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Aldo Marchesi (2019). Hacer la revolución. Guerrillas latinoamericanas de los años sesenta a la caída del Muro
Claves. Revista de Historia, vol.. 5, núm. 9, 2019
Universidad de la República

Bibliográficas

Claves. Revista de Historia
Universidad de la República, Uruguay
ISSN-e: 2393-6584
Periodicidad: Semestral
vol. 5, núm. 9, 2019


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

. 2019. Buenos Aires. Siglo Veintiuno Editores. 267 pp.

Aldo Marchesi es doctor en Historia Latinoamérica y su campo de estudio son los procesos de violencia política y autoritarismo que se dieron en Uruguay y el Cono Sur en las últimas décadas del siglo xx. Sus publicaciones se refieren a esta temática siendo el libro que se reseña una reelaboración de su tesis de doctorado Geographies of Armed protest: transnational Cold War Latin American Internationalism and the New left in the Southern Cone (1966-1976), defendida en la Universidad de Nueva York en 2012.

El libro consta de una introducción y cinco capítulos en los que el objetivo de Marchesi es examinar el surgimiento, desarrollo y fracaso de una red de organizaciones de jóvenes militantes de izquierda que consideró a la lucha armada como camino para los cambios sociales. El tema central es el proceso que se inicia en la década del setenta y que lleva a la conformación entre 1972 y 1977 de la Junta de Coordinación Revolucionaria (jcr), integrada por el Ejército de Liberación Nacional boliviano, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (prt-erp) argentino y el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (mln-t) uruguayo. Posteriormente analiza la inserción de sus militantes en la transición democrática.

La descripción se realiza a través de una prosa fluida permitiendo incorporar los distintos protagonistas, individuales y colectivos, en un análisis que examina la confluencia de estos movimientos nacionales desde una perspectiva transnacional. El trabajo busca aportar elementos en tres campos: la revuelta global de los sesenta, la historia de la izquierda latinoamericana y el surgimiento del autoritarismo.

En la introducción plantea que las ciencias sociales en los años noventa abordan el tema de la insurgencia armada como una consecuencia estructural inevitable o como corolario de convicciones ideológicas que propiciaron el autoritarismo dictatorial. Marchesi aporta una mirada diferente al priorizar las relaciones personales, sentimentales y culturales de los jóvenes que fueron parte de ese proceso, sin obviar sus compromisos ideológico-políticos. El autor parte de la historización de las categorías políticas generacionales, basadas en las condiciones socioeconómicas y las oportunidades políticas que el conflicto con el Estado habilitó o clausuró.

El texto busca trascender la descripción de las acciones de los distintos grupos y las redes que se generaron para demostrar la existencia de una «cultura política transnacional radical de tono revolucionario», para lo cual el autor seleccionó cuatro aspectos: acciones, ideas, sentimientos e interpretación del proceso político regional. El seguimiento de estos elementos a través de las páginas permite ver cómo los distintos grupos mencionados confluyeron en un conjunto de ideas políticas y reflexiones sobre la realidad generando una izquierda americanista, cuyos protagonistas parecen seguir desempeñando un papel importante en la política actual.

El foco de la investigación se restringe a los llamados por el autor «militantes viajeros»: sectores medios y, en menor medida, sectores obreros urbanos que fueron quienes tenían los recursos para moverse entre los países. Marchesi es consciente de las potencialidades y limitaciones del enfoque propuesto que implica enfatizar algunos aspectos y opacar otros.

El primer capítulo explicita la visión que tenían los cubanos sobre la necesidad y posibilidad de extender la revolución en el continente, exceptuando a Uruguay y Chile por el grado de institucionalidad democrática y por la inexistencia de condiciones geográficas para realizar una acción guerrillera. Describe la formación de distintas organizaciones que en el Conosur asumieron la lucha armada como forma de responder a los reclamos de los sectores populares. Estos se enfrentan a las concepciones de aproximación al poder a través de las elecciones llevadas adelante por los grupos de izquierda instituidos, especialmente los partidos comunistas.

Ernesto Guevara aparece como una figura excluyente tanto política como simbólicamente. Marchesi da cuenta del apoyo y entrenamiento de grupos guerrilleros a través de la creación del Departamento América y de las dificultades no previstas en torno a aunar en una única organización a revolucionarios provenientes de diferentes vertientes teóricas. Las ideas del Che encontrarán enorme difusión y serán centro del debate; la idea del foco rural revolucionario comenzará a ser debatida para incorporar a la guerrilla urbana como posibilidad a desarrollar. El mln-t será quien lleve a la práctica en forma exitosa un conjunto de acciones que le darán fama internacional.

Al golpe de Estado en Brasil en 1964 le sucederán otros, que provocaron un importante exilio de militantes latinoamericanos en Uruguay. El autor nos muestra cómo se van creando redes de solidaridad e intercambio de experiencia entre argentinos, bolivianos y brasileños con los uruguayos en Montevideo entre 1962 y 1968. Las reuniones sirvieron para discutir la realidad de la región, entrenar a los militantes y financiar a los grupos que querían volver a su país para seguir luchando.

El segundo capítulo se centra en la reunión de la Tricontinental y la posterior creación de las OLAS como un intento de generar una internacional al margen de las existentes. El racconto de la reunión, los temas propuestos y centros de debate muestra la división de la izquierda latinoamericana en torno a las vías de acceso al poder. En forma paradójica los grupos más cercanos a la postura cubana no participaron, debido a la forma en que se resolvieron las delegaciones nacionales. Los partidos socialistas apoyan las resoluciones, pero su práctica político-electoral las contradijo, mientras que los partidos comunistas, siguiendo las directivas soviéticas, se opusieron. La derrota del Che en Bolivia lleva a los grupos conosureños a reforzar su crítica al foco rural, pero a esta reflexión teórica se suma la construcción de una subjetividad vinculada a la muerte del guerrillero heroico que reivindica el sacrificio, la ética revolucionaria y la violencia como emancipadora.

El tercer capítulo muestra el cambio que se produce en la región con la asunción de Salvador Allende en Chile y la posibilidad de construir el socialismo por la vía pacífica. Marchesi nos muestra como el país trasandino se convierte en el centro de encuentro de intelectuales exiliados; la existencia de instituciones académicas como Flacso habilitó un espacio de discusión, producción y profundización de un pensamiento crítico al sistema capitalista. El desarrollo de la teoría de la dependencia y su crítica, tanto al desarrollismo como al etapismo de los partidos comunistas, daba un marco teórico a los movimientos revolucionarios, planteando al socialismo como la única alternativa al fascismo.

El relato nos conduce a observar las relaciones que entablaron los distintos grupos intercambiando experiencias, (políticas. organizativas y tácticas) y los vemos trabajando juntos al integrarse al Grupo de Amigos del Presidente. Las reflexiones sobre las derrotas sufridas en sus respectivos países, hace que busquen afianzar la formación teórica y concluyan en la necesidad de enfrentar la reacción en forma coordinada. La formación de acciones conjuntas que derivaran en la jcr son rastreadas al analizar el escape de la prisión de Trelew (1972), acción en que participaron integrantes de las distintas organizaciones.

El cuarto capítulo desarrolla la creación de la jcr y sus primeras acciones. La derrota del gobierno de Allende fue analizada como el fracaso de la opción pacífica y de la necesidad de desarrollar formas concretas de lucha armada. Con la región dominada por dictaduras, Argentina se convirtió en el espacio desde donde construir la resistencia. En este proceso la influencia del prt-erp sobre el mln-t y el Ejército de Liberación Nacional (eln) fue notoria.

Es en este periodo que se organiza la represión coordinada, que comienza con Perón propiciando la reunión de los servicios de inteligencia con el objetivo de reprimir las organizaciones de izquierda a principios de 1974. Criticando algunas de las hipótesis sobre el tema, el autor demuestra que la Operación Cóndor tiene como objetivo al conjunto de las fuerzas de izquierdas, no solamente a la jcr.

El último capítulo nos muestra la fragmentación geográfica pero también política de los militantes. La izquierda en el exilio incorpora, en su discurso, a nuevos sujetos sociales y sus reclamos, la revalorización de la democracia y los derechos humanos. El relato aborda los procesos de reinserción en Chile, Argentina y Uruguay y los caminos dispares de los movimientos revolucionarios en su integración en los procesos democráticos de los ochenta. Los distintos grupos tuvieron que hacer frente a la conjunción de experiencias (exilio, cárcel y clandestinidad) en contextos nacionales que ya no eran propicios para la lucha armada.

En suma: el libro aborda el desarrollo de los grupos armados desde una perspectiva transnacional y cultural. Aporta una nueva perspectiva sobre el período en donde el régimen de historicidad cuestiona estos procesos de compromiso colectivos. El relato es rico en datos que son sustentados en un enorme aparato bibliográfico y entrevistas a los protagonistas, lo que permite seguir las redes de organización y solidaridad.



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