DOI: 10.29112/ruae.v9i2.2325
Dossier
El uso de categorías raciales en la biomedicina argentina.
Un análisis de publicaciones nacionales e internacionales
The use of racial categories in Argentine biomedicine. An analysis of
national and international publications
O uso de categorias raciais na biomedicina argentina. Uma análise das
publicações nacionais e internacionais
Sergio Avena1 ORCID: 0000-0002-2221-876X
María Gabriela Russo2 ORCID: 0000-0002-5727-4956
Magdalena Lozano3 ORCID: 0009-0007-8702-6826
Francisco Di Fabio Rocca4 ORCID: 0000-0001-9749-9757
1 Centro
de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas (CCNAA), Universidad
Maimónides y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), Buenos Aires, Argentina. sergioavena@gmail.com
2 CONICET - Universidad de Buenos Aires,
Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Arqueología. mgrusso@protonmail.com
3 Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y
Antropológicas (CCNAA), Universidad Maimónides y Agencia I+D+i, Buenos Aires,
Argentina. lozanomagdalena@gmail.com
4 CCNAA, Universidad Maimónides y CONICET,
Buenos Aires, Argentina. fdifabiorocca@gmail.com
Resumen
Uno de los puntos
centrales de la biomedicina actual reside en analizar la relación entre características
clínicas, diferencias poblacionales y heredabilidad. En los enfoques originados
en Estados Unidos esa relación se asocia en buena medida a la clasificación en
razas humanas, respondiendo a una construcción sociohistórica que es diferente en
otras partes del mundo.
En esta investigación
generamos un conjunto de datos que compila artículos publicados por
investigadores argentinos del ámbito biomédico en revistas científicas
nacionales e internacionales que utilicen el término “raza” como categoría
poblacional y se relevaron las etiquetas utilizadas, su justificación y
metodología entre otros aspectos. El objetivo fue analizar si hay diferencias
en el uso de “raza” según los artículos sean publicados en revistas nacionales
e internacionales.
Las fuentes de
información fueron el portal de Revistas de Acceso Libre de la Universidad
Nacional de La Plata “Revistas Médicas Argentinas” y la base de datos PubMed®.
El análisis de los
artículos recopilados muestra que la conceptualización racial está
prácticamente ausente en las publicaciones realizadas en revistas locales.
Cuando está presente, lo hace en el apartado antecedentes, consignando su
empleo en otros países. En cambio, en las publicaciones internacionales
registramos numerosos trabajos con muestras argentinas clasificadas bajo
categorías raciales. Éstas no fueron coincidentes, explicitadas ni
fundamentadas, tampoco se explicaban los criterios de inclusión y
frecuentemente no figuraba el origen de las muestras, dando una idea de falsa
homogeneidad poblacional. Además, estas categorías fueron concebidas como
excluyentes y las estimaciones acerca de la composición de la muestra mostraron
valores muy dispares.
La presión por adoptar
criterios poco usuales en la cotidianeidad y el incentivo a integrar consorcios
internacionales con gran poder de financiación deriva en desafíos
epistemológicos y, potencialmente, en cuestiones de salud pública que deben ser
atendidas.
Palabras clave: biomedicina, Argentina, categorías raciales, comunicación
científica, integración subordinada.
Abstract
One of the focal points of current biomedicine lies in analyzing the relationship between clinical
characteristics, population differences and heritability. In approaches
originating in the United States, this relationship is largely associated with
the classification into human races, responding to a sociohistorical
construction that is different in other parts of the world.
In this research we generated a dataset that compiles articles published
by Argentinean biomedical researchers in national and international scientific
journals that use the term "race" as a population category and
surveyed the labels used, their justification and methodology, among other
aspects. The aim was to analyse if there are differences in the use of the term
‘race’ depending on whether the articles were published in national or
international journals.
The sources of information were the
Open Access Journals portal of the Universidad Nacional de La Plata, “Revistas Médicas Argentinas”, and the PubMed®️ database.
The analysis of the collected articles shows that racial
conceptualisation is practically absent in publications in local journals. When
it is present, it does so in the introduction section, mentioning its use in
other countries. On the other hand, in international publications we recorded
numerous studies with Argentinean samples classified under racial categories.
These were not consistent, explicit or substantiated, nor were the inclusion
criteria explained, and frequently the origin of the samples was not stated,
giving the idea of a false homogeneity of the population. Furthermore, these
categories have been conceived of as exclusive and estimates of sample
composition had widely differing values.
The pressure to adopt unusual criteria in everyday life and the
incentive to join international consortia with high funding power leads to
epistemological challenges and, potentially, public health issues that need to
be addressed.
Keywords: biomedicine, Argentina, racial categories, scientific communication,
subordinate integration.
Resumo
Uma das questões centrais da biomedicina atual é a análise da relação
entre características clínicas, diferenças populacionais e hereditariedade. Nas
abordagens originárias dos Estados Unidos, esta relação está amplamente
associada à classificação em raças humanas, respondendo a uma construção
sócio-histórica que é diferente noutras partes do mundo.
Nesta pesquisa geramos um conjunto de dados que compila artigos
publicados por pesquisadores biomédicos argentinos em revistas científicas
nacionais e internacionais que utilizam o termo "raça" como categoria
populacional e levantamos os rótulos utilizados, sua justificativa e
metodologia, entre outros aspectos. O objetivo foi analisar se há diferenças no
uso de “raça”, dependendo de os artigos serem publicados em periódicos
nacionais ou internacionais.
As fontes de informação foram o portal de periódicos de acesso aberto da
Universidad Nacional de La Plata “Revistas Médicas
Argentinas” e o banco de dados PubMed®.
A análise dos artigos recolhidos mostra que a concetualização
racial está praticamente ausente nas publicações em revistas locais. Quando
está presente, o faz na seção de histórico, mencionando seu uso em outros
países. Por outro lado, nas publicações internacionais registámos inúmeros
trabalhos com amostras argentinas classificadas em categorias raciais. Estas
não eram consistentes, explícitas ou fundamentadas, nem os critérios de
inclusão eram explicados, e frequentemente a origem das amostras não era indicada,
dando a ideia de uma falsa homogeneidade da população. Para além disso, estas
categorias foram concebidas como exclusivas e as estimativas da composição da
amostra tiveram valores muito diferentes.
A pressão para adotar critérios invulgares na vida quotidiana e o
incentivo para aderir a consórcios internacionais com elevado poder de
financiamento conduzem a desafios epistemológicos e, potencialmente, a questões
de saúde pública que têm de ser abordadas.
Palavras-chave: biomedicina, Argentina, categorias raciais, comunicação
científica, integração subordinada.
Recibido:
02/05/2024
Aceptado:
02/09/2024
Introducción
En este artículo se analiza el uso de categorías raciales
en el área de la biomedicina argentina, centrándose en las asimetrías
existentes con los principales centros de financiamiento científico a nivel global
y los sesgos metodológicos que de ello puedan resultar.
Como marco para pensar el sistema científico internacional
y sus relaciones de poder retomaremos lo planteado por Kreimer (2006) respecto
a la integración subordinada. Esta
idea problematiza la tensión existente entre la autonomía de los grupos de
investigación locales, tanto en objetivos y metodología como en objeto de
estudio, y la necesidad de insertarse en el plano internacional para obtener
validación, visibilidad y, frecuentemente, prestigio en su propio país. Muchas
veces el aspecto subordinado de dicha
integración reside en que las agendas
temáticas locales quedan supeditadas a los intereses de los grupos
internacionales. Esto incluye los objetivos, los marcos conceptuales, las
preguntas a responder y también la división internacional del trabajo
científico, ya que a los grupos locales “les corresponde desarrollar las
actividades que suelen ser más rutinarias: los controles, las pruebas, los
tests de conocimiento, que ya fueron establecidos y estabilizados como tales
por el grupo que coordina la distribución de temas y actividades (y que suele
estar localizado en los países centrales)” (p. 205). Un ejemplo usual de dicha
división del trabajo es la colecta de muestras para un cuestionario y
tratamiento clínico definido en los países centrales con sus objetivos y sus
conceptos. En estos casos es posible ver otro de los rasgos definidos por Kreimer
para este nuevo panorama, el de la escala de las investigaciones; un tipo de
estudio y análisis estadístico que necesita gran número de muestras y, por
ende, la participación de grandes redes y consorcios de investigación. A mayor
tamaño de la red y mayor peso de instituciones financiadoras y actores públicos
y privados (de especial importancia en el ámbito biomédico) el margen de
negociación para los grupos locales sería menor. Como contraparte positiva de
esta división del trabajo se postula que quienes
“participan de las megarredes aumentan significativamente sus recursos, lazos
de integración y, también, la reproducción ampliada de los nuevos científicos
que se incorporan y se forman dentro de este nuevo esquema” (p. 209). En
definitiva, para el autor “la mayor tensión aparece en términos de la
relevancia local de las investigaciones, es decir, de su utilidad social para
el espacio en el que están insertas” (p. 209), lo que vale tanto para los
problemas que se buscan resolver como para lo adecuado, relevante y preciso de
sus resultados. ¿Serán
útiles para la biomedicina local datos y conclusiones que toman conceptos que
no son empleados en el país, que no tienen un correlato efectivo en la
cotidianidad?
A partir de este contexto y en base a experiencias y
preguntas surgidas de nuestra propia práctica profesional (en la genética de
poblaciones y otras áreas de la antropología biológica), surgió el interés por
estudiar el uso del concepto de raza en la investigación biomédica de
investigadores argentinos, que publican en el país y en el exterior.
El concepto de “raza” está sujeto a una extensa discusión que no intentaremos abordar
aquí en profundidad, pero de la que es posible trazar los principales
lineamientos. En las ciencias biológicas, raza ha
sido empleada como un criterio de clasificación taxonómica inferior al de
especie, usualmente a partir de rasgos fenotípicos. Sus presupuestos
tipologistas y fijistas hicieron que su uso en clasificaciones de la especie
humana sea cuestionado desde hace décadas (Carnese, 2019). En ese mismo
año, la American Association of Physical Anthropologists publicó una elocuente
“Declaración sobre Raza y Racismo”, retomando las discusiones existentes e
intentando establecer una base disciplinar en común. Allí se afirmaba que
“existe variación dentro de las poblaciones de todo el planeta y entre ellas, y
los grupos de individuos pueden diferenciarse por patrones de similitud y
diferencia, pero estos patrones no se ajustan a grupos raciales definidos
socialmente (como blancos y negros) ni a conglomerados geográficos definidos
por continentes (como africanos, asiáticos y europeos)” (Fuentes et al., 2019,
p. 401; traducción propia). Continúa señalando que lo que se ha caracterizado
como “raza” no son “grupos biológicos discretos ni linajes evolutivamente
independientes” y que “la distribución de la variación biológica en nuestra
especie demuestra que las razas reconocidas socialmente no son categorías
biológicas” (p. 401). Además “el concepto occidental de raza debe entenderse
como un sistema de clasificación que surgió del colonialismo, la opresión y la
discriminación europeas, y para apoyar esas prácticas. Por lo tanto, no tiene
sus raíces en la realidad biológica sino en las políticas de discriminación” (p.
400).
Al no ser una categoría natural sino construida
socialmente resulta evidente que su significado no será el mismo en distintas
regiones, y sus consecuencias tampoco. Retomando enfoques producidos en nuestra
región, Segato propone pensar la raza
como consecuencia y no como causa: “es un producto de siglos de modernidad y del trabajo mancomunado
de académicos, intelectuales, artistas, filósofos, juristas legisladores y
agentes de la ley, que han clasificado la diferencia como racialidad de los
pueblos conquistados” (Segato, 2007, p. 24). Aquí encontramos uno de los ejes para discutir en
este dossier, ya que la clasificación racial tiene una forma e importancia muy
particular en los Estados Unidos, principal centro de producción de
conocimiento e influencia colonial del sistema científico global, y sede de la
asociación que redactó la declaración citada. Segato (2002) plantea que “si los
estados anglosajones en el nuevo mundo, y particularmente los Estados Unidos,
crearon “raza” como el modo más relevante de heterogeneidad en su interior,
otros estados nacionales pueden haber creado otras discontinuidades a lo largo
de otras fronteras interiores, que resultaron de mandatos diferentes del racial
pero igualmente ineludibles y que tomaron cuerpo con la misma concreción,
generando jerarquías y tensiones equivalentes” (p. 242) y concluye que, al ser
construcciones ideológicas “esas categorías funcionan de manera diferente y
desempeñan papeles característicos dentro de un conjunto de representaciones
que dependen del orden nacional” (p. 243). Por lo tanto, esas formas de alteridad y de
clasificación “no pueden ser sino falsamente trasplantadas a otro contexto
nacional (…) a riesgo de que caigamos en un malentendido planetario o, lo que
es peor todavía, que impongamos un régimen de clivajes propios de un contexto
específico a todo el mundo” (p. 249).
A pesar de lo planteado, y de toda la evidencia en su
contra, la concepción que sostiene que la “raza” es una categoría biológica
útil para describir las divisiones de nuestra especie sigue presente en algunas
áreas científicas en general, y en la biomedicina en particular (Lu et al.,
2022; Fuentes et al., 2024). En una revisión de Ali-Khan et al. (2011) se
muestra que “raza”, junto a “etnia” y “ancestría”, se usa de manera confusa, no
se justifican sus criterios ni significados e incluso en muchos casos ni
siquiera se consigue una coherencia interna en la investigación, ya que se
intercambian conceptos en las distintas partes de los artículos o proyectos
(Ali-Khan et al., 2011; Lu et al., 2022).
Fuentes et al. (2024), centrándose en artículos sobre algoritmos de
diagnósticos clínicos coinciden en que el uso de “raza” no tiene fundamentos,
sino que principalmente el término se incluye por costumbre y siguiendo citas
de “key articles” antiguos y sin base
empírica.
El debate es válido
porque en los últimos
cinco siglos la raza se ha convertido en una realidad social que ha
estructurado las sociedades y la forma en que se experimenta el mundo. En este
sentido la raza es real, al igual que el racismo, y ambos tienen consecuencias
biológicas reales. Esto significa que el racismo, los prejuicios contra
alguien, su raza y la creencia en la superioridad e inferioridad inherentes de
los diferentes grupos raciales afectan nuestra biología, salud y bienestar
(Fuentes et al., 2019). Entonces, por un lado, su uso puede sostener la idea de
que “raza” refleja realidades biológicas y mantener un “racismo científico”,
por otro lado, y en determinados contextos, el uso del término “raza” podría
ser usado como un “proxy” para dar
cuenta de desigualdades sociales, por lo que algunos autores argumentan que
seguir usándola como variable en las investigaciones podría ser beneficioso
(Borrell et al., 2021; Lu et al., 2022). Esta perspectiva tiene su principal
apoyo en la tradición estadounidense y, aunque no es común, también en Europa
se han establecido protocolos que indican cómo desglosar datos por
raza/etnicidad para cuantificar posibles desigualdades (Lu et al., 2022).
Ventura Santos et al. (2022) indican que, tomando recaudos e indicaciones
especiales, en Brasil también podría ser provechoso relevar el dato de “raza”
en la salud pública y como forma de alentar y fundamentar políticas
antirracistas.
Estos tres ejes, el sistema científico global, la
clasificación racial y la biomedicina, son los que motivan y justifican el
presente trabajo, que tiene como objetivo
realizar una revisión del uso del concepto “raza” en artículos científicos del
área de las ciencias biomédicas donde hayan participado autores de Argentina y
analizarlos con un enfoque cuali-cuantitativo. Entendemos que es un problema epistemológico y a la vez un
área de impacto directo en la vida cotidiana de las sociedades. Dadas
las características del conjunto de datos a analizar no se pretende presentar
una revisión exhaustiva y sistemática sino exploratoria, centrándonos en
examinar patrones comunes y casos de interés.
Metodología
Como criterios de
inclusión de los artículos a analizar se consideró que: 1) se trataran de
trabajos publicados en revistas científicas del área de biomedicina; 2) se
presentaran estudios realizados en humanos; 3) se incluyera al menos un/a
autor/a con filiación institucional argentina; y 4) contengan el término “raza”
y sus derivados (“razas”, “racial”) ya sea en idioma español o en inglés.
Previamente fueron excluidos aquellos artículos que no cumplían con los
criterios de inclusión, por ejemplo, porque estudiaban otras especies (modelos
biológicos como ratones, entre otros) o contenían el término “raza” o derivados
haciendo referencia a otro concepto (por ej., “race” como “carrera”, “razas” de animales, entre otros). El periodo
considerado fue del 2003 al 2024.
Las fuentes de
información del presente trabajo son dos. Por un lado, con el fin de incluir
artículos publicados en revistas argentinas, se relevó el portal de Revistas de
Acceso Libre de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) “Revistas Médicas
Argentinas”
(https://www.med.unlp.edu.ar/index.php/biblioteca/revistas-acceso-libre/revistas-medicas-argentinas;
última consulta: 31/10/23), donde se cuenta con 32 revistas de medicina
editadas en el país (Tabla S1). Para cada una de éstas se realizó la búsqueda de
los términos “raza”, “razas”, “racial”, “raciales” utilizando los motores de
búsqueda disponibles en cada sitio web o bien, en el caso de que la revista no
contara con un gestor de información, de manera manual. Por otro lado, se
utilizó la base de datos PubMed® (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/; última
consulta: 15/03/24) con el objetivo de incluir artículos publicados en revistas
internacionales. Dicha base de datos es una reconocida fuente de literatura
biomédica que comprende más de 37 millones de registros, según lo declarado en
su página web, y es propiedad del National
Institute of Health (NIH), una organización gubernamental de Estados Unidos[1]. La
estrategia de búsqueda en este caso consistió en consultar por la presencia del
término “race” (y sus derivados: “races”, “racial”) en el título, resumen y/o texto principal de artículos
donde al menos un/a autor/a posea filiación argentina y filtrando por especie
(humanos) de la siguiente manera: ((“race”(Title/Abstract) OR “race”(Text Word))
AND “argentina”(Affiliation)) AND (humans(Filter)). Para las variantes del
término, se restringió la búsqueda a los casos en donde la variante aparece sin
el término “original” para evitar registros repetidos, por ejemplo: ((“racial”(Title/Abstract)
OR “racial”(Text Word)) NOT (“race”(Title/Abstract) OR “race”(Text Word)) AND “Argentina”(Affiliation))
AND (humans(Filter)). Las mismas estrategias de búsqueda se utilizaron para los
términos en español (“raza” y derivados). A la totalidad de artículos
resultantes de las búsquedas en PubMed® se sumaron además aquellos que habían
sido obtenidos para un estudio preliminar y que no fueron rescatados mediante
estas estrategias.
Para cada artículo
se relevó: 1) apellido del primer autor; 2) año de publicación; 3) título; 4)
DOI o URL de acceso (cuando estuviera
disponible); 5) país de edición de la revista; 6) número de autores; 7) número
de autores con filiación argentina; 8) posición de los autores con filiación
argentina; 9)
instituciones de filiación argentinas; 10) otras instituciones de filiación
extranjeras de los autores con filiación argentina (si corresponde); 11) si el
término “raza” (o sus variantes) es utilizado como categoría clasificatoria;
12) si se incluyen muestras, pacientes o participantes argentinos; 13) si se
utiliza “raza” (o sus variantes) como categoría para las personas de argentina;
14) las categorías de “raza” adjudicadas a las personas argentinas (si corresponde);
15) las categorías de “raza” adjudicadas a personas de otros países; 16) si se
explicita el origen de las categorías de “raza” utilizadas (por ejemplo, si se
toman de categorías censales, etc.); 17) si se explicita el criterio utilizado
para la adjudicación de las categorías de “raza” (por ejemplo, autoadscripción,
lo realiza el profesional, etc.).
Resultados y
discusión
El relevamiento
utilizando el buscador “Revistas Médicas Argentinas” permitió, como se ha
señalado, el acceso a 32 revistas publicadas en el país. A partir de los
propios buscadores (o por búsqueda manual cuando aquella no fue posible) se
observó la presencia del uso de raza en 11 casos: en 10 trabajos se trata de
comentarios incluidos en el apartado de antecedentes sobre investigaciones
hechas en Estados Unidos y en 1 en Brasil, pero en ningún artículo se emplea el
término en la metodología o resultados. Es de destacar la publicación de Wahren
(2014) “Influencia de la idea de raza en la práctica médica”, única que
encontramos donde se reflexiona críticamente acerca de la utilización del
término raza, abordando su utilización en Estados Unidos, sus consecuencias
clínicas (prescripción diferencial en el uso de antibióticos) y la
inconveniencia de transpolar una categoría surgida en un contexto
sociohistórico específico a otros países, como Argentina.
A modo de
comparación, vale decir que frente a las 11 menciones de “raza” en el mismo
universo de análisis el término “población” se encontró en 346 artículos. Por
esta razón, a partir de las revistas analizadas se observó que el primer
término está prácticamente ausente en los trabajos biomédicos de investigadores
en el país, lo que podría interpretarse como un reflejo de su escaso uso
cotidiano.
Mediante las
búsquedas en la base de datos PubMed® se recuperaron 205 registros, de los
cuales 57 no cumplieron con los criterios de inclusión y 9 no pudieron
incorporarse por no tener acceso al artículo completo. Por lo tanto, se analizó
un total de 139 publicaciones (Tabla S2). De ese total, en 60 (43,2 %) se
utilizó “raza” como categoría y se analizaron muestras de Argentina; en 42 (30,2 %)
se empleó la categorización racial pero no se incluyeron participantes
argentinos; en 2 (1,4 %) el dato sobre la inclusión de pacientes de
Argentina no estaba disponible; y en 35 (25,2 %) el término estuvo en el
texto únicamente haciendo referencia a otros trabajos. Es importante destacar
que, de estos últimos, 19 correspondían a revisiones o reviews que, si bien emplean “raza”, las categorías
utilizadas, su origen y justificación corresponden a los trabajos citados e
incorporados en dicha revisión y, por lo tanto, no resulta claro evaluar en qué
medida son los autores del review
quienes las aplican. Todo este conjunto de publicaciones analizadas
corresponde a las búsquedas con los términos en idioma inglés (“race”, “races”), puesto que a partir de las búsquedas en PubMed® de los
términos en español no se recuperaron registros.
Cabe recordar que,
por criterio de inclusión, todos los artículos presentaron al menos un autor
con filiación argentina (a quienes nos referiremos de aquí en adelante como
“autores argentinos”[2]). Entre
aquellos artículos que utilizaron raza como categoría en muestras argentinas,
más de la mitad (53,3 %, 32 papers)
tienen un solo autor del país. En proporción al total de autores, en el 23,3 %
de las publicaciones (14 de 60) los argentinos representan el 30 % o más y
en un 15 % (9 de 60) representan la mitad o más (Tabla S2). Si bien
buscamos indagar sobre el rol y tipo de participación de los autores
argentinos, la información resultante fue de escaso valor dado el gran número
de casos que no lo explicitaban y la poca precisión en aquellos que sí lo
hacían (el caso extremo es un trabajo con 30 coautores en el que todos
declaraban “escritura y revisión general”). También se realizó una búsqueda
sobre las fuentes de financiamiento de las investigaciones, pero solo una parte
de los artículos las mencionaban y, en aquellos que lo hacían, no se
encontraban en categorías o rangos comparables. En esa indagación inicial pudo
observarse que la gran mayoría de los artículos poseen fuentes de financiación extranjeras.
El dato “país de edición de la revista” sirvió para confirmar que las
publicaciones eran internacionales, pero la gran concentración de la industria
editorial científica impide un análisis más profundo, dado que casi todas las
publicaciones se concentran en Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos,
sedes de los principales conglomerados editoriales.
A los fines de
nuestra investigación interesa particularmente el conjunto de publicaciones en
las que se utiliza “raza” (“race” y
sus variantes) como categoría y que incluyen personas argentinas (es decir, el
43,2 % de los artículos analizados). Vale aclarar que muchos trabajos
incluían muestras argentinas en las cuales aplicaron categorías raciales, pero
presentaron sus resultados sin desagregar por país (Tabla S2). Para profundizar
el análisis destacamos los siguientes artículos en los que, como se verá, existen
grandes discordancias entre los enfoques y muy poca o nula explicitación de las
metodologías, sembrando fundadas dudas acerca de cómo considerar estos datos y
su validez.
Flores-Caldera et
al. (2021) abordaron la endometriosis a nivel mundial. Se incluyeron 212
personas argentinas, 175 (82,5 %) señalaron ser “White”, 35 (16,5 %)
de “mixed race” y 2 de “other” (0,9 %), siendo “Black” otra categoría
posible. No explicitaron el origen de esas categorías ni describieron a qué se
referiría cada una, pero sí aclaraban que fueron adjudicadas por
autoadscripción en una encuesta. Ésta era la traducción al español del original,
elaborado por el Endometriosis Phenome
Project del World Endometriosis
Research Foundation.
Soto-Añari et al.
(2021) analizaron la prevalencia de demencia entre los adultos mayores en
Latinoamérica durante la pandemia de covid-19 y señalaban que la fundamentación
del estudio radicaba en que en los antecedentes se observaba que dicha
prevalencia era superior a la registrada en otras partes del mundo. Sus
resultados evidenciaban una asociación significativa con la “raza”. Los términos
empleados fueron “White, African American, Latin American mestizo y Latin
American Indigenous”. No se aclaran las razones o el criterio de esta
categorización, la cual es particular y parece inconsistente, dado que un
término hace referencia al color (White), otro es histórico-geográfico (African
American) y otro lingüístico-histórico (Latin American Mestizo). En la tabla de
resultados indican que la muestra en Argentina es 89 % “White”, 10,8 %
“Latin American Mestizo” y 0,2 % “African American”; aunque en el cuerpo
del artículo dicen que Argentina en la región tiene la proporción más alta de
“Whites” (98,8 %) y más baja de “Latin American Mestizos” (1,2 %). No
se explican estas discrepancias.
Ferrari et al.
(2022) realizaron un estudio multicéntrico transversal en 8 países
Latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú
y Venezuela), con el objetivo de comparar el índice de desarrollo humano con la
actividad física, señalando que “race/ethnicity” fue autoinformada. En el
artículo se abundó en explicaciones metodológicas sobre como medir la actividad
física, la ingesta calórica, el nivel educativo, la utilización de medios de
transporte y el tamaño muestral, con cuotas controladas por sexo, edad y
categorías socioeconómicas, pero no se definieron ni justificaron los criterios
de las categorías raciales/étnicas empleadas. Éstas fueron “Caucasian”,
“Mixed”, “Black” y “Others”, en esta última se incluían “African-American,
Asian, Native, Gipsy”. Los valores para la muestra argentina fueron 61,6 %
“White”, 28,3 % “Mixed/Caucasian”, 7,3 % “Black” y 2,8 %
“Other”. Como en el caso anterior, las categorías no parecen guardar una
coherencia interna. A este respecto, consignaron que se preguntó a los
participantes sobre su raza/etnia y como criterio se definió que
“Mixed/Caucasian” correspondía al nacido de un padre y una madre de diferentes
razas/etnias, afirmando que esto ha sido explicado en un trabajo previo
(Ferrari et al., 2021). De la lectura de dicho paper no surge la respuesta y se
observa que, incluso, se ha modificado la denominación de una categoría,
utilizan “Mixed” en el texto del 2021 y Mixed/Caucasian en el 2022, sin
explicitar la causa de ello. En Ferrari et al. (2021) se remite a que los
cuestionarios han sido validados por un consorcio internacional, el Latin American Study of Nutrition and Health
(Fisberg et al., 2015), pero allí tampoco se aclara el criterio empleado de
clasificación y la justificación de las categorías. En cuanto al método de recolección se indica que los “datos
étnicos” de todos los participantes
fueron tomados mediante cuestionarios estándar durante entrevistas cara a cara.
Busi y Sly (2018)
se propusieron testear los métodos producidos para evaluar la función pulmonar
por el consorcio Global Lung Function Initiative (GLI), “de referencia para
distintos grupos étnicos”, con el objetivo de analizar cuál se ajusta mejor a
la población de Argentina, concluyendo que deben usarse las “ecuaciones
caucásicas”. El uso de “race” está limitado a las cuestiones técnicas del
protocolo, y al hablar de población argentina utilizan “ethnicity”. La muestra
tomada en Trelew (provincia de Chubut) está compuesta por un 72,3 %
“Caucasians”, 22,9 % “Hispanics”[3],
2,9 % “Indigenous” y 1,9 % “Others” y afirman que dicha composición
se corresponde con lo arrojado a nivel nacional por el Censo Nacional del 2010.
Pero en dicho Censo se limitó a preguntar si el encuestado (o sus antepasados)
era afrodescendiente o perteneciente a un pueblo originario; asumiendo que
tomaron esos datos para “Indigenous” y “Others”, queda la pregunta sobre en qué
se basaron para realizar la distinción Caucasian/Hispanic.
Nano et al. (2013)
evaluaron los factores de riesgo de la degeneración macular asociada a la edad
en Argentina, donde también recolectaron la “raza”, concluyendo que la
enfermedad era menos frecuente en “mestizos”. Mediante una encuesta, y
aparentemente por autoadscripción (aunque no lo explicitan), obtuvieron que su
muestra era en un 81,1 % “White”, 14,9 % “Mestizo” y 4 % “Other”
(Indigenous, Black or Asian). Como único contexto a estos datos sobre la
población del país citan “The World Factbook” de la “Central Intelligence
Agency” (CIA) de Estados Unidos, donde se consigna que el 97 % de la
población es blanca (principalmente de ascendencia española e italiana) y 3 %
es mestizo (de raza mixta blanca e indígena), indígena o de otra raza.
Cosatti et al.
(2018) analizaron la relación entre vida laboral y diagnóstico de Lupus
eritematoso en muestras de Argentina. Tomaron los datos mediante un
cuestionario autoadministrado por los pacientes, con categorías fijadas por el
Consorcio Latin American Group for the Study of Lupus (GLADEL). En su muestra
el 43 % de los participantes eran “White”, 43 % “Mestizo” y el 13 %
“Amerindian”, sin aclarar pautas o indicaciones sobre esas categorías ni
mencionar si había otras respuestas posibles.
Consigli et al.
(2010) presentaron un único paciente, que era clasificado como “Caucasian” y de
“occidental race”, lo cuál sería de interés porque la mayoría de las personas
con su diagnóstico se correspondían a “oriental race”. Nuevamente no se
encuentran definiciones ni justificaciones para esas categorías, ni criterios
según el cual el paciente pertenecía a una de ellas.
En Vélez et al.
(2009) se incluyeron 152 pacientes de Argentina, a quienes clasificaron como
“Caucasians”, agrupándolos para el análisis estadístico con aquellas personas
clasificadas como “Caucasians” de Estados Unidos. En el artículo se hace
referencia solamente una vez a una posible “confusión de efectos” en los
resultados a causa de este agrupamiento, pero nada se dice sobre qué implica la
categoría “Caucasian” ni cómo se les asignó a los participantes. La
clasificación de “Caucasian” parecería ser un criterio de inclusión en la
muestra (a fin de poder compararla con la muestra de “African American”
exclusivamente compuesta por estadounidenses) pero no está explicitado. Un caso
similar es el de Zhang et al. (2020) en el que una muestra de 116 argentinos
tomada en la ciudad de Buenos Aires fue clasificada como “race Caucasian” y se
comparó con la muestra de “race Chinese, Japanese”. Surgen los siguientes
interrogantes: ¿Todos los pacientes argentinos fueron “Caucasians”? ¿Cómo lo
determinaron? ¿Hubo “No-Caucasians” que quedaron fuera del cálculo?
Estos últimos no
fueron los únicos trabajos en los que encontramos que la clasificación elegida
era la misma para todas las personas argentinas participantes de un estudio. En
otros artículos el uso de la palabra “raza” es esporádico y no pareciera corresponder
a un interés por clasificar a los pacientes o participantes del estudio para
realizar análisis en base a esa categoría. Por ejemplo, Galimberti et al.
(2005) presentaron un reporte de pacientes de Argentina y utilizaron “white
race” para describirlos solamente en el resumen (p. 101). El término “race” y
sus derivados no vuelve a ser mencionado en el resto del artículo, excepto en
la discusión y solamente haciendo referencia a otras investigaciones. Algo
similar ocurre en el estudio de Salazar et al. (2012) quienes realizaron un análisis
comparativo entre hombres y mujeres habitantes de dos localidades argentinas.
El foco principal del artículo es la comparación por género, y los términos
“race” o “racial” solamente aparecen en antecedentes y en la discusión citando
otros trabajos y para referirse al conjunto de su muestra, al cual clasifican
como “South Americans primarly of European origin” (Salazar et al. 2012, p.
1752). Si bien el uso de esa categoría como “racial” no queda especificado, al
final de la discusión declaran que sería de interés extender los análisis a
“non-European racial groups” (“grupos raciales no europeos”; Salazar et al. 2012,
p. 1752). Resulta interesante que en estos dos últimos casos se trata de
trabajos que incluyen pacientes o participantes exclusivamente de Argentina y
cuyos autores poseen en su totalidad (8 en Galimberti et al., 2005) o en su
gran mayoría (8 de 9 en Salazar et al., 2012) filiación en instituciones
argentinas como único lugar de trabajo declarado. Estas características de los
estudios, sumadas a la aparición esporádica del término “raza” y la
clasificación conjunta de toda la muestra en una sola categoría nos llevan a
plantear la posibilidad de que se trate de casos en donde las etiquetas
poblacionales no eran un dato a tomar durante la investigación y los autores
estarían utilizando alguna clasificación racial solamente en respuesta a una
demanda por parte de los evaluadores de la revista en la cual se publicó el
artículo (editada en Reino Unido en el caso de Galimberti et al. y en Estados
Unidos en el caso de Salazar et al.).
También presenta
una clasificación homogénea de la muestra el trabajo de Correale et al.,
(2011), en el cual se han analizado a 132 “Hispanics”. Señalan que no se
diferencian en “características demográficas” de otros pacientes que acuden a
una clínica privada de Buenos Aires. El criterio por el cual son “Hispanics” no
fue explicitado, pero podemos suponer, a partir de la literatura y de la propia
experiencia entrevistando personas sobre su ancestría e identidad, que
difícilmente algún paciente se haya identificado como “Hispanic”, mucho menos
toda la muestra. ¿De la misma manera que en los trabajos mencionados
anteriormente se supuso una muestra “Caucasian” en este caso se supuso
“Hispanic”? ¿Fue una categoría pensada en la investigación o se aplicó ad-hoc al momento de la escritura?
En contraposición a
estos casos, unos pocos artículos con un muestreo multisituado dan cuenta de
que en algunos lugares no se pudo recopilar la información sobre clasificación
racial. Steliarova-Foucher et al. (2017) desagregan la muestra correspondiente
a Estados Unidos en cinco grupos “raciales o étnicos”, pero no lo hacen en las
muestras de otros países, incluida la Argentina. Tasoulas et al. (2024)
excluyen las muestras argentinas del análisis estadístico final debido a que,
al no contar con datos para “race”, no cumplen los criterios de inclusión.
Consideraciones
finales
Es posible
visualizar ciertos patrones del análisis realizado. En este universo de
artículos que emplean el término “raza”, en general puede observarse una falta
de discusión, reflexión y tratamiento analítico acerca de las categorizaciones
empleadas para dar cuenta de la diversidad de la población. Una de las contadas
excepciones la constituye el texto ya señalado de Wahren (2014), publicado en
la revista Archivos Argentinos de
Pediatría. Ese breve texto habla sobre la diversidad humana (planteando la
inexistencia de bases biológicas raciales), expone sobre las diferencias
sociales entre países que deben ser tomados en consideración (señalando las
prácticas clínicas en Estados Unidos), les brinda un marco histórico
(refiriéndose a la colonización anglosajona y la “One-Drop Rule” de asignación
racial de la descendencia) y discute las implicancias de su uso (recordando las
jerarquías sociales en las que se basaron). Pero este artículo es una de las
pocas excepciones, ya que los trabajos que desglosaron sus datos para la
muestra argentina utilizaron las categorías de manera acrítica y en ellos
figuran estimaciones acerca de la composición de la muestra clasificada por
raza con valores muy dispares. Por ejemplo, las categorías “White/Caucasian” y
similares van de un rango del 43 % al 99 %, las “Amerindio/Native” lo
hacen del 0 al 13 %, “Mestizo/Latin American Mestizo” del 1,2 % al
28,6 %, “Black/African American” del 0 % al 7,3 % y “Others” del
0 % al 4 %. Los criterios de clasificación no suelen estar
explicitados y mucho menos fundamentados (ya sea citando literatura u otras
metodologías). Pocas veces se especifica la región o ciudad de la que provenía
la muestra, lo que genera una idea de falsa homogeneidad en la población
argentina, lo que ha sido cuestionado desde estudios antropogenéticos que han
mostrado la gran diversidad de la composición poblacional entre las distintas
regiones del país (Avena et al., 2012). Las clasificaciones en ningún caso
mostraron porcentajes de respuestas “no sabe/no contesta”, lo que llama la
atención porque no se suelen utilizar cotidianamente esas categorías. Ya se han
señalado las inconsistencias de los esquemas clasificatorios empleados. En ese
sentido, una dificultad añadida es que la gran mayoría de los trabajos concibe
a estas categorías como excluyentes, sin contemplar la posibilidad de que una
persona pudiera adscribirse a más de una pertenencia.
En suma, estas
características arrojan fundadas dudas acerca de la confiabilidad de la
información “racial” recolectada. Coincidimos con las conclusiones de Lu et al.
(2022) remarcando que, al no haber un consenso disciplinar sobre sus
definiciones y usos, los conceptos, metodologías y criterios que se utilicen
deben ser explicitados y justificados en cada caso. Esto al menos permitiría
saber qué datos recolectados son comparables con otros, o con qué sesgos y
limitaciones habrá que manejarse en cada caso.
Retomando lo
planteado por Kreimer (2006), estaríamos asistiendo aquí a una forma de integración subordinada, que se daría en
dos variantes: 1) Por un lado, en investigadores argentinos que forman parte en
consorcios o proyectos internacionales, frecuentemente del tipo “clinical trial”, con toma de muestras en
distintos países. Si bien coinciden en los objetivos principales de las
investigaciones (ya que tratan sobre enfermedades o diagnósticos en su área de
experiencia), dado que la planificación de la investigación ocurre en los
países centrales que lideran (y financian) el proyecto, es probable que los
investigadores argentinos (y de otros países en las periferias) se vean
relegados respecto a la toma de decisiones metodológicas y la producción final
de los artículos. En caso de tener discrepancias o matices sobre las categorías
raciales a relevar difícilmente puedan plasmarse en los informes. Por
otro lado, los grupos locales que sí logran dirigir y tener decisión en todos
los pasos de la investigación se verían condicionados al tratar de comunicar
sus resultados en el plano internacional. La asimetría en la producción del
conocimiento salta a la vista al tener que adaptar, y adoptar, el marco
metodológico al de los evaluadores e incorporar categorías raciales que no
formaban parte del protocolo original. Estas formas de integración subordinada afectan la relevancia local de las
investigaciones y el potencial aprovechamiento de sus resultados[4] .
El último aspecto a
destacar es la falta de articulación entre las áreas del conocimiento. En las
producciones biomédicas, además de observarse las asimetrías de poder
mencionadas, se nota la ausencia de fuentes y referencias demográficas,
históricas, antropológicas y bioantropológicas locales y regionales. En nuestro
relevamiento encontramos una mención al libro de datos mundiales del servicio
de inteligencia estadounidense y ninguna a las múltiples investigaciones
locales sobre la diversidad poblacional argentina. Proponemos una activa
interacción y un mayor conocimiento entre los distintos actores del sistema
científico, médico y productivo de nuestros países. Ello puede ser un primer
paso para encontrar un mejor equilibrio en las tensiones inevitables entre los
desarrollos locales y el modelo de producción del conocimiento global.
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Contribución de los autores:
Administración del proyecto: Sergio Avena
Adquisición de fondos: Sergio Avena
Conceptualización: Sergio Avena, María Gabriela Russo, Francisco Di Fabio Rocca
Curaduría de datos: Sergio Avena, María Gabriela Russo, Magdalena Lozano, Francisco Di Fabio Rocca
Investigación: Sergio Avena, María Gabriela Russo, Magdalena Lozano, Francisco Di Fabio Rocca
Metodología: Sergio Avena, María Gabriela Russo, Magdalena Lozano, Francisco Di Fabio Rocca
Redacción-borrador original: Sergio Avena, María Gabriela Russo, Magdalena Lozano, Francisco Di Fabio Rocca
Redacción-revisión y edición: Sergio Avena, María Gabriela Russo, Magdalena Lozano, Francisco Di Fabio Rocca
Análisis formal: Magdalena Lozano
Nota: El comité editorial ejecutivo Juan Scuro, Pilar Uriarte y Victoria Evia aprobó este artículo.
Disponibilidad de datos: El conjunto de datos que apoya los resultados de este estudio no se encuentran disponibles en su totalidad, aunque la mayor parte están en las Tablas Suplementarias 1 y 2 que se adjuntan.
Financiamiento: Este trabajo ha recibido soporte económico del subsidio PIP CONICET 2021-2111[ML1]
[1] Lo que nos permite tomar a esa muestra como perteneciente a la “centralidad” de la producción científica biomédica y, además, en un ámbito de alta circulación de las categorías raciales.
[2] Esta simplificación se hace a fines de agilizar la lectura, entendiendo que declarar como lugar de trabajo una institución argentina no necesariamente implica que la nacionalidad de ese autor sea argentina. Sin embargo, a los fines del presente trabajo, nos interesa analizar las dinámicas disciplinares dentro de lo que denominamos “biomedicina argentina”, para la cual encontrarse trabajando en una institución del país es criterio suficiente.
[3] En otra tabla del mismo artículo reemplazan la categoría “Hispanic” por “Latino”.
[4] Como parte de la investigación intentamos contactarnos con algunos autores de los artículos relevados. Las escasas respuestas obtenidas impiden que incorporemos sus voces como corpus de datos, pero uno de los consultados, a quién mantendremos en el anonimato, indicó que la encuesta clínica hablaba de raza, era cerrada y “claramente no está diseñada para recoger información más detallada”. En numerosas comunicaciones personales con investigadores del ámbito biomédico, por fuera de los casos incluidos en este artículo en particular, se nos refirió que esta es la práctica habitual.
[ML1]Andrés: ¿Esto va?