar un
espacio espiritual compartido, basado en el perdón absoluto y el amor
incondicional, donde las emociones difíciles puedan integrarse con compasión.
Así, el acto de liberar no implica rechazo, sino transformación, y facilita un
proceso de alivio emocional profundo y sostenido. La
manera en que se aborda el trabajo con las emociones en este modelo puede ser
interpretada como una reinterpretación de diversas técnicas psicológicas
utilizadas en el manejo del duelo patológico. Herrera Rodríguez (2022) dice: «La
enfermedad que se origina por un duelo no resuelto tiene, por decirlo de alguna
manera, una misión en la vida de las personas» (p. 67). Según esta perspectiva, tales enfermedades tienen una
misión en la vida de las personas, ya que actúan como señales que nos
instan a confrontar y sanar heridas profundas.
Desde esta mirada,
las emociones no son solo reacciones individuales, sino mensajes que emergen
del cuerpo y del alma para ser atendidos con conciencia. El sagrado femenino,
al integrar lo simbólico, lo ritual y lo terapéutico, brinda un espacio para
escuchar esas señales y transformarlas en oportunidades de crecimiento. De esta
forma, el trabajo emocional se convierte en un camino espiritual, donde sanar
no significa olvidar o borrar el dolor, sino resignificarlo y encontrar en él
un propósito profundo que impulse la evolución personal y colectiva.
A modo de conclusión
El análisis del
grupo Sagrado Femenino Tijuana ofrece una mirada compleja y enriquecedora sobre
el impacto de las prácticas espirituales y rituales en la vida de las mujeres y
sus comunidades. Se evidencian conexiones profundas entre la tradición ancestral,
el empoderamiento femenino y la relación con la naturaleza, consolidando al
sagrado femenino como un campo fértil para la exploración espiritual
contemporánea. Este movimiento se presenta como una relectura moderna
de antiguas veneraciones a la Diosa, ya que elementos de la tradición wicca y
de la rueda del año, que permiten a las mujeres reconectar con sus energías
internas y con los ciclos de la tierra. Tal reinterpretación mantiene vínculos
con el pasado, pero se adapta a nuevas formas de espiritualidad personalizada.
La incorporación de
arquetipos como la doncella, la madre y la anciana refleja una síntesis entre
lo ancestral y lo actual, lo que posibilita que cada participante adapte los
rituales a su propia experiencia vital. Esta flexibilidad ritual contribuye a
una práctica espiritual diversa y significativa. Asimismo,
el trabajo de campo revela los retos que enfrenta un investigador varón al
estudiar espacios de espiritualidad femenina. La empatía, el respeto y la
escucha activa se vuelven fundamentales para acceder a las experiencias
internas de las participantes, más aún cuando el conocimiento se transmite principalmente
a través de sus voces y no mediante observación directa.
Otro eje relevante
del estudio es la sanación emocional como parte central del sagrado femenino.
Las prácticas rituales, combinadas con herramientas como la psicomagia,
permiten a las mujeres enfrentar y liberar sus emociones, reforzando
un enfoque de sanación personal guiada por la figura de la sacerdotisa. Esta
integración de elementos espirituales y terapéuticos da lugar a un enfoque
holístico de la sanación, donde lo simbólico, lo emocional y lo ancestral se
articulan para transformar el sufrimiento. En este sentido, el sagrado femenino
va más allá de lo religioso, configurándose como una vía de autoconocimiento y
empoderamiento en lo cotidiano. Finalmente, estos movimientos
generan formas de comunidad que promueven la solidaridad y el crecimiento
colectivo. La espiritualidad femenina no solo reconfigura la relación de las
mujeres con lo sagrado, sino que también ofrece nuevas formas de estar en el mundo
desde una dimensión sensible, ritual y transformadora.
Referencias
Amber, K. (2020). Cycles of celebration. Pluralism
Project. https://pluralism.org/cycles-of-celebration
Amaral, L. (1999). Sincretismo em movimento. O estilo Nova Era de lidear
com o sagrado. En M. J. Carozzi (Org.), A nova era no Mercosur
(pp. 47-80). Vozes.
Andrews, M., (2002). Narrative and life history. En M. Andrews, S. Day
Shlater, C. Squire y A. Treacher (Comps.), Lines of Narrative. Routledge
Bolaños Florido, L. P., (2016). El estudio socio-histórico de las emociones
y los sentimientos en las Ciencias Sociales del siglo XX. Revista de
Estudios Sociales, (55), 178-191.
Bourdin, G. L., (2016). Antropología de las emociones: conceptos y
tendencias. Cuicuilco. Revista de Ciencias Antropológicas, 23(67),
https://www.redalyc.org/journal/5295/529555490004/html/
Buitrago, D.
(2021). La emoción y el sentimiento: más allá de una diferencia de contenido.. Digithum,
(26), 1-12.. https://dx.doi.org/10.7238/d.0i26.374140
Calderón Rivera, E. (2014). Universos emocionales y subjetividad. Nueva
Antropología, 27(81), 11-31.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-06362014000200002&lng=es&tlng=es.
Csordas, T. (2004). Asymptote of the ineffable: embodiment, alterity and
the theory of religion. Current
Antropology, 45(2), 163-185.
De la Torre, R. (2013). La
religiosidad popular como «entre-medio» entre la religión institucional y la
espiritualidad individualizada. Civitas - Revista de
Ciências Sociais, 12(3). https://doi.org/10.15448/1984-7289.2012.3.13013
Duckett, V. K. (2010). The wheel of the year as a spiritual psychology for
women. International Journal of Transpersonal Studies, 29(2), 137-151.
http://dx.doi.org/10.24972/ijts.2010.29.2.137
Fernández Martín, A.
(2021). El Sagrado Femenino y los Círculos de mujeres en la Red
Social Facebook, una etnografía virtual en las construcciones, discursos y
prácticas sobre la feminidad [Tesis doctoral]. https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=320175
Fernández Poncela, A. M.
(2011). Antropología de las emociones y teoría de los sentimientos. Versión: Estudios de Comunicación y
Política, (26), 1-24.
https://versionojs.xoc.uam.mx/index.php/version/article/view/416/415
Guerrero, L., y León, A.
(2008). Aproximación al concepto de salud Revisión histórica.
Fermentum, 18(53), 610-633. https://www.redalyc.org/pdf/705/70517572010.pdf
Hernández, D. (2019).
Aproximación al estudio de las emociones. Ecos de la Academia, 3(6),
57-72. https://revistasojs.utn.edu.ec/index.php/ecosacademia/article/view/227
Hernández Andrade, I. R. (2020). ¿Son
emociones o son sentimientos? RD-ICUAP,
6(16), 258-266. https://doi.org/10.32399/icuap.rdic.2448-5829.2020.16.273
Herrera Rodríguez, T.
(2022). Sanar el útero. Cuerpo, género y salud de mujeres terapeutas
y pacientes en Bogotá [Tesis de maestría]. https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/83106
Hutton, R. (1991). The stations of the sun: A
history of the ritual year in Britain. Oxford University Press.
Jung, C. G. (1959). The Archetypes and the
Collective Unconscious. Princeton University Press.
Puentes, Y. M., Urrego, S.
C., y Sánchez, R. (2015). Espiritualidad, religiosidad y enfermedad: una mirada
desde mujeres con cáncer de mama. Avances en Psicología
Latinoamericana, 33(3), 481-495. https://doi.org/10.12804/apl33.03.2015.08
Ramírez Morales, M. D. (2016). Del tabú a la sacralidad. Ciencias Sociales y Religión/Ciências Sociais e Religião, 18(24), 134-152. https://doi.org/10.22456/1982-2650.62531
Sagrado Femenino Tijuana. (2024). Perfil. [Página de Facebook]. https://www.facebook.com/susana.sagradofemenino
Sagrado Femenino Tijuana. (2023a). Altar, ritual de Ostara. Círculo de Ostara [Fotografía en página de Facebook]. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1565433174249484&set=pb.100023484500360.-2207520000&type=3
Sagrado Femenino Tijuana. (2023b). Altar, ritual de Samhain. Círculo de Samhain [Fotografía en página de Facebook]. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1483323602460442&set=pb.100023484500360.-2207520000&type=3
Sagrado Femenino Tijuana. (2023c). Círculo de Samhain [Fotografía en página de
Facebook]. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1483151969144272&set=pb.100023484500360.-2207520000&type=3
Sarrazin, J. P.,
y Mira-Sarmiento, M. (2022). Espiritualidad femenina y modernización
reflexiva en círculos de mujeres. Entramado, 19(1). https://doi.org/10.18041/1900-3803/entramado.1.8688
Simonis Sampedro, A.
(2012). La Diosa feminista: El movimiento de espiritualidad de las mujeres
durante la Segunda Ola. Feminismo/s,
(20), 25-42. https://doi.org/10.14198/fem.2012.20.02
Ukaski, M. C.
(2008). Espiritualidad sanante salud y espiritualidad en Anselm Grün. Teología, (97), 633-654. https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/17908/1/espiritualidad-sanante.pdf
Valdez, D. (2018). Peregrinos del bienestar:
Ensamblajes de universos simbólicos espirituales en las prácticas holísticas de
sanación de New Age (Tijuana, B.C.) (Tesis de maestría, El Colegio de la
Frontera Norte). https://posgrado.colef.mx/tesis/20161331/
Valdez, D. (2022). Otros caminos para sanar: La terapéutica holística y la formación
de sanadores espirituales urbanos en Tijuana, México [Tesis
doctoral, El Colegio de la Frontera Norte A.C.].
https://www.colef.mx/posgrado/tesis/20221382/
Valiente-Barroso, C., y
García-García, E. (2010). La religiosidad como factor promotor de salud y
bienestar para un modelo multidisciplinar de atención psicogeriátrica. Psicogeriatría, 2(3),
153-165. https://www.ucm.es/data/cont/docs/140-2013-10-04-documento25550.pdf
Vigna, S., y
Pastor-Talboom, S. (2023). Mujeres Y Diosas. Textos e Debates, 29(01),
e7996. https://doi.org/10.18227/2317-1448ted.v29i01.7996
Zárate Castillo, N.,
Ledesma Ríos, G. P., y Yáñez Gamboa, L. M. (2017). El estudio de las emociones.
Quehacer
Científico en Chiapas, 12(1),
90-96. https://dgip.unach.mx/images/pdf-REVISTA-QUEHACERCIENTIFICO/2017-ener-jun/12.El_estudio_de_las_emociones.pdf
Contribución de
los autores (Taxonomía CRediT): Este artículo
corresponde en su totalidad a Daniel
Valdez.
Editado por: El comité
editorial ejecutivo Juan Scuro, Pilar Uriarte y Victoria Evia aprobó este
artículo.
Nota: El conjunto de datos que apoya los
resultados de este estudio no se encuentra disponible.
[1] Amaral
(1999, p. 68) sostiene que el New Age (nueva era) puede entenderse como un
campo en el que convergen discursos variados, operando como un dispositivo caleidoscópico
que recompone, de forma constante, fragmentos de elementos en diversas
configuraciones, lo que da lugar a un sincretismo en movimiento. De manera
complementaria, De la Torre (2013, p. 34) plantea que el New Age no se define únicamente
como un conjunto de disciplinas y prácticas fragmentarias, sino como una matriz
de sentido basada en un principio holístico; en este marco interpretativo, la
sacralización del self se convierte en el motor que posibilita la sacralización
del cosmos, lo que permite resemantizar las
prácticas terapéuticas y espirituales y generar flujos energéticos que conecten
al yo interior con la naturaleza y el universo.
[2] La rueda
del año es un término utilizado por aquellos que participan en las
espiritualidades europeas contemporáneas, basadas en la tierra, y que en la actualidad se usa comúnmente para describir el
progreso cíclico de las estaciones a lo largo del tiempo. Los puntos de
inflexión, o días sagrados, de estas estaciones también han recibido nombres,
aunque dichos nombres varían de cultura en cultura y en diferentes períodos
históricos. Algunos de los más conocidos son: Imbolc, Equinoccio de Primavera,
Beltane, Solsticio de Verano, Lammas, Equinoccio de Otoño, Samhain y Solsticio
de Invierno. Algunas fuentes contemporáneas (por ejemplo, Hutton, 1991) han
afirmado que el término rueda
del año es una
invención relativamente
reciente del wicca y del neopaganismo contemporáneos, y subrayan que no existe
evidencia de que algún grupo de pueblos antiguos celebrara los ocho días
sagrados que hoy reconocen los grupos europeos basados en la tierra (Duckett, 2010).