REVISTA ENCUENTROS URUGUAYOS
VOLUMEN 18 NÚMERO 2 JULIO- DICIEMBRE 2025
E-ISSN: 16885236
EL POTENCIAL DEL ESTUDIO DE RESIDUOS QUÍMICOS AGUSTÍN ORTÍZ BUTRÓN
PARA EL ANÁLISIS DE CONTEXTOS FORENSES 1
EL POTENCIAL DEL ESTUDIO DE RESIDUOS
QUÍMICOS PARA EL ANÁLISIS DE CONTEXTOS
FORENSES
THE POTENTIAL OF CHEMICAL RESIDUE STUDIES FOR FORENSIC CONTEXT
ANALYSIS
O POTENCIAL DOS ESTUDOS DE RESÍDUOS QUÍMICOS PARA A ANÁLISE DO
CONTEXTO FORENSE
Agustín Ortiz Butrón
1
Universidad Nacional Autónoma de México
DOI: https://doi.org/10.59842/18.2.2760
Recibido: 04/10/2025
Aceptado: 01/12/2025
Resumen
A lo largo de más de cuarenta años de trayectoria, el Laboratorio de Prospección Arqueológica de la
UNAM ha integrado de manera progresiva nuevas metodologías orientadas al estudio de residuos
químicos aplicado a la investigación arqueológica. Este tipo de análisis, realizado mediante pruebas de
spot test
, inició como una herramienta de prospección para la delimitación de sitios arqueológicos a
partir del análisis de fosfatos en muestras de superficie. Posteriormente, la metodología se amplió al
estudio de unidades habitacionales tanto etnoarqueológicas como arqueológicas, con la incorporación
de indicadores químicos para la identificación de residuos orgánicos, incluidos compuestos proteicos,
ácidos grasos y carbohidratos, lo que permitió una aproximación más integral al uso y funcionamiento
de los espacios excavados.
La consolidación de estos métodos favoreció la expansión de sus campos de aplicación hacia el análisis
de contextos rituales, áreas productivas y materiales cerámicos arqueológicos, con el fin de determinar
su funcionalidad y contenido. Más recientemente, el laboratorio ha incursionado en el estudio de los
procesos de descomposición de restos humanos y ha demostrado que tanto las actividades realizadas
en vida como los procesos postmortem generan alteraciones químicas detectables en los suelos. En este
sentido, las técnicas de
spot test
han resultado eficaces para la identificación de áreas de
1
Dr. en Antropología. Laboratorio de Prospección Arqueológica, Instituto de Investigaciones
Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México. ortizbutron@gmail.com ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-3837-6949
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descomposición y contextos de enterramiento, y han ampliado la utilidad y el potencial interpretativo
del análisis de residuos químicos, no solo en el contexto arqueológico, sino también en el ámbito
forense.
Palabras clave: residuos químicos, análisis de
spot test
, descomposición, contexto de enterramiento,
forense.
Abstract
For over forty years, the Archaeological Prospecting Laboratory at UNAM has progressively integrated
new methodologies for the study of chemical residues in archaeological research. This type of analysis,
performed using spot tests, began as a prospecting tool for delimiting archaeological sites by analyzing
phosphates in surface samples. Subsequently, the methodology was expanded to the study of both
ethnoarchaeological and archaeological residential units, incorporating chemical indicators for the
identification of organic residues, including protein compounds, fatty acids, and carbohydrates. This
allowed for a more comprehensive approach to the use and function of the excavated spaces.
The consolidation of these methods facilitated the expansion of their applications to the analysis of
ritual contexts, production areas, and archaeological ceramic materials, in order to determine their
function and composition. More recently, the Laboratory has ventured into the study of the
decomposition processes of human remains, demonstrating that both activities performed during life
and postmortem processes generate detectable chemical alterations in soils. In this regard, spot test
techniques have proven effective for identifying areas of decomposition and burial contexts, expanding
the utility and interpretive potential of chemical residue analysis, not only in the archaeological context
but also in the forensic field.
Keywords: chemical residues, spot test analysis, decomposition, burial context, forensics.
Resumo
Há mais de quarenta anos, o Laboratório de Prospecção Arqueológica da UNAM vem integrando
progressivamente novas metodologias para o estudo de resíduos químicos em pesquisas arqueológicas.
Esse tipo de análise, realizada por meio de testes pontuais, começou como uma ferramenta de
prospecção para delimitar sítios arqueológicos atras da análise de fosfatos em amostras de
superfície. Posteriormente, a metodologia foi expandida para o estudo de unidades residenciais
etnoarqueológicas e arqueológicas, incorporando indicadores químicos para a identificação de resíduos
orgânicos, incluindo compostos proteicos, ácidos graxos e carboidratos. Isso permitiu uma abordagem
mais abrangente do uso e da função dos espaços escavados.
A consolidação desses métodos facilitou a expansão de suas aplicações para a análise de contextos
rituais, áreas de produção e materiais cerâmicos arqueológicos, a fim de determinar sua função e
composição. Mais recentemente, o Laboratório se aventurou no estudo dos processos de decomposição
de restos humanos, demonstrando que tanto as atividades realizadas em vida quanto os processos
post-mortem geram alterações químicas detectáveis nos solos. Nesse sentido, as técnicas de teste
pontual têm se mostrado eficazes na identificação de áreas de decomposição e contextos de
sepultamento, ampliando a utilidade e o potencial interpretativo da análise de resíduos químicos, não
apenas no contexto arqueológico, mas também na área forense.
Palavras-chave: resíduos químicos, análise pontual, decomposição, contexto de sepultamento, ciência
forense.
Introducción
El Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones
Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de xico (UNAM) fue
fundado en 1983 por el Dr. Luis Barba Pingarrón. Una de las características de este
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laboratorio, es que es de los pocos en el mundo que utilizan no solo técnicas
geofísicas, sino también análisis de residuos químicos para el estudio del contexto
arqueológico a través de una propuesta que integra de manera ordenada cada una de
las técnicas para hacerlas más eficientes y económicas en tiempo y dinero, con el
objetivo de recuperar más información útil para la arqueología (Barba Pingarrón,
1990) (Figura 1).
Figura 1. Metodología de análisis del Laboratorio de Prospección Arqueológica
En el área de residuos químicos, los análisis se denominan técnicas de
spot test
,
es decir, son pruebas semicuantitativas que, pese a su sencillez, han demostrado su
utilidad para la arqueología, debido a un principio fundamental: para que se pueda
estudiar químicamente una actividad, es necesaria la existencia de fluidos o líquidos
que se derramen sobre una superficie, la saturen y la enriquezcan (Ortiz Butrón, 2015,
p. 69) y dependiendo del tipo de actividad realizada, será susceptible de ser
interpretada o no (Ortiz et al.
,
2018, p. 83).
Una ventaja importante en el estudio de los residuos químicos es que las
sustancias derramadas se mantienen en el lugar original donde las actividades
humanas se llevaron a cabo y que, a diferencia de la mayoría de los materiales
arqueológicos, los residuos permanecen
in situ
, y por tanto pueden ser considerados
como un marcador confiable para el estudio de la distribución espacial de las
actividades, a como buenos indicadores de la función de los espacios estudiados
(Barba Pingarrón, 1986, 2007; Barba y Lazos, 2000; Ortiz y Barba, 1993; Ortiz et al.
,
2018, p. 83).
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Los análisis no son cuantitativos, es decir no brindan información cuantificable
de cuantas partes por millón (ppm) presenta una muestra, sino que únicamente
informan si una muestra contiene o no algún elemento o residuo susceptible de
estudiarse. Su principal virtud es que son pruebas sencillas, pudiéndose analizar una
gran cantidad de muestras de manera rápida y a bajo costo (Barba et al.
,
1991).
La sencillez de las pruebas no demerita su valía para la interpretación
arqueológica. Ya que como dijo Gastón Charlot, fundador de la química analítica
moderna en Francia: «El problema no es identificar qué es la muestra, sino la pregunta
que ella genera» (Gómez-Moliné et al.
,
2009, p. 192). Por tanto, ya sea que se utilicen
análisis de
spot test
o instrumentales (como florescencia de rayos X o cromatografía),
ambos tipos de análisis son necesarios en diferentes momentos de la investigación,
ambos requieren una interpretación multidisciplinaria, y esta depende de la
experiencia que normalmente se adquiere mediante ensayo y error (Córdova Frunz,
2023; Ortiz Butrón, 2025, p. 110).
Metodología
Desde antes del desarrollo tecnológico de los estudios geofísicos, la química ha venido
ofreciendo una alternativa de bajo costo como herramienta de prospección y como tal
tuvo sus orígenes en la agronomía con Olof Arrhenius (1928), y posteriormente en la
arqueología como parte de los estudios de unidades habitacionales con S. F. Cook y R.
F. Heizer en sitios de México (1965).
A partir de 1978 se inicia el estudio de residuos químicos en pisos en el
Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM, lo que más tarde se constituye en una línea de trabajo
pionera a nivel internacional que se ha mantenido vigente con la publicación de
numerosos trabajos (Barba et al.
,
2014; Barba y Lazos, 2000).
Por su poca solubilidad y excelente fijación en el registro arqueológico, los
fosfatos fueron los primeros marcadores de actividades humanas, de tal manera que
su distribución en el suelo ofreció información sobre el tamaño y densidad de un
asentamiento, usándose como herramienta de prospección (Mejía y Barba, 1988).
Posteriormente utilizándolos como indicadores de áreas de actividad, los fosfatos
están relacionados con la preparación y consumo de alimentos, la concentración de
basura, zonas de evacuación (baños), así como la descomposición de alimentos (Barba
et al.
,
2014).
Más adelante se fueron incorporando otros indicadores químicos que formaron
un total de seis pruebas que son las que se aplican normalmente en el Laboratorio de
Prospección Arqueológica.
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Un ejemplo de ello fueron los carbonatos, los cuales jugaron un papel importante
en la vida cotidiana de los pueblos prehispánicos, como puede ser evitar la dureza del
agua, la elaboración del nixtamal (para la preparación de las tortillas, tamales y
atoles)y para la elaboración del estuco, para pisos y aplanados en muros (Barba y
Córdova, 1988, p. 97; Ortiz Butrón; 2021, p. 48; Ortiz y Barba, 2023, p. 58).
La utilidad principal de la tabla Munsell, usada para la determinación de color,
ha sido para muestras de superficie donde parece haber una estrecha relación entre
los mapas de color, los mapas de distribución de carbonatos y las manchas de las
fotografías aéreas (Barba Pingarrón, 1989, p. 106), aunque en lugares de preparación
de alimentos también se ha visto su utilidad al demarcar zonas enrojecidas u obscuras
por la acción del fuego y carbón (Ortiz Butrón, 1990, p. 53).
La prueba de potencial de hidrógeno ha sido muy útil en la arqueología, ya que
se ha encontrado que las cenizas desechadas sobre la superficie de ocupación
producen un aumento del contenido de iones hidroxilo, lo que ocasiona que los
valores de pH se incrementen, por lo que el estudio del pH estaría revelando zonas de
combustión y de calentamiento (Barba y Córdova, 1991, p. 88).
Es importante mencionar que, para entender los patrones de distribución
química de algunas actividades del contexto arqueológico, ha sido necesario realizar
estudios etnoarqueológicos en casas habitadas para observar las actividades que
tienen lugar en ellas, cómo se producen los desechos y cómo y porqué se enriquecen
los pisos de ocupación. Estos estudios etnoarqueológicos tienen la finalidad de crear
un corpus de datos de comparación con los valores químicos obtenidos
arqueológicamente. Tienen la ventaja de poder observar las actividades de los
moradores, así como los desechos derivados de tales actividades. De esta forma, la
interpretación de concentraciones químicas presentes en los pisos arqueológicos se
apoya fundamentalmente en datos proporcionados por investigaciones de tipo
etnoarqueológico y experimental. Tales investigaciones están dirigidas a determinar
la relación entre los residuos químicos impregnados en los poros de los pisos y las
actividades realizadas y observadas en ciertos espacios (Barba et al., 2014, p. 206;
Barba y Bello, 1978; Barba y Ortiz, 1992; Middleton, 2004; Middleton et al., 2010;
Ortiz y Barba, 1993; Pecci et al.,
2013, 2017; Wells y Moreno Cortés, 2010).
Como ejemplos de estos estudios etnoarqueológicos tenemos San Vicente
Xiloxochitla en Tlaxcala (Barba y Bello, 1978; Barba y Ortiz, 1992), Cobá, Quintana
Roo (Barba y Manzanilla, 1987), Muxucuxcab, Yucatán (Barba et al., 1995; Middleton
et al., 2010; Pierrebough et al., 2001) y en Caltimacán, Morelos (López et al., 2005;
Pecci et al., 2011).
A lo largo de más de 40 años de existencia del Laboratorio de Prospección
Arqueológica, se han incorporado nuevos equipos y nuevas metodologías de análisis.
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En lo que respecta al estudio de residuos químicos, su uso comenzó para el análisis de
muestras de superficie como una herramienta de prospección química para la
delimitación de sitios a partir del análisis de fosfatos (Barba Pingarrón, 1980).
Posteriormente su aplicación se amplió al estudio de unidades habitacionales
etnoarqueológicas (Barba et al., 1995; Barba y Ortiz, 1992; López et al., 2005) y
arqueológicas, y para su interpretación se utilizaron cuatro indicadores químicos:
fosfatos, carbonatos, pH y color (Barba Pingarrón, 1986, 2007; Ortiz Butrón, 1991;
Pecci y Ortiz, 2001), a los que luego se agregaron las pruebas orgánicas: residuos
proteicos, ácidos grasos y carbohidratos (Barba et al., 1991; Barba et al., 2014; Ortiz et
al., 2018), y se incorporaron además nuevos campos de aplicación, como los estudios
en áreas rituales (Barba et al., 1997; Getino y Ortiz,1998; Ortiz et al., 2017, 2019),
áreas productivas (Pecci et al., 2017), el análisis de cerámicas arqueológicas (Barba et
al., 2014; Ceballos et al., 2023; Jiménez González et al., 2021; Méndez et al., 2011;
Novillo Verdugo y Esparza López, 2016; Núñez Cortés y Barba Pingarrón, 2023;
Obregón y Barba, 2021; Obregón et al., 2020; Ortiz Butrón, 2021; Pérez Ortiz de
Montellano et al, 2021; Zacarías Salcedo et al., 2024).
Por último, de una manera u otra el Laboratorio de Prospección Arqueológica se
ha visto involucrado en el estudio de la descomposición de restos humanos y de
animales que, en el proceso de putrefacción del cadáver, al igual que las actividades
«en vida» tienden a alteran la superficie donde quedaron depositados. De este modo,
las técnicas de
spot test
son susceptible de identificar áreas de descomposición de
cadáveres, a como sus lugares de enterramiento (Barba et al., 1991; Barba et al,
2015; Ortiz Butrón, 2025, p. 108; Pascual Soto et al., 2023).
A continuación, se describe cada una de las técnicas de
spot test.
Técnicas analíticas
A partir de 1978, cuando se realizó la primera aplicación, el Laboratorio de
Prospección Arqueológica ha ido formando de manera paulatina un grupo de pruebas
químicas para detectar residuos orgánicos e inorgánicos, primero en suelos y pisos y
más recientemente en cerámica (Barba, 2007; Barba et al., 1991). Estas pruebas
tienen la ventaja de poder procesar grandes cantidades de muestras en forma rápida,
confiable y económica, lo que produce patrones de enriquecimiento químico para
superficies de pisos o tendencias de enriquecimiento en grupos de cerámica tras
analizar cientos de muestras (Barba et al., 2014, p. 204).
Las técnicas analíticas son sencillas y semicuantitativas, para las que no es
posible identificar las sustancias químicas presentes y su cantidad (
i. e.
determinar si
las grasas son de origen animal o vegetal), pero han demostrado ser una de las
mejores formas de detectar la presencia de residuos orgánicos. Permiten apreciar la
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abundancia relativa de los residuos químicos estudiados y proporcionan datos
importantes sobre el uso del espacio. Además, sus resultados han probado que
también pueden ser una buena forma de seleccionar las muestras susceptibles de ser
analizadas con técnicas analíticas instrumentales y cuantitativas en etapas posteriores
(Barba et al., 2014, p. 205; Middleton et al.,
2010). Estas pruebas ya publicadas (Barba
Pingarrón, 2007; Barba et al.,
1991) se describen brevemente a continuación:
Determinación de fosfatos
Se trata de una prueba colorimétrica semicuantitativa desarrollada por Robert Eidt
(1973, 1977). En esta prueba, se extrae el fosfato de la muestra por una reacción con
ácido, mientras el molibdato disuelto reacciona y produce un fosfomolibdato amarillo.
Finalmente se reduce con ácido ascórbico para formar compuestos de azul de
molibdeno. La cantidad de fosfatos contenidos en la muestra se relaciona con la
intensidad del color azul que aparece en la superficie de un papel filtro. Una vez que el
color ha quedado fijo en el papel ya seco, se clasifica y se le asigna un valor entero
entre 0 y 6 (Figura 2).
Figura 2. Determinación de fosfatos
Cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
Determinación de residuos proteicos
Los grupos amino de las proteínas se identifican mediante el calentamiento de la
muestra con óxido de calcio, con la correspondiente liberación de amoniaco
detectable con papel indicador de pH húmedo. Los valores que corresponden a 8 en la
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escala de colores del papel indicador ya indican presencia de residuos proteicos, pero
en ocasiones pueden alcanzarse valores de 11 (Figura 3).
Figura 3. Determinación de residuos proteicos
Cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
Determinación de ácidos grasos
En esta prueba se extraen los ácidos grasos al agregar cloroformo a la muestra,
calentándola, concentrándola y haciéndola reaccionar con hidróxido de amonio
(25 %) para producir un jabón, y con peróxido de hidrógeno que al liberar oxígeno
produzca espuma. Se atribuyen valores entre 0 y 4, según la cantidad de espuma
producida que a su vez está directamente relacionada con la cantidad de ácidos grasos
presentes en la muestra (Figura 4).
Figura 4. Determinación de ácidos grasos
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Cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
Determinación de carbohidratos
En general los residuos de carbohidratos producen compuestos coloridos al
reaccionar con fenoles en un medio ácido. En esta prueba, los carbohidratos se
hidrolizan a furfural o hidroximetilfurfural por la acción deshidratante del ácido
sulfúrico concentrado y simultáneamente, gracias a una reacción de condensación con
resorcinol, se generan compuestos coloridos. La cantidad de carbohidratos contenidos
en la muestra se relaciona de manera directa con la intensidad del color rojizo
generado y se le asigna un valor que va desde 0 a 4 (Figura 5).
Figura 5. Determinación de carbohidratos
Cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
Determinación de carbonatos
La reacción de efervescencia de los carbonatos con los ácidos permite estimar la
cantidad de espuma que produce una cantidad constante de polvo y de ácido que
reaccionan en un tubo de ensayo. Esto permite nuevamente establecer una escala
numérica entre 0 y 6 que indica la cantidad de carbonatos presentes en la muestra
(Figura 6).
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Figura 6. Determinación de carbonatos
Cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
Determinación del potencial de hidrógeno (pH)
Los valores de pH muestran la concentración de iones hidronio en solución y
corresponden al valor que da el medidor de pH manteniendo una relación constante
de muestra pulverizada y agua (Figura 7).
Figura 7. Determinación de pH
Cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
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Casos de estudio
Los casos con los cuales se ejemplifica este artículo forman parte de algunos de los
trabajos que se han desarrollado en el Laboratorio de Prospección Arqueológica del
IIA, UNAM, a lo largo de 40 años de estudios, tomando en cuenta únicamente los
relacionados con la descomposición de cuerpos y el enriquecimiento químico de su
contexto de deposición.
Tumba 5 de La Florida, Zacatecas
La primera vez que se utilizaron los análisis de
spot test
en un contexto funerario fue
en una tumba de tiro excavada en toba volcánica localizada en La Florida Zacatecas,
con la idea de experimentar y tratar de reconocer la disposición y orientación de un
cadáver (Barba et al., 1991). Dado que habitantes del poblado ya saan la existencia
de una tumba saqueada, la idea fue muestrearla con la finalidad de tratar de reconocer
si alguna vez existieron cuerpos u ofrendas en su interior. Se tomaron un total de 64
muestras cada 05,0 m que cubrieron la totalidad del piso de la tumba.
Desafortunadamente los resultados no fueron concluyentes, ya que, en aquella época
el Laboratorio de Prospección Arqueológica aún no incluía las pruebas orgánicas en su
batería de análisis y solo se realizaron análisis inorgánicos como fosfatos, carbonatos,
pH, nitratos y color.
Además, la interpretación de los resultados se vio afectada por la circunstancia
de que las personas de la localidad, una vez descubierta la tumba, la utilizaron como
depósito de basura. De cualquier modo, se elaboraron los mapas de interpretación de
la tumba y se encontraron tres zonas probables que sugirieron la posibilidad de haber
sido enriquecidas por la descomposición de cuerpos, en particular por el alza en los
valores de carbonatos y de fosfatos (Barba et al., 1991; Barba et al., 2015) (Figura 8).
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Figura 8. Estudio químico de la tumba 5 de la Florida Zacatecas que muestra los
valores de residuos químicos de PO4, CO3, pH y NO3
Dibujo isométrico y de interpretación de E. Linares (modificado de Barba et al., 1991, pp. 22-25)
Oxkintok, Yucatán
La siguiente oportunidad de estudiar un caso relacionado con la descomposición de
un cuerpo humano fue de manera fortuita, ya que se estaban tomando muestras del
piso de una estructura laberíntica denominada El Satunsat en Oxkintok Yucatán, para
reconocer áreas de actividad y reconocer su función. El estudio formó parte del
Proyecto Arqueológico Oxkintok, de la Misión Arqueológica de España en México, bajo
la dirección del Dr. Miguel Rivera Dorado de la Universidad Complutense de Madrid
(1986-1992).
El edificio presenta tres niveles (uno subterráneo, uno a nivel del suelo y otro
superior, el cual desciende a una gran plaza posterior). Se tomaron muestras de cada
uno de los tres niveles con la finalidad de interpretar la funcionalidad del edificio, ya
que su interior es totalmente oscuro y laberíntico, con pasillos estrechos que pueden
llevar a un nivel superior o bien regresar a un nivel más bajo. Fue justamente durante
el proceso de excavación de la estructura que se localizó un tapiaje en la sección norte
del cuarto 6 que al desmontarlo dejó al descubierto una cámara funeraria a la que se
denominó Tumba 1. En ella se encontraron los restos de un cuerpo humano colocado
directamente sobre el piso, aunque los huesos no se encontraron en posición
anatómica (Rivera Dorado y Ferrándiz Martín, 1989, p. 69). El entierro presentó como
ajuar funerario una serie de objetos de jade, que incluía dos orejeras, dos tapones de
orejera, una máscara miniatura, una cabeza de cocodrilo tallada, una placa cortada con
inscripción jeroglífica, así como collares y brazaletes, además de cuatro vasos
cerámicos completos y una uña de felino, lo que revelaba la importancia del personaje.
Como parte del análisis del piso del cuarto 6 también se tomaron muestras
alrededor del cadáver y para nuestra sorpresa, al analizarlas, los resultados
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mostraron bajos valores en general, particularmente de fosfatos. Esto indicaba
claramente que los restos encontrados en la tumba ya no contaban con sus partes
blandas cuando fueron inhumados, ya que no se descompusieron en la zona donde
fueron depositados (Barba et al., 2015; Ortiz y Barba, 1992, p. 124; Rivera Dorado y
Ferrándiz Martín, 1989, p. 69) (Figura 9).
Figura 9. Localización de la tumba 1 dentro del Satunsat y ofrenda asociada
Tomado de Rivera Dorado y Ferrándiz Martín (1989, p. 70) y Palomero Sánchez (1988, p. 97).
Composición Ortiz Butrón (2025)
Cerro del Piñón, San Martín de Bolaños, Jalisco
En 1993 la Dra. Ma. Teresa Cabrero junto con el Arqueol. Carlos López Cruz()
excavaron una tumba de tiro intacta en el Cerro del Piñón a la que denominaron
Tumba 3 (Figura 10). Dentro de ella se localizaron varias figurillas antropomorfas
huecas en posición tanto sedente como de pie, distribuidas en los extremos laterales
de la cámara entremezclándose con cuencos trípodes y ápodos. En la parte posterior
de la cámara, se encontraron 8 puntas de proyectil, 4 de obsidiana y 4 de sílex, así
como un cuchillo hecho de pedernal. El total de las vasijas fue de 15 cuencos trípodes,
11 cuencos ápodos, 2 platos, 6 ollas miniatura, una olla de cuello corto y un tecomate
(Cabrero, 1995). Además, se recuperaron fragmentos de textil, un fragmento de red
hecha con fibras vegetales, probablemente lechuguilla, y restos de varitas delgadas,
posiblemente astiles que sostenían las puntas de proyectil, así como dos fragmentos
de madera que presentan una acanaladura y un extremo cerrado que representan
posiblemente parte del cuerpo de un
atlatl
y un malacate asociado a un objeto de
piedra que posiblemente sirvió de apoyo en la tarea de hilado del algodón (Cabrero,
1995).
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Figura 10. Tumba 3 de Bolaños y figurilla hueca de fumador
Tomado de Cabrero y López (1997). Composición de Ortiz Butrón (2025)
Es muy probable que la tumba 3 haya sido reutilizada y reabierta varias veces ya
que los restos óseos se encontraban muy deteriorados y fragmentados, sin embargo,
se log contar 21 cráneos, cuatro de los cuales posiblemente fueron colocados en
línea en la parte posterior de la cámara. Se logró identificar dos individuos que
estaban en posición extendida en el piso de la cámara (límite sureste) con los pies
hacia el centro (hacia el oeste) a ambos lados del acceso, y ellos posiblemente fueron
los personajes principales depositados en la tumba ya que, aunque las ofrendas
estaban distribuidas en toda la cámara, la concentración mayor se localizó alrededor
de ellos (Cabrero y López, 1993).
Por otra parte, según los informes osteológicos, la tumba 3 contuvo restos de
diversos grupos de edad y sexo y además se localizaron restos cremados dispersos
tanto en el piso de la cámara como dentro de contenedores (ollas) (Cabrero, 1995).
No obstante, la cantidad de información presente, al momento de la toma de
muestra y por la saturado de materiales dentro de la tumba de tiro, solo pudieron
tomarse nueve muestras de la parte NE de la tumba, justo donde se localizaba la
mayor parte de los materiales cerámicos, y se pensaba que, una vez terminada la
excavación, se regresaría a continuar con el muestreo, sin embargo, lamentablemente
eso ya no sucedió.
A diferencia de la Tumba 5 de la Florida Zacatecas, en este estudio además de los
análisis de fosfatos, carbonatos, pH y color, se incluyeron los análisis de residuos
proteicos y ácidos grasos (Ortiz Butrón, 1996).
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Los análisis de fosfatos evidenciaron dos zonas principales que coincidieron
directamente con la localización de los dos entierros en posición anatómica,
principalmente con el del sur (Figura 11).
Los ácidos grasos presentaron una correspondencia con la prueba de fosfatos,
principalmente al norte del acceso donde se localizó uno de los entierros primarios en
posición anatómica y fue evidente su disminución en el piso del acceso. Lo mismo
sucedió con los residuos proteicos, los cuales mostraron bajos valores en general con
excepción en la parte central y sur del acceso donde se apreció un aumento en los
valores, que corresponde con la localización de uno de los entierros primarios en
posición anatómica. Sin embargo, el máximo valor se encontal sur del acceso de la
tumba muy cerca de uno de los cuencos que posiblemente contuvo material orgánico
rico en proteínas como ofrenda (Ortiz Butrón, 1996).
Este segundo intento por estudiar químicamente una tumba de tiro y tratándose
de un contexto sellado, raro en el contexto mesoamericano, se podría decir que fue un
éxito, pese a la poca densidad de muestreo ya que los enriquecimientos coincidieron
con la localización de los dos entierros del acceso, así como del contenido de alguna de
las ofrendas. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que para los años 90´s el estudio
de residuos químicos orgánicos, llevados al laboratorio por el Dr. Roberto Rodríguez
Suarez de la Universidad de la Habana, apenas comenzaba a implementarse como
herramienta de apoyo en los estudios de
spot test
en diversos contextos arqueológicos
mesoamericanos como parte de la batería de análisis del Laboratorio de Prospección
Arqueológica de la UNAM.
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Figura 11. Comparativo de resultados de fosfatos, ácidos grasos y residuos proteicos y
la distribución de los entierros y objetos arqueológicos asociados en la tumba de tiro
n.º 3 de Bolaños
Composición Ortiz Butrón (2025)
Cacaxtla, Tlaxcala
Otro estudio importante fue la invitación que nos hizo en el 2005 la Mtra. Beatriz
Palaviccini Beltrán(), coordinadora del Proyecto Especial de Conservación Cacaxtla-
Xochitécatl, a participar con los estudios geofísicos y químicos en el Gran Basamento.
En lo que respecta al estudio de residuos químicos, era especialmente
interesante analizar los pisos del Subconjunto Este del Gran Basamento en la
estructura conocida como El Palacio, ya que durante las excavaciones efectuadas de
1976 a 1977 por Daniel Molina y Diana López fueron localizados 40 entierros de niños
de entre 4 y 11 años directamente colocados sobre el piso del Patio de los Rombos,
todos ellos sin un patrón de enterramiento definido, y aparentemente arrojados de
manera precipitada. Algunos presentaban huellas de decapitación, desmembramiento
y cremación (Delgadillo Torres y Santana, 1995, p. 60) (Figura 12).
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Figura 12. Ubicación y muestreo de El Palacio en cuyo patio denominado Patio de los
Rombos se localizaron varios entierros
Tomado de Delgadillo Torres y Santana (1995, p. 74). Composición Ortiz Butrón (2025)
A consideración de los antropólogos físicos que realizaron el estudio de los
restos óseos del Patio de los Rombos, por la abundancia de enterramientos situados
sobre el piso, al parecer los niños fueron sacrificados en el mismo lugar y en el
momento previo a la clausura y relleno de determinadas unidades arquitectónicas
(Delgadillo Torres y Santana, 1991, p. 700).
Dadas estas características descritas por los antropólogos físicos, si
efectivamente los sacrificios se ejecutaron en el lugar del hallazgo, era de esperarse
encontrar altos valores en los residuos químicos del piso del Patio de los Rombos, en
particular de residuos proteicos y ácidos grasos. Sin embargo, al realizar el estudio, se
pudo notar que los valores en los indicadores de fosfatos, proteína y ácidos grasos no
coincidían con la ubicación de los entierros, sino únicamente el de pH (Figura 13). Por
tanto, los resultados parecían indicar que los acontecimientos (bien fuera sacrificio,
cremación o desmembramiento) fueron en otro lugar del Gran Basamento, y el piso
del Patio de los Rombos fue el lugar de depósito final de los restos. No obstante, la
inhumación de los individuos sobre el piso, quizá aún con partes blandas, fue
suficiente para enriquecer el área de clausura de la fase 4 del Patio de los Rombos
,
pero no tanto como si el desmembramiento, decapitación y muerte de los infantes
hubiera sido en el lugar del hallazgo (Ortiz Butrón, 2012; Ortiz y Terreros, 2007).
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Figura 13. Mapa de residuos químicos de fosfatos, residuos proteicos, ácidos grasos y
pH en relación con la localización de los restos óseos en el Patio de los Rombos
Es importante mencionar que del total de excavaciones en el Gran Conjunto de
1975 a 1979 se hallaron 208 conjuntos óseos, de los cuales 199 pertenecieron a niños
de muy corta edad y cuando menos 114 presentaban mutilaciones que dejaron
incompletos los cuerpos además de presentar huellas de exposición al fuego
(Delgadillo Torres y Santana, 1991, p. 697).
La abundante presencia de entierros en estas condiciones parece indicar que
esta práctica fue un ritual común en Cacaxtla. Por tanto, quedaría aún por descubrir la
zona donde se llevaron a cabo estos rituales de decapitación, desmembramiento y
cremación en el Gran Conjunto de Cacaxtla.
San Pietro en Grosseto, Italia
Para el 2007, mientras se excavaba el interior de una iglesia de San Pietro en Grosseto,
Italia, fueron localizadas varias fosas de enterramiento, las cuales a insistencia del Dr.
Luis Barba fueron muestreadas en su interior cada 10 cm, y cuyo análisis
correspondió a la Dra. Alessandra Pecci (Figura 14).
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Figura 14. Excavaciones en el interior de la Iglesia de San Pedro en Grosseto, Italia
Cortesía de la Dra. Alessandra Pecci. Composición Ortiz Butrón (2025)
Los mapas obtenidos mostraron una gran correspondencia de los valores de
residuos proteicos, fosfatos y carbohidratos, indicando que los mayores
enriquecimientos estaban relacionados a la descomposición de las vísceras
(pulmones, corazón y aparato digestivo) y cerebro en comparación con los bajos
enriquecimientos observado para las piernas (Barba et al., 2015; Pecci et al., 2007).
Este estudio marcó un hito en la comprensión del análisis de restos óseos
relacionados con su descomposición mediante análisis de
spot test
donde también la
alta densidad de muestreo jugó un papel importante (Figura 15).
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Figura 15. Mapas de distribución de residuos químicos en el fondo de la fosa
excavada en el piso de la Iglesia de San Pedro en Grosseto, Italia
Cortesía de la Dra. Alessandra Pecci. Composición Ortiz Butrón, 2025
Tajín, Veracruz
Estructura 40
Tiempo después se tuvo la oportunidad de realizar un estudio parecido en un
contexto mesoamericano, cuando en el 2015 el Dr. Arturo Pascual Soto, del Instituto
de Investigaciones Estéticas de la UNAM nos invitó a participar en su proyecto
«Divinos señores del Tajín» para estudiar mediante estudios geofísicos la Estructura
40 ubicada en el Conjunto Arquitectónico del Edificio de las Columnas en el Tajín
(Figura 16). En dicho estudio se localizó con la ayuda de un georradar, una cista de
enterramiento que al excavarla resultó estar completamente vacía, como muchas de
las cistas del período Epiclásico para El Tajín.
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Figura 16. Estudio de georradar sobre la Estructura 40
Fotografía cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica
Esto brindaba la oportunidad de verificar a partir del análisis de residuos
químicos de sus sedimentos si la cista presentaba un enriquecimiento que revelara la
descomposición de un cuerpo en su interior. Para ello, al igual que en el caso de Italia,
se tomaron muestras cada 10 cm de su piso y los análisis se realizaron en el
Laboratorio de Prospección Arqueológica de la UNAM (Figura 17).
Figura 17. Muestreo cada 10 cm de la cista localizada de la Estructura 40 del
Conjunto Arquitectónico del Edificio de las Columnas en el Tajín
Fotografía cortesía del Dr. Arturo Pascual Soto y levantamiento topográfico de Diego de Santiago, 2019
(Figura 1) tomado de Pascual et al. (2023, p. 10). Composición Ortiz Butrón (2025)
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Al realizar los mapas de distribución con los resultados de los análisis de
spot
test
se pudo verificar, sin lugar a dudas, un enriquecimiento químico coincidente con
la descomposición de un cuerpo humano en su interior (Figura 18).
Figura 18. Mapas de distribución de ácidos grasos, residuos proteicos y fosfatos de la
cista de la Estructura 40 en el Tajín
Composición Ortiz Butrón (2025)
Sin embargo, dado que la cista fue localizada entre dos etapas constructivas y
que antes de su construcción dicho espacio formó parte de una plaza, era importante
verificar si los residuos químicos encontrados se relacionaban verdaderamente con la
descomposición de un cuerpo humano y no con las actividades llevadas a cabo
durante el uso de la plaza. Para tal efecto el Dr. Arturo Pascual excavó una cala que
llevó hasta la plaza principal y ese espacio también fue muestreado para verificar si
los enriquecimientos eran parecidos a los obtenidos en el interior de la cista. Tras los
estudios de residuos químicos se pudo verificar con claridad que las actividades de la
plaza no tuvieron nada que ver con el enriquecimiento de la cista (Figura 19).
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Figura 19. Comparación de análisis de residuos de la cista de enterramiento con el
piso de la plaza.
Fotografía cortesía del Dr. Arturo Pascual Soto. Composición Ortiz Butrón (2025)
Para concluir el estudio, todo el sedimento del piso de la cista fue trasladado al
Instituto de Investigaciones Antropológicas con la finalidad de estudiarlo en detalle al
microscopio y verificar si se podía localizar algún tipo de evidencia física relacionada
con el entierro. Se u un microscopio estereoscópico Zeiss (STEMI 2000-C) y una
cámara Olympus C5060 en el Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente del
IIA, UNAM, con resultados negativos (Figura 20).
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Figura 20. Estudio al microscopio del sedimento de la cista realizado en el
Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente de lIA, UNAM
Composición Ortiz Butrón (2025)
Al no localizar ningún fragmento óseo ni astillas de hueso en el sedimento de la
cista, el estudio al microscopio sugirió que posiblemente el cuerpo del difunto fue
removido tres o cinco años luego de su muerte, cuando el cuerpo carecía de tejidos,
pero cuando los huesos aún se encontraban en buenas condiciones para su remoción.
Al respecto habría que considerar varios puntos a tomar en cuenta en la
descomposición de un cuerpo humano, ya que este dependería de varios factores
como la temperatura, humedad, disposición de oxígeno, causas de la muerte,
carroñeo, existencia de insectos, profundidad del entierro, humedad, la superficie
sobre la cual yace el cuerpo, así como el tamaño y peso del difunto.
Para el caso de la cista de la estructura 40 de El Tajín, el cadáver fue depositado
debajo de la escalinata de una estructura piramidal de piedra y tierra 4 m de
profundidad, lo que pudo retardar su descomposición, aunque la temperatura y
humedad del sitio fueron muy altas.
Estructura 41
Posterior al hallazgo y muestreo de la cista de la Estructura 40, se encontró otra
tumba en la Estructura 41 cuya impresionante arquitectura funeraria mostró su
importancia. Al igual que la Estructura 40, la Estructura 41 pertenece al Conjunto
Arquitectónico del Edificio de Las Columnas sede de las más importantes ceremonias
religiosas del Epiclásico en la Costa del Golfo (Pascual et al., 2023, p. 13). La Tumba T-
M50 constó de una cámara de 26,0 metros de largo por 13,0 de ancho, formada por
paredes de piedra que alcanzaron más de dos metros de altura en promedio y que
fueron revestidas, al igual que el piso, con aplanados de cal. En el extremo oriente se
encontró un túnel provisto de una escalera de piedra que llevaba al interior del
templo. Tanto la mara como la escalera contaban con una cubierta formada por
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grandes lajas de piedra arenisca, encontrándose la entrada del túnel hacia el oriente
(Pascual et al., 2023) (Figura 21).
Figura 21. Dibujo reconstructivo de Said Rico (2022) de la Tumba M50 del Edificio 41
del Conjunto Arquitectónico del Edificio de las Columnas, ca. 1000-1100 d. C.
Fotografía de Arturo Pascual, 2018. (Figuras 8 y 9 tomadas de Pascual et al., 2023, p. 14). Composición
Ortiz Butrón (2025)
La tumba presentó tres etapas distintas (la primera para la segunda mitad del
siglo IX d. C., la segunda para el 916 y 967 d. C. y la tercera 1000-1100 d. C.), y fue
destruida entre los años 1205 y 1259 d. C., con el propósito de acceder a la cámara
funeraria. Las lajas del techo fueron arrancadas y, una vez dentro, posiblemente
sustrajeron los restos del cadáver, rompiendo y arrojando la ofrenda al exterior. En
consecuencia, el interior de la tumba quedó prácticamente vacío, con muy pocos
elementos para inferir su función, así que se procedió a analizarla mediante el análisis
de residuos químicos mediante pruebas de
spot test
(Pascual et al., 2023, p. 15).
Al igual que la cista de la Estructura 40, la tumba T-M50 se muestreó cada 10 cm
para someterlas a la batería de análisis de
spot test
y los resultados mostraron al igual
que la cista de la Estructura 40, una apreciable cantidad de residuos orgánicos, cuya
distribución probablemente se asocien con el lugar donde se produjo la
descomposición del cuerpo (Pascual et al.,
2023, p. 15) (Figura 22).
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Figura 22. Mapa de la distribución de residuos proteicos dentro de la Tumba M50
[Piso 1] en el Edificio 41 del Conjunto Arquitectónico del Edificio de las Columnas
Dibujo de Said Rico que incluye el mapa de Agustín Ortiz y Meztli Hernández (2019). Tomado de
Pascual et al. (2023, p. 16)
Santa Ana Tlacotenco, Milpa Alta. Cd. de México
Posterior al estudio de varios casos arqueológicos en el 2015 se tuvo la oportunidad
de excavar un mamut en el poblado de Santa Ana Tlacotenco, en la alcaldía Milpa Alta,
y fue hasta el momento el mamut más sureño localizado en la Cuenca de México. Dicho
mamut presentó la particularidad de que, a diferencia de la mayoría de los mamuts
que se han encontrado empantanados en el lecho lacustre a 2300 msnm, el de Milpa
Alta fue localizado a 2800 msnm muy cercano al Volcán San Miguel y cubierto
totalmente por ceniza volcánica (Ortiz et al., 2015, p. 12) (Figura 23).
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Figura 23. Localización de la zona donde se encontraron los restos del mamut de
Santa Ana Tlacotenco en la Alcaldía Milpa Alta de la Ciudad de México
Como la mayoría de los casos de estudio de fauna pleistocenica, el hallazgo en
Santa Ana Tlacotenco fue de manera fortuita al encontrarse uno de los molares del
mamut en un sembradío de maíz, por tal motivo, se tuvieron que realizar estudios
geofísicos detallados, en un primer momento para saber si el cuerpo del mamut se
encontraba completo y si esto era afirmativo, conocer el tamaño y localización exacta
del cuerpo del mamut para proponer posteriormente el área de excavación. Los
estudios incluyeron gradiente magnético, tomografía eléctrica, estudios de georradar
con antenas de 400 y 800 MHz, resistividad eléctrica, topografía con GPS y vuelos de
dron para fotogrametría (Blancas et al., 2015) (Figura 24).
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Figura 24. Estudios geofísicos para la búsqueda de la osamenta del mamut de Santa
Ana Tlacotenco en la Alcaldía Milpa Alta de la Ciudad de México (GPS, gradiente
magnético, resistividad eléctrica, georradar con antena de 400MHz, tomografía
eléctrica y georradar con antena de 800 MHz
Fotografías cortesía del Laboratorio de Prospección Arqueológica. Composición Ortiz Butrón (2025)
Los resultados de las pruebas geofísicas fueron concluyentes de que en efecto el
cuerpo del mamut se encontraba en su mayoría enterrado en el campo de cultivo y se
definió un área de 5 x 5 metros para la excavación (Figura 25).
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Figura 25. Respuestas geofísicas para la búsqueda de la osamenta del mamut (a.
gradiente magnético, b. resistividad eléctrica, c. radargrama y d. tomografía eléctrica
Composición Ortiz Butrón (2025)
Para tener un contraste de los valores de la zona superior con el de las muestras
que se obtendrían cercanas a los restos óseos del mamut, desde el inicio de la
excavación se tomaron muestras desde la superficie para la realización de las pruebas
de
spot test
(Barba et al., 2015, p. 87) (Figura 26).
Figura 26. Muestreo de la superficie antes de la excavación del mamut en Santa Ana
Tlacotenco
Fotografía Ortiz Butrón, Laboratorio de Prospección Arqueológica
Durante el proceso de excavación se observó que los restos del mamut se
encontraban completamente cubiertos por material suelto de ceniza volcánica, pero al
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llegar a la base se detectó una depresión que contenía la mayoría del cuerpo del
mamut, el cual descansaba directamente sobre el paleosuelo, y es muy probable que el
mamut haya caído dentro de la depresión y muerto en el lugar (Figura 27).
Figura 27. Excavación del mamut de Santa Ana Tlacotenco
Fotomontaje Ortiz Butrón
Por tanto, dada la cercanía del volcán San Miguel, la hipótesis a verificar,
mediante el análisis de residuos químicos, fue corroborar si, posterior a su muerte, el
mamut fue cubierto de inmediato por la ceniza volcánica, y su descomposición ocurr
dentro de esa matriz y, por tanto, los valores de sus residuos químicos permanecieron
bien conservados, o si el mamut se descompuso al aire libre, bajo el sol, lluvias, y a
expensas de los depredadores y por lo tanto los valores químicos se observarían más
degradados.
Para este estudio se pensó que a diferencia del muestreo de un piso o de una
tumba que normalmente se representa en un solo plano, por el volumen del mamut,
las muestras se tomaron desde la superficie y durante la excavación del mamut, hasta
la última capa donde aparecieron sus huesos, por tanto, hubo la necesidad de realizar
una matriz de tres dimensiones que incluyó coordenadas X, Y y Z de cada una de las
muestras, así como cada uno de los valores de los indicadores químicos con la
finalidad de crear un mapa tridimensional (Barba et al., 2015) (Figura 28).
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Figura 28. Muestreo del mamut dentro de la depresión en Santa Ana Tlacotenco
Fotografías Ortiz Butrón, Laboratorio de Prospección Arqueológica
Para ello se utilizó la aplicación
Voxler
(2012) de visualización tridimensional
que permite manejar cuatro variables y ubicarlas en un espacio tridimensional que
indicaría el contexto de enterramiento. Como en todos los casos observados en el
artículo, la intensidad del color representa el aumento de los valores en cada uno de
los residuos analizados (Barba et al., 2015, p. 93).
Para la interpretación de los resultados, se tenían pocas expectativas con el
análisis de fosfatos ya que la ceniza volcánica los presenta en gran cantidad de manera
natural, sin embargo, el estudio evidenció que los restos del mamut ubicados dentro
de la depresión presentaron valores aún más altos, evidentemente relacionados con la
descomposición de los órganos internos del mamut y la presencia del fosfato de calcio
de sus huesos (Figura 29).
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Figura 29. Distribución de valores de a. fosfatos, b. residuos proteicos, c.
carbohidratos y d. carbonatos, la línea azul representa la depresión donde cayó el
mamut
Tomado de Barba et al. (2015, pp. 94-95). Composición Ortiz Butrón (2025).
En el mapa de residuos proteicos se pueden notar enriquecimientos desde capas
más superficiales, posiblemente debidas a la presencia de fertilizantes con amonio, ya
que el área originalmente estuvo cubierta por cultivos de maíz. Sin embargo, fue
evidente que el aumento del enriquecimiento dentro de la depresión fue provocado
por la descomposición de los órganos internos del mamut (Barba et al., 2015, p. 95).
El enriquecimiento de carbohidratos dentro de la zona de la depresión donde el
cuerpo del mamut se descompuso parece sugerir el mismo patrón de enriquecimiento
que los fosfatos. Además, es conocido que este tipo de proboscideos, a semejanza de
los elefantes actuales, podían ingerir a diario más de 200 kg de pastos, que se
sumarían a la descomposición de los órganos internos del mamut por la gran cantidad
de celulosa fermentada en sus sceras. Por último, los valores de carbonatos se
asocian claramente a la descomposición del carbonato de calcio presente en los
huesos del mamut.
De este modo, y a pesar de la antigüedad del mamut de 18,460 BP datado según
el análisis de AMS de la dentina de uno de sus molares (Beramendi Orosco y González
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Hernández, 2015, p. 201), y de encontrarse en un contexto de ceniza volcánica, donde
se esperaría que se hubiesen lixiviado los residuos químicos, estos se encontraron en
muy buen estado de conservación. Lo cual se explica por un lado por la masividad del
cuerpo del mamut y por otro que la descomposición del mamut ocurrió dentro de la
matriz de ceniza volcánica y no a la intemperie (Barba et al., 2015, p. 97).
Caso Forense
Tras colaborar en varios proyectos arqueológicos y paleontológicos y de participar de
forma teórica en proyectos, cursos y diplomados para arqueólogos en contextos
forenses,
2
finalmente en el 2015 llegó un caso forense real al Laboratorio de
Prospección Arqueológica. Se trataba de una sección de un cuerpo humano localizado
en un contexto alterado dentro de una zona de cultivo. En dicho espacio se logró
excavar sistemáticamente un pequeño bulto segmentado en dos partes, donde aún se
podían apreciar algunos fragmentos de hueso.
En este caso la pregunta de investigación fue: ¿qué tipo de información se
podía sacar mediante las técnicas de
spot test
de un pequeño fragmento de evidencia?
Otra pregunta era al tratarse de un caso reciente: ¿los valores en los residuos
orgánicos estarían más concentrados que los observados para casos arqueológicos?
Se realizaron todos los análisis de rutina del laboratorio y de inmediato se
observó que las dos porciones fragmentadas se comportaban de manera diferente. En
general, la porción izquierda presentaba una mejor preservación de los residuos, y la
porción derecha revelaba una disminución de los valores a excepción de los fosfatos
(Figura 30).
Figura 30. Resultados de los valores en los residuos químicos en ambas
porciones
2
Proyecto «Los restos óseos de dos templos coloniales del Estado de Hidalgo, desde una perspectiva
bioantropológica y forense». Caltimacán, Tasquillo, Hidalgo (19 de abril del 2007); Curso:
Diplomado en Arte Forense. Sesión Arqueología. Módulo: Antropología. Escuela de San Carlos.
Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM (2008); El estudio de los residuos químicos aplicados
a la antropología forense. Universidad Autónoma del Estado de México Licenciatura; Primer
Congreso Nacional de Seguridad Ciudadana, México. 2015; «Arqueología Forense» Universidad
Veracruzana, Xalapa-Enríquez. (13 y 14 octubre del 2017).
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De todos los análisis realizados, resultaron particularmente interesantes los
valores de pH, ya que un cuerpo humano puede presentar diferentes valores, por
ejemplo: saliva 7-7,4, orina 4,5-8, sangre 7,35-7,45 y piel 4,5-5,75. Sin embargo, al
estudiar los valores de pH de ambos segmentos se observó que la porción izquierda
presentaba valores de 1-3 y la porción derecha valores de 0. Por tanto, fue evidente
que quien perpetró este acto, trató de desaparecer el cuerpo arrojándole ácido (Figura
31).
Figura 31. Resultados de los valores de pH de ambas porciones
Para complementar el estudio, existía la posibilidad de tratar de averiguar qué
tipo de ácido se utilizó para verterlo sobre el cuerpo del individuo. De este modo,
mediante pruebas específicas se sabría que si lo que se utilizó fue ácido sulfúrico
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(H2SO4), se obtendrían sulfuros-sulfatos, si fue ácido nítrico (HNO3), se obtendrían
nitratos y finalmente si se utilizó ácido clorhídrico (HCl), se obtendrían cloruros.
Para este caso se utilizó la prueba de cloruros mediante una reacción con nitrato
de plata y ácido nítrico, los cuales dieron como resultado un precipitado blanco en el
fondo como respuesta positiva (Barba et al., 1991, p. 19). Restaba saber qué tipo de
ácido clorhídrico fue utilizado, ya que el reactivo analítico es bastante caro, sin
embargo, el ácido muriático (ácido clorhídrico industrial) es fácil de conseguir en
cualquier ferretería y es relativamente barato y altamente corrosivo, por lo que se
concluyó que este fue el que se vertió sobre el cuerpo, principalmente en la porción
derecha ya que todos los valores de los residuos disminuyeron excepto fosfatos. Al
respecto es importante recordar que el fósforo proviene de tejidos, como el óseo y una
particularidad muy importante del fósforo, en su forma de fosfato, es que es muy
estable químicamente, lo que significa que permanece durante mucho tiempo en el
sitio en el que se depositó (Barba et al., 1991, p. 16) y, por lo tanto, al parecer los
fosfatos de la muestra se mantuvieron más altos en la porción derecha posiblemente
porque en dicho sector pudieron haberse localizado parte de las vísceras que
enriquecieron este sector más que la porción izquierda y al ser los fosfatos muy
estables posiblemente se vieron menos afectados por la acción del ácido (Ortiz
Butrón, 2025, p. 135).
Recientemente varios proyectos de antropología forense han incluido la
metodología de análisis del Laboratorio de Prospección Arqueológica, tal fue el caso
de la tesis doctoral de María Fortuna (2022), quien analizó 12 casos forenses con
cuerpos exhumados con la intención de comprender los patrones de descomposición
de cuerpos enterrados en fosas comunes.
Asimismo, Roberto Rodríguez Suárez() de la Universidad de la Habana realizó
varios experimentos para comprender los procesos de lixiviación de los residuos
químicos asociados a la descomposición de restos humanos (Figura 32).
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Figura 32. Patrón de lixiviación de los residuos químicos de fosfatos, asociados a un
entierro depositado en una tumba excavada en tierra
Fotografía cortesía de Roberto Rodríguez (2022). Composición Ortiz Butrón (2025)
En dicha figura puede verse claramente que a 40 cm de profundidad aún es
posible reconocer la asociación de los valores de fosfatos con la descomposición del
cadáver. Sin embargo, a 60 cm de profundidad puede apreciarse una disminución de
estos (R. Rodríguez, comunicación personal).
Conclusiones
Es muy interesante observar que después de más de 40 os de aplicación de estas
pruebas tan sencillas, rápidas y de bajo costo sigan más vigentes que nunca en la
arqueología, y dada su versatilidad puedan ampliar su aplicación también al ámbito
forense.
Este tipo de estudios pretende contribuir a la comprensión de los patrones de
enriquecimiento provocados por la descomposición de cuerpos estén o no presentes,
independientemente de su antigüedad. Para ello es importante, como ya se observó en
los casos anteriores, realizar un muestreo detallado y sistemático.
El pH del suelo, sea alcalino o ácido, permitirá valorar la conservación de los
restos, los procesos de saponificación y descomposición del cadáver dejarán su rastro
en el suelo, que será revelado a partir de la presencia de los residuos orgánicos como
las proteínas, ácidos grasos y carbohidratos, además de fosfatos y carbonatos.
Por otra parte, es importante complementar los análisis de
spot test
con análisis
cuantitativos instrumentales para tener la certeza en la interpretación, pues como se
mencionó al principio del artículo, ambos tipos de análisis son necesarios en
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diferentes momentos de la investigación, para tener una mejor interpretación
multidisciplinaria. Al respecto dado que la descomposición química de un cadáver
provoca incremento de carbono y nutrientes en el suelo como: fósforo, calcio, potasio
y magnesio, cambios en el pH, así como incremento de nitrógeno, es conveniente
complementarlo con estudios de XRF, sin embargo, dado que esta prueba no estudia
elementos orgánicos, los análisis con cromatografía son sin duda una solución al
respecto.
Por último, es altamente satisfactorio que este tipo de pruebas de residuos
químicos, como los análisis de
spot test
, puedan sumarse a la metodología de estudio
del ámbito forense en campo o en laboratorio, junto con otras pruebas físicas como lo
son los ensayos de penetración con penetrómetro y nucleadores, así como estudios
geofísicos como tomografía eléctrica, georradar, detector de metales e incluso
detector de gas metano, y de esta forma contribuir a una problemática que
desgraciadamente cada vez es más cotidiana en los países latinoamericanos, ya que es
posible mediante este tipo de pruebas reconocer enriquecimientos relacionados con
la descomposición de cadáveres.
Además, como se mostró en los ejemplos anteriores, entre más recientes sea el
evento de enterramiento, más clara será la huella química y como mostró en el
ejemplo del mamut, no importa el tiempo transcurrido, los residuos químicos pueden
perdurar a través del tiempo y ser reconocidos. Por otra parte, casos como los del
Tajín para las Estructuras 40 y 41 demostraron que este tipo de análisis rápidos,
sencillos y de bajo costo, pueden ayudar a reconocer la descomposición de un cuerpo,
aún sin contar con la evidencia de los restos óseos.
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