ANDREA ANTUÑA (2025): FESTEJAR LA PATRIA…
- 2 CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 (JULIO – DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
la mediación de Gran Bretaña, y otros que insistieron en la aprobación de un
primer texto constitucional en 1830 como garante de la independencia total. Este
momento de debate ha sido el más visitado por la historiografía uruguaya (con
aportes relevantes como los de Carlos Demasi, Gerardo Caetano, Tomás Sansón,
Ana Frega, José Rilla, entre otros). Por el contrario, las conmemoraciones previas
han recibido menos atención historiográfica, tal vez porque la discusión pública
no resultó tan vehemente como en la tercera década del XX.
El libro de Andrea Antuña llena en parte ese vacío historiográfico al iniciar
el análisis con el proceso de celebración de la independencia del año 1858 y cerrar
con los festejos del centenario de la Batalla de las Piedras en 1911, que sirvió para
zurcir definitivamente el relato que estableció la relación histórica entre José
Artigas y la independencia del Uruguay. El eje del interés de Antuña es la
monumentalización de las conmemoraciones independentistas, pero no lo hace a
través de una estatua o un mausoleo, sino que sigue el derrotero de las
construcciones efímeras (de yeso, madera, cartón) como ser los arcos que se
utilizaban por unos días y que mayoritariamente se destruían al final de cada
celebración. Estas arquitecturas efímeras son la excusa que la autora utiliza para
recorrer el largo proceso de constitución de la nacionalidad uruguaya, los
distintos momentos que jalonaron la formación de una idea de fecha patria y los
artefactos culturales utilizados para construir ese relato conmemorativo.
Es interesante la estrategia metodológica a la que Antuña recurre, ya que
intenta demostrar la sociabilidad, los intercambios y prácticas colectivas que se
forjaron alrededor de las celebraciones y que incluyeron, por ejemplo, a los
sectores populares a través de las campañas de recaudación de fondos o el
involucramiento de artesanos y artistas en los festejos en general y en la
elaboración de las obras efímeras.
El libro se divide en tres capítulos. En el primero, Antuña estudia los tres
días que entre el 4 y el 6 de octubre de 1858 fueron utilizados para conmemorar
la ratificación de la Convención Preliminar de Paz de 1828. El 25 de agosto de
1825 no formó parte de las fechas a celebrar (pues no integraba la ley de fiestas
cívicas de 1834) y fue lo que la autora llama, una fecha nómada que ingresó al
repertorio de celebraciones públicas luego de la ley de feriados del 10 de mayo de