FERNANDO ADROVER
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA - 3 -
Pero la conservación de estos materiales y su préstamo al público se ve afectado no
sólo por las condiciones antes enumeradas, sino también a menudo por cierto caos
organizativo. A título de ejemplo o anécdota, debo citar mi odisea en la búsqueda de
un medio de prensa central para mi tesis de doctorado, el periódico La Escoba. Lo
solicité por primera vez en 2019, antes del advenimiento de la pandemia de Covid-
19, pero el material no fue encontrado, se lo dio por perdido. Tras varias solicitudes
y en el marco del cierre de la institución, los funcionarios se comprometieron a una
búsqueda que no dio sus frutos. Tras la reapertura de la Biblioteca hice múltiples
pedidos para que se continuara buscando el material, haciendo un inventario
completo de todas las publicaciones con denominaciones similares junto a las que
La Escoba podría haber sido mal guardada. Nuevamente no tuve éxito. En 2024, en
uno más de mis pedidos ya rutinarios, una funcionaria encontró finalmente la
publicación. Nunca supe muy bien cómo ni qué había sucedido con ella en los años
anteriores. Fueron más de cinco años del desarrollo de una investigación sin contar
con una fuente central debido a las deficiencias de la institución.
El segundo gran problema de la Biblioteca Nacional, que se suma al anterior, es el
del acceso. Durante varios años los usuarios presenciamos atónitos cómo la
Biblioteca establecía un horario especial de verano, en virtud de las licencias de sus
funcionarios, para luego convertir esa reducción transitoria en una definitiva. La
restricción del horario de atención al público ha sido una constante en los últimos
años, a lo que se suman los recortes eventuales que se suscitan ante la ausencia de
algún funcionario que no cuenta con un reemplazo. De esta forma, ir a la biblioteca
cada semana implica tener que detenerse a leer con atención los carteles que se
pegan en los mostradores y ventanillas para informar que tal o cual sección abrirá en
un horario aún más restringido que el general de atención al público o simplemente
permanecerá cerrada por un período de tiempo. A veces se tendrá la suerte de poder
pedir revistas, diarios, libros, pero raramente todo ello en una misma jornada de
trabajo. Esta situación obedece a la falta de funcionarios, que se ha profundizado sin
que existiera plan alguno para cubrir vacantes y restituir servicios, más allá de
«parches» temporales que implican para el resto de los funcionarios la formación de
un trabajador para una tarea en la que sólo permanecerá unas pocas semanas. Por
todo esto, para un investigador, que a menudo realiza tareas docentes o tiene otro
empleo, los horarios restrictivos de la Biblioteca Nacional presentan severas trabas
al desarrollo normal de su trabajo académico.