CLAVES. REVISTA DE HISTORIA
VOL. 11, N.° 21 JULIO DICIEMBRE 2025
ISSN 2393-6584 - MONTEVIDEO, URUGUAY
Pp. 1 - 6
FORO
Reflexiones sobre el cierre temporario
de la Biblioteca Nacional de Uruguay
De puertas abiertas
Mónica Maronna
1
Universidad de la República, Uruguay
DOI: https://doi.org/10.25032/crh.v11i21.2646
Cuesta imaginar otro contexto más complicado que aquel mayo de 1816 fecha,
de la inauguración de la Biblioteca Nacional. Se concreta en pleno proceso
revolucionario, con varios frentes de lucha internos y externos abiertos. Un año
antes, el Presbítero y Vicario interino en Montevideo, Dámaso Antonio Larrañaga, le
pid al Cabildo de Montevideo un lugar donde la gente accediera a la la lectura
gratuita y pudiera ir «todo el que deseara saber». Muy pocos recursos, pero mucha
convicción y entusiasmo. El proyecto, inspirado en la de Buenos Aires de 1810, partía
del pleno convencimiento de la importancia del conocimiento en tiempos en que,
como decía Larrañaga: «Todo hay que hacer porque estamos en una infancia
política». No hubo precariedad capaz de interponerse con ese proyecto.
2
Su
1
Mónica Maronna. Doctora en Ciencias Sociales por la UBA, Argentina y egresada de Historia en
el IPA. Es profesora e investigadora en régimen de dedicación total en la Facultad de Información y
Comunicación de la Universidad de la República e integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Sus publicaciones y temas de investigación se relacionan con el siglo XX uruguayo y se ha
especializado en historia cultural de los medios de comunicación en Uruguay.
2
Carta de Dámaso Antonio Larrañaga al Cabildo de Montevideo solicitando la creación de una
Biblioteca Pùblica. 4 de agosto de 1815. Comision Archivos Histórico. Ministerio de Educación y
Cultura. Archivo Artigas, tomo 26, Monteverde, Montevideo, 1992. p 338 y ss.
DE PUERTAS ABIERTAS
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inauguración se realizó en el marco de las fiestas conmemorativas del 25 de mayo de
1810. Las fiestas mayas duraron varios días de celebración repleta de todos los
símbolos revolucionarios y el profundo reconocimiento a los «valientes orientales»
que peleaban por la patria. El domingo 26 de mayo de 1816 fue el turno de inaugurar
la nueva institución. La Biblioteca Nacional nacía muy pobre, pero con certeza del
conocimiento como parte de la libertad y la independencia. El discurso de su
fundador fue publicado y distribuido por orden de José Artigas. Un texto que vale la
pena conocer o volver a recorrer.
3
Los discursos, las formas y los tiempos de comunicar siempre fueron
importantes, y lo son cada vez más dada la velocidad con que circulan los mensajes.
El 26 de mayo de 2025, la primera vez que se presentaba publicamente la nueva
directora de la anunció u cierre temporal. Dedicó su intervención a mencionar una
crisis profunda y la necesidad de un tiempo para pensar. Hizo este anuncio sin un
plan de contingencia y sin un esbozo de proyecto resultó, como mínimo, algo
inesperado, poco feliz e inoportuno sin lograr el objetivo que aparentemente buscaba
alcanzar. Pocos días más tarde anunció una apertura progresiva con agenda.
No cabe duda que la Biblioteca Nacional necesita entrar en el siglo XXI. Para
empezar, necesita superar su crónica precariedad presupuestal. Pero si se aspira a
su transformación se deben evitar algunas tentaciones como la tendencia a aferrarse
a prácticas y rutinas anacrónicas, encandilarse por las promesas tecnológicas o
suponer que es un lugar solo para especialistas.
Resulta imprescindible integrar bibliotecas, museos y archivos dentro de
políticas culturales integradas. La herencia documental requiere acciones
colaborativas e interconectadas entre las instituciones públicas y privadas para
compartir recursos, tecnologías, saberes y asegurar un acceso cada vez más amplio y
eficiente. Los problemas para el resguardo del legado en todos los soportes, presenta
muchos desafíos para su acondicionamiento actual en las mejores formas posibles.
3
Texto completo disponible en:
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/47276?mode=full
MÓNICA MARONNA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA - 3 -
La información atesorada en bibliotecas, archivos y museos son bienes culturales a
preservar que pertenecen a la sociedad entera y no deberían escatimarse recursos
porque se trata de asegurar su acceso presente y futuro.
El origen de los acervos que custodia cada institución forma parte de la
historia documental y de la forma en que cada colección u objeto llegó a ese lugar y
no a otro. Con excepción de los libros donde existe una ley de depósito legal que
obliga a enviar ejemplares a la Biblioteca Nacional, el resto de los acervos se han ido
conformando de maneras muy diversas. La propia Biblioteca Nacional cuenta con
un valioso archivo documental de autores, colección de imágenes, manuscritos,
cartas entre tanta documentación valiosa que fue legada a lo largo de su historia. El
conjunto de acciones y decisiones necesarias para asegurar la permanencia de
documentos producidos en soportes muy variados, es continua. Todos los que
trabajan en este campo saben que estas acciones requieren resolver múltiples
problemas. No solo experimentaron que no se puede trabajar aisladamente, sino que
el verdadero sentido de preservar está en función de su fin principal que es ponerlo
al servicio de la sociedad. Ninguna organización por sola cuenta con todos los
recursos materiales o humanos especializados necesarios. ¿Qué mejor que
aprovechar la experiencia del Centro de Documentación Lauro Ayestarán ubicado en
la misma Biblioteca Nacional?
En tiempos de cambio climático el resguardo es un problema de primer orden
para todas las instituciones y su imprevisión pone en riesgo el patrimonio. Parece
sensato proyectar acciones conjuntas para asegurar soluciones planificadas para
asegurar su conveniente resguardo. Una asociación interinstitucional entre
bibliotecas, museos y archivos, asegurando a cada una de ellas su identidad y
cometidos propios, es un primer paso indispensable para mejorar las condiciones y
optimizar los recursos. A su vez, la interoperatividad favorecerá al usuario que puede
moverse más cómodamente entre los recursos disponibles y disfrutar de ellos. Las
insituciones deben correrse de su zona de confort en aras de asegurar las mejores
condiciones.
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En esta misma línea de colaboración y trabajo conjunto respetando cada saber
especializado, la Biblioteca Nacional necesita más personal. Las cifras indican el
notorio descenso de funcionarios y explica las carencias para la atención al público,
y realizar todas las tareas necesarias. No cabe duda que el esfuerzo presupuestal
deberá atender esa necesidad. Pero además de contemplar el ingreso de
bibliotecólogos o archivológos es necesario contar también con comunicadores,
ingenieros de sistema, personal de mantenimiento edilicio, gestores culturales e
investigadores por citar unos pocos ejemplos. El historiador Peter Burke señalaba
que parece existir una tendencia a la hiper especialización. Un Leonardo da Vinci fue
excepcional, por eso vale la pena preguntarse si pueden existir los polímatas
grupales, es decir si es posible trabajo colectivo. Entre los tantos argumentos
escuchados en la prensa recientemente sobre el estado de la Biblioteca Nacional,
algunos de ellos se referían a la escasez de bibliotecólogos en la institución. Es cierto,
es necesario incorporar más profesionales con saberes muy especificos pero solo si
se avienen a un trabajo en conjunto desapegados de toda tentación corporativa. La
colaboración entre diferentes saberes especializados tiene que ir acompañado de un
compromiso capaz de sacudir inercias y rutinas de trabajo endogámicas.
La digitalización se convierte en un fuerte desafío que es necesario encarar
tanto de lo que ya se ha hecho como lo que queda por hacer. El camino ya está abierto
porque la Biblioteca Nacional ofrece en línea materiales diversos: prensa de todo el
país, catálogos y una colección de textos con alto valor patrimonial. Lo mismo ocurre
con el repositorio Anáforas, originado en la Facultad de Información y
Comunicación de la Universidad de la Repùblica bajo el impulso de la dra. Lisa
Block, uno de los sitios más consultados por la amplitud y calidad de los materiales
que integra.
Pero escanear para su digitalización es solo el comienzo. En una vertiente se
convierte en una ventana de oportunidades inconmensurable para el acceso al
conocimiento, en la otra, si no se desarrolla de forma cuidadosa, organizada y
planificada puede terminar en un esfuerzo escaso o en nueva forma de dependencia
cultural. De todos los asuntos que implica esta opción, alcanza, como ejemplos,
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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA - 5 -
pensar en dos aspectos: el respaldo de la información y la interoperabilidad. Nadie
puede garantizar que no se produzca la obsolescencia de los soportes de
almacenamiento, del software o el aumento de tarifas por subir material a la nube.
Todas las decisiones que se tomen en este aspecto suelen ser muy costosas. Una
Biblioteca Pública debe establecer los criterios culturales con total autonomía y sin
sometimiento a las reglas de las plataformas y los sesgos algorítimicos. Es una
institución convocada a jugar un papel clave para resguardar el legado cultural de las
reglas del mercado dedicadas a medir y monetizar como unico parámetro de calidad
de las obras.
«Venid todos! Desde el africano más rústico hasta el más culto europeo»,
proclamó maso Antonio Larrañaga durante la inauguración de la Biblioteca.
Efectivamente, el siglo XXI sigue siendo una institución pública destinada a salir al
encuentro de sus públicos. No es que la gente no quiera ir a una biblioteca, es que no
encuentra nada atractivo ni confortable. Como lugar, requiere cambios, mejoras
permanentes, porque los libros «pesan» en cualquier edificio, ocupan estantes, son
sensibles a la temperatura, la humedad, los insectos, requieren atención continua.
Pero ante todo es necesario proyectar espacios renovados, modernos confortables
para que todo el que pasa por sus puertas se motive a entrar y se sienta en su casa.
Las bibliotecas son espacios culturales, donde siempre hay algo nuevo para conocer,
lugar de muestras artísticas y encuentro entre lectores y autores y porqué no,
también un espacio de sociabilidad y de integración. Las bibiotecas frías y sombrías
pertenecen al pasado.
Cientos de obras uruguayas se registran anualmente en el depósito legal, cifra
nada desdeñable que contraría las percepciones superficiales de que no hay creación.
Obras que no siempre perduran en el mercado. Producciones nacionales en
diferentes formatos que, si no las conserva el Estado, se perderían para siempre. El
cambio en la forma de leer y escribir es muy grande, es extraordinaria, estamos
situados en medio de un cambio muy profundo. Las múltiples formas de leer, en
papel o en pantallas y con el auge de los audiolibros en el mundo, resultan un giro
capaz de desafiar las predicciones apocalípticas que siempre se han empeñado en
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juzgar negativamente los cambios en las prácticas culturales. La convivencia de
práctivas viejas y nuevas sugiere la necesidad de ampliar la oferta de textos en una
variedad de soportes.
Asomarse al siglo XXI significa una bibloteca de puertas cada vez más
abiertas, con variedad de propuestas y salas capaces de dar cabida a la multiplicidad
de públicos, para los que prefieren el sonido, el audiovisual, el papel o las pantallas.
No es solamente un recinto exclusivo para investigadores (aunque bueno sería que
se nos ofrecieran mejores condiciones que las actuales), una biblioteca pública es
ante todo un espacio de mediación entre todos las personas y los textos. En la obra
«Los demasiados libros», su autor, Gabriel Zaid, señalaba: «Escribir, publicar y
distribuir libros es como lanzar botellas al mar: su destino es incierto. Y, sin
embargo, una y otra vez, se produce el milagro: un libro encuentra su lector, un lector
encuentra su libro».
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Crear las condiciones del encuentro debería ser el foco
principal de las politicas culturales.
4
Zaid, Gabriel, Los demasiados libros. México, Ramdon House Mondadori, 2011. Edición Digital.
p69.