UNA BIBLIOTECA PARA EL SIGLO XXI
- 2 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 - (JULIO - DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
defectos— de las grandes bibliotecas me han animado, al igual que a los académicos
uruguayos, a reflexionar sobre cómo sería una biblioteca ideal, tanto ahora como en
el futuro, si la biblioteca, definida como un edificio lleno de libros impresos, no corre
el riesgo de volverse obsoleta en la era digital. Como amante de los libros e hijo de
un librero anticuario, espero fervientemente que esto no suceda y me reconforta
saber que las nuevas tecnologías a menudo complementan a las antiguas, en lugar
de reemplazarlas: la imprenta, por ejemplo, no expulsó a los manuscritos, así como
la escritura no expulsó al habla.
Mi receta para una gran biblioteca ideal refleja inevitablemente los intereses
de un académico en humanidades, pero lo que sigue es también un intento de
reflexionar sobre las posibles necesidades de otros grupos. Esta biblioteca ideal para
el siglo XXI ya no puede limitarse a los libros (con salas de lectura especiales para
libros raros y manuscritos). Sería una «Casa del Conocimiento» o «Casa de la
Sabiduría», como el Dār al-ʿIlm en El Cairo medieval y el Bayt al-Ḥikmah en el
Bagdad medieval. Hoy en día, este ideal depende de la inclusión de colecciones de
imágenes (desde grabados hasta vídeos), sonidos (música, discursos, poemas, etc.) y
medios mixtos como películas, ya sea que estas colecciones se encuentren en la
biblioteca principal o en edificios separados cercanos.
La biblioteca debería estar ubicada en el centro de la ciudad (en el caso de una
biblioteca nacional, en la capital), en un distrito que también contenga museos y
universidades. Idealmente, la biblioteca debería tener un jardín o, al menos, estar
situada muy cerca de un parque público, para que los lectores puedan descansar al
aire libre. También debería incluir uno o más cafés, no sólo para el descanso sino
también para la sociabilidad intelectual, ya que en el diálogo se construyen o critican
muchas ideas.
Debería estar abierta al menos algunas tardes a la semana, para quienes
trabajan a tiempo completo durante el día. Pienso en una biblioteca nacional es
principalmente como un recurso para académicos, pero también un lugar que acoge
tanto al público en general como a estudiantes, cada uno con necesidades diferentes.
Muchos estudiantes, por ejemplo, necesitan más un lugar para sentarse con sus
computadoras portátiles que un depósito de libros, como cientos de ellos a diario en
la Biblioteca Británica, que ha proporcionado espacios amplios fuera de las salas de