CLAVES. REVISTA DE HISTORIA
VOL. 11, N.° 21 JULIO DICIEMBRE 2025
ISSN 2393-6584 - MONTEVIDEO, URUGUAY
Pp. 1 - 29
«Para que los reparta entre los Indios». Economía
de la militarización indígena y circulación de
dinero en las fronteras pampeanas (1820-1890)
1
«To distribute among the Indians». Economy of
Indigenous Militarization and Circulation of Money on the
Pampean Frontiers (1820-1890)
Luciano Literas
2
Universidad de Buenos Aires
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
https://orcid.org/0000-0001-7156-9497
DOI: https://doi.org/10.25032/crh.v11i21.2539
Enviado: 05/02/2025
Aceptado: 18/06/2025
Resumen: El trabajo aborda las transformaciones sociales y económicas que
experimentaron las poblaciones indígenas que habitaron las fronteras de las
llanuras pampeanas (provincia de Buenos Aires, Argentina) en el transcurso del
siglo XIX. En específico, es una primera aproximación a las conexiones que hubo
entre la diplomacia interétnica y la militarización indígena bajo órbita estatal, con
la circulación de dinero en la sociedad indígena. El análisis muestra la difusión
del uso de este bien como medio de compensación y pago de sueldos, en
simultáneo a la multiplicación de cuerpos militares de indios amigos a lo largo de
1
Una versión preliminar de este trabajo fue presentada y discutida en el marco de workshop
«Armas, política y sociedad en tiempos de guerra (del siglo XVIII a inicios del siglo XX)»
realizado en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en la ciudad de
Tandil en julio de 2024.
2
Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, y doctor y magíster en
Antropología Social y Cultural por la Universitat Autònoma de Barcelona. Trabaja como
investigador independiente del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas de Argentina), en el Instituto de Ciencias Antropológicas, es docente de las materias
Enfoque Cuantitativo de Investigación en Antropología Sociocultural y América en Contexto, del
Departamento de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras (FFYL), de la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y editor ejecutivo de la revista académica Memoria
Americana. Junto con Lorena Barbuto dirige el programa de extensión universitaria Revisitar.
Historias de las Fronteras (Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil, FFYL,
UBA).
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
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varias décadas, y plantea nuevas hipótesis de trabajo sobre los cambios sociales y
económicos asociados con ello a fines del siglo.
Palabras clave: pueblos indígenas, frontera, dinero, militarización.
Abstract: The paper addresses the social and economic changes experienced by
Indigenous Peoples who inhabited the frontiers of the Pampean plains (Buenos
Aires province, Argentina) during the 19th century. It is a first approach to the
links between interethnic diplomacy and Indigenous militarization under state
control, in parallel with the role of currency within Indigenous society. The
analysis shows the spread of currency use as a means of compensation and salary
payment, concurrent with the multiplication of military corps of «indios amigos»
over several decades, and proposes new hypotheses about the associated social
and economic changes at the end of the century.
Keywords: indigenous, frontier, money, militarization.
1. Introducción
En 1836 murió Venancio Coñuepán, en el transcurso de un malón sobre
Bahía Blanca, enclave austral de la frontera de la provincia de Buenos Aires con
los territorios indígenas de las llanuras pampeanas. Este líder indígena había
participado de las campañas patriotas durante las Guerras de Independencia en
Chile y después se desplazó allende la cordillera de los Andes, para combatir a las
montoneras realistas. Allí trabó relación con Juan Manuel de Rosas, en calidad
de indio amigo y en 1828 participó de la fundación del fuerte Protectora
Argentina, que dio origen a Bahía Blanca, junto al coronel Ramón Estomba.
Coñuepán obtuvo el rango de coronel del ejército argentino y al fallecer, un juez
de primera instancia de Buenos Aires ordenó al juez de paz de aquel punto, labrar
la testamentaria y valuación de sus bienes.
3
Estos fueron inventariados y
quedaron en manos del comandante del fuerte, hasta ser cedidos al hijo y
heredero del cacique. El patrimonio consistía en aperos para montura, elementos
militares y ornamentales,
4
ponchos ingleses, mantas pampas, algunos animales y
3
Archivo General de la Nación (AGN), sala X, caja 1567, Buenos Aires, 15 de junio de 1838.
4
Espuelas, cabezadas, estribos, borla para sable, rebenque de plata y un cinturón con galón de
oro.
LUCIANO LITERAS
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una bandera nacional. Además, Coñuepán poseía 1.000 $ metálicos en patacones,
bolivianos, peruanos, patrios, mexicanos, españoles, chilenos y macuquinas
coloniales.
La adquisición de dinero por parte de indígenas se remonta a tiempos
coloniales, en virtud de diferentes prácticas y vínculos con la sociedad hispano-
criolla. Para nuestro período de estudio, la testamentaria de Coñuepán es una de
las primeras y más detalladas evidencias de este hecho. De hecho, la cantidad y
diversidad de monedas del patrimonio de este cacique «amigo» del gobierno
bonaerense,
5
inspiró las preguntas que trataremos a continuación, aunque sea,
en muchos casos, a modo exploratorio: ¿qué relaciones y prácticas subyacieron a
la circulación de dinero en las poblaciones indígenas de la frontera? ¿cómo y por
qué la militarización bajo órbita estatal, en calidad de indio amigo, fue un factor
asociado a la adquisición de dinero?, esta última ¿se circunscribió a los caciques
o se extendió a capitanejos y hombres de lanza? ¿cómo cambió este hecho a lo
largo de las diferentes coyunturas del siglo?
Para la década de 1820 la militarización indígena resultante de la
diplomacia fronteriza, no era un fenómeno nuevo. En el Virreinato del Río de la
Plata, durante el siglo XVIII, en Chaco, Córdoba, San Luis, Santa Fe y Buenos
Aires, diferentes líderes de tierra adentro negociaron y construyeron lazos
diplomáticos con la sociedad hispano-criolla, fueron considerados amigos por la
Corona española e incluso dieron auxilio militar (Bechis 2008; Nacuzzi, «Los
caciques amigos…», «Los grupos étnicos…»). De hecho, las prácticas y relaciones
que dieron lugar a esta categoría se remontan a los inicios de la experiencia
colonial, en distintos espacios de América (Matthew y Oudijk 2007). En la
Araucanía, zona de donde provenían Coñuepan y varios de los líderes de los que
hablaremos aquí Cañiuquir, Caneullán, Rondeau y Collinao, por ejemplo,
6
5
La condición de amigo y en específico de indio amigo tiene orígenes coloniales (Nacuzzi, «Los
caciques amigos…») y durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas en la provincia de Buenos
Aires tuvo especial auge en el marco del Negocio Pacífico de Indios (Ratto, «Cuando las
fronteras…», «Una experiencia…») y más allá de cambios que no pueden pasarse por alto,
continuó durante la segunda mitad del siglo XIX (De Jong 2008; Literas 2023; Literas y Barbuto
2021).
6
Los conflictos y enfrentamientos poscoloniales entre patriotas y realistas que siguieren a la
proclamación de la independencia en Chile, denominados como Guerra a Muerte, contaron con
la participación de las parcialidades indígenas en uno y otro sector (Villar y Jiménez 2011). Para
continuar la alusión a algunos de los caciques de los que hablaremos, por ejemplo, mientras
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
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desde fines del siglo XVI hay evidencia de «indios amigos» de la Corona y su
auxilio militar en la frontera (Contreras Cruces 2022; Obregón Iturra 2008; Ruiz-
Esquide Figueroa 1993) producto de la diplomacia fronteriza (Inostroza Córdova,
«El circuito comercial…»), acomo de su persistencia hasta el siglo XIX (Bengoa
1996; Pinto Rodríguez 2000).
Esta institución fronteriza
7
estuvo ligada entre otros aspectos, a uno
central del que hablaremos aquí: los mecanismos de compensación por auxilio
militar a través del pago con dinero a caciques y seguidores.
8
Esto implica dejar
provisoriamente a un lado conscientes de las limitaciones que ello implica el
comercio habilitado por las alianzas políticas fronterizas (Alemano 2024;
Inostroza Córdova, «La expansión…»), así como el racionamiento en ganado
(Foerster y Vezub 2011; Ratto, «Cuando las fronteras…»). Lo hacemos para
trabajar en profundidad la hipótesis de que la incorporación y circulación de
dinero en la sociedad indígena de las fronteras bonaerenses estuvo asociada a la
militarización bajo órbita estatal
9
y que este fenómeno contribuyó a generar
cambios en las pautas económicas a fines del siglo XIX. Resta aún indagar, sin
embargo, sobre el alcance y los rasgos de las conexiones entre uno y otro hecho.
Si observamos la Araucanía, es sugerente el cambio que se da entre el siglo XVII,
cuando los funcionarios coloniales pagaban en ovejas los mocetones o capitanejos
capturados por los indios amigos (Ruiz-Esquide Figueroa 1993), y fines del siglo
XIX, cuando los caciques amigos percibían cada mes un sueldo del gobierno
(Bengoa 1996).
En definitiva, en este trabajo nos proponemos analizar los mecanismos de
compensación que empleó el gobierno de la provincia de Buenos Aires primero y
Cañiuquir, Rondeau y Caneullán lo hicieron con los realistas y más específicamente en la
montonera de los hermanos Pincheira; Coñuepan y Collinao lo hicieron con los patriotas.
7
Con institución me refiero a un conjunto coherente y sistemático de prácticas, lenguajes y
relaciones sociales y políticas, mutuamente inteligibles para los actores y prolongadas en el
tiempo. Para un ejemplo de amplio desarrollo, ver White (2009).
8
No me voy a detener aquí en otros muchos aspectos que han señalado la mayor parte de la
bibliografía reseñada sobre los indios amigos como las razones, la cantidad y el tipo de auxilio
militar. Para el caso específico de las llanuras pampeanas, remitimos a Literas («¿De qué
hablamos…», «Armas, parentesco…», 2017, 2020, «Nombres y números…») y Literas y Barbuto
(2021).
9
Como muestra abundante bibliografía, la militarización indígena distó mucho de ser un
fenómeno homogéneo caracterizado por la incorporación subordinada, regular y permanente de
cuerpos indígenas a la administración militar de los Estados provinciales o nacionales. Al
respecto, ver De Jong (2014), Gambetti (2013), Literas (2023) y Literas y Barbuto (2021).
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el gobierno nacional después, por el auxilio militar de los indios amigos en la
frontera, e identificar sus cambios en el largo plazo. Más en específico, haremos
foco en los vinculados la circulación de dinero. El análisis se inscribe en una línea
de investigación más amplia, que hace foco en las características y las
transformaciones de la vida económica indígena en los espacios fronterizos, en el
contexto de formación de una economía capitalista y la consolidación del Estado
nacional argentino.
2. La economía en la militarización temprana: «cinco mil trescientos
pesos para que los reparta entre los Indios»
10
A inicios del siglo XIX, existían vínculos diplomáticos y comerciales que
enlazaban a las ciudades y pueblos del sur del antiguo Virreinato del Río de la
Plata, con parcialidades indígenas del espacio pampeano-patagónico; así como
algunas experiencias de auxilio militar (Bechis 2008, 2010; Palermo 1999; Ratto
2007).
11
Uno de los primeros y principales testimonios sobre estos vínculos y la
institución de los indios amigos proviene de Pedro Andrés García, quien entre
1810 y 1822 viajó a diferentes puntos del actual sur de la provincia de Buenos
Aires.
12
Según García, la expansión al sur del Salado por parte de labradores y
hacendados trascendía los límites acordados en los tratados de paz con los
pampas, quienes reaccionaban «siempre que los indios se acuerdan de sus
derechos o sueñan hallarse ofendidos» (Gelman 90). Los itinerarios de García
incluyeron Cruz de Guerra, paraje emparentado a la diplomacia interétnica y
donde poco después se proyectaría la nueva frontera (Parchappe 1977). Allí se
reunieron contingentes indígenas con fines comerciales y García recibió mensajes
10
AGN, s. X, fondo División Nacional, Sección Gobierno (DN-SG), c. 3731, f. 69, 11 de diciembre
de 1835.
11
Al menos desde fines del siglo XVIII se organizaron expediciones con fines diplomáticos,
geográficos y comerciales al sur. Al respecto, ver Enrique y Vollweiler (2020), Mollo y Della Mattia
(2009), Nacuzzi (2013), Nacuzzi y Tourres (2018) y Vollweiler (2018).
12
A días del pronunciamiento revolucionario de 1810, García fue elegido por la Primera Junta
para estudiar la campaña bonaerense y las fronteras, tarea que desarrolló hasta 1822. En estos
años incursionó en Salinas Grandes (1810), rele estadísticamente la campaña y delineó los
planos de partidos (1812), fue comisionado para un proyecto de fronteras y parlamentar con
parcialidades indígenas (1814), presentó un nuevo plan de fronteras estando preso (1816), asesoró
a Cornelio Saavedra en temas de frontera y dirigió una expedición a sierra de la Ventana (1819) y
propuso otro plan para las fronteras y redactó un nuevo informe sobre la campaña (1821) (Gelman
1997).
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
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anunciando el arribo de otros, «para tratar» (Biedma 172). Estos fueron
acompañados de hombres de lanza, recibidos con salvas de artillería y con mate,
yerba, tabaco, pasas, galletas y aguardiente. Entonces, García «les manifestó que
llevaba plenos poderes para tratar con todos y cada uno de los caciques» (Biedma
173). Algunos, posteriormente, protegieron su marcha hacia el sur, recibieron
obsequios y en parlamentos consintieron la construcción de pueblos no
indígenas.
13
García habló de los indios amigos, a quienes consideró dispuestos a tratar
con el gobierno e incluso ceder tierras. Para ello, según García, no era conveniente
el «derecho de conquista», que solo provocaba temor a la privación de tierras y
bienes, sino el convencimiento de las bondades de «mezclarse con nosotros, y a
entrar en nuestra sociedad […] luego serán unos miembros útiles del estado»
(Gelman 96-97). García aludía a que sobrellevaran las mismas obligaciones y
derechos que el resto y prestaran atención al comercio. Además, debían
avecindarse con ellos, porque atraerían a otros grupos de tierra adentro y
practicarían la labranza, cría ganadera, platería, herrería y el tejido.
En efecto, Silvia Ratto reconstruyó cómo a partir de 1826, con la
designación de Juan Manuel de Rosas a cargo del Negociación Pacífica de Indios,
Buenos Aires formalizó y promovió esta trama de vínculos diplomáticos.
14
En ella,
tuvo un lugar central el intercambio de bienes que incluyó la determinación de
valores fijos para algunos productos (y evitar abusos de los comerciantes criollos),
así como garantizar enclaves estables para el comercio. Además, se regularizó la
entrega de bienes y animales a las parcialidades. Ratto muestra que cuando Rosas
fue electo gobernador de Buenos Aires en 1829, este sistema de relaciones
interétnicas se perfeccionó y financió con la creación del Negocio Pacífico de
Indios. Un aspecto clave fue el asentamiento de contingentes indígenas en las
13
Estos parlamentos comenzaban con una recepción con salvas de cañonazos ya que García
creía que les agradaba y ahuyentaba al diablo y las brujas―, y el obsequio de alimentos. Los
parlamentos se repitieron en los diferentes viajes de García, registrándose la participación de
Lincón, Pichilincoy, Ancaliguen, Chanabilú, Neculpinchuí, Pitrí, Avouné, Huilletrur, Llanquelen,
Chañapan, Epuan, Califiau, Cachul, Catriel y Pichincurá. Cuenta García que cada uno de estos
líderes se asentó con sus hombres de lanza y familias en distintos puntos próximos a donde se iba
a llevar a cabo el parlamento y de hecho ensayó una estimación del volumen de cada una de las
parcialidades.
14
Al respecto ver, entre muchos otros de la autora, Ratto (1994, «Cuando las fronteras…», «Una
experiencia…», 2007).
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fronteras, de la mano de prestaciones militares a cambio de la provisión de bienes
de uso y consumo. Ratto precisó el volumen y tipo de racionamiento, sus
variaciones en virtud de las relaciones de fuerza en las fronteras, los efectos en la
relación entre caciques y seguidores y la incidencia de la diplomacia interétnica.
En efecto, el racionamiento estuvo asociado a la necesidad de persuadir y
canalizar la movilización militar de las poblaciones indígenas (De Jong 2014)
15
y
se ha vinculado con procesos de diferenciación y jerarquización social, que
alteraron la estructura horizontal indígena (Vezub 2013). Además, los abordajes
de Ratto y de otras autoras (Cutrera 2012; Quijada 2011) advirtieron la
circulación de moneda, en calidad de medio de pago por el trabajo indígena y
también, en específico, por la participación en los piquetes de armas y junto a la
entrega de ganado.
16
A fines de agosto de 1827, el capitán de coraceros del fuerte Independencia
comunicó «á los Indios Amigos que reclaman nuestro auxilio, que el Gobno estaba
tomando medidas activas».
17
Además, informó al gobierno provincial que les
había dado tabaco, harina, yerba y papel, por un valor de algo más de cien pesos
y conservó otros trescientos para las restantes ocasiones en que debiera
contentarlos. En ocasiones, según las versiones de los jefes militares de la
frontera, la provisión de estos bienes surgía de la demanda persistente de los
caciques. En octubre Coñuepan se presentó ante Ramón Estomba, coronel del
regimiento de caballería de línea, en aquel fuerte, al frente de una comitiva de
más de cuarenta hombres, algunos cautivos de Salto y cazadores a caballo del
ejército chileno. El cacique los puso a disposición del gobierno y dijo ser amigo
personal de Bernardo O’Higgins. Allí, contó Estomba, la comitiva y en especial
las mujeres cautivas recibieron vestuarios y obsequios de los vecinos. El gobierno
15
Algo que pudo ser concebido por los caciques como prueba de pacto de gobernabilidad o
arriendo de las tierras ocupadas por el Estado (De Jong y Ratto 2008; Foerster y Vezub 2011).
16
Es preciso indicar que estos estudios tuvieron apreciaciones diferentes sobre el sentido de la
militarización indígena. Mientras para Quijada (2011) fue uno de los «mecanismos que van
haciendo que los indios de frontera y la ciudadanía se aproximen» (219) para Cutrera (2012) fue,
no obstante márgenes de autonomía y tensiones, una forma de subordinación e
instrumentalización por parte del poder político estatal. Con énfasis en el aspecto económico,
Vezub (2013) consideró el reclutamiento militar indígena como un instrumento para la formación
de la masa laboral que requería la Argentina en el marco de la división internacional del trabajo.
En el caso de Santa Fe y la frontera chaqueña, Green (2005) vincula militarización con el
establecimiento de relaciones de obediencia y subordinación indígena en relación con la sociedad
criolla e incluso la extinción étnica.
17
AGN, s. X, f. Guerra, c. 1089, f. s/n, 5 de setiembre de 1827.
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
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recomendó a Estomba que «continue cultivando las relacs de amistad con los
indios, y qe cuenta de todas las notas qe adquiera y puedan interesar al
conocimto de la autoridad».
18
Al mes siguiente, Estomba reclamó por el pago de
los gastos por el mantenimiento de los indígenas y el gobierno aprobó que se
hiciera a través de la Comisaría General de Guerra. En otra misiva, dirigida al
ministro de Guerra y Marina, añadió:
Juzgo qe tampoco será de la desaprovacion del Supmo Govno el qe les haya mandado
un pequeño regalo, que valiendo una friolera, es la cosa qe toca mas el corazón del
Salvaje. En consecuencia, les remitido un poco de yerva, tabaco y papel, 12
ponchos ordinarios qe me mandaron pedir, y una bandera, qe todo esto con el pago
habilitación del propio importa como 100 pesos.
Yo espero qe V.E se servirá ordenarme sobre todo lo qe tenga á bien, advirtiendo
además qe ahora 4 ó 5 días llegó otro casique qe está aquí pidiendo también auxilios
por separado. El clamor és casi general y digno pr tanto de alguna atención. Es
también de notar qe estos Indios están muy pobres, y conocido qe sus primeros
deseos en atacar los otros és por quitarle lo qe tienen.
19
Ese mismo año, Federico Rauch labró una relación de los caciques
tehuelches y pampas que consideraba aliados, entre ellos el Cacique Negro y
Catriel algo que había corroborado en una ceremonia militar solicitada por
ellos, en Sierra de la Ventana, y plena de vivas y aclamaciones de unión. Algunos
meses después, hizo una relación de los vecinos que habían contribuido con
dinero para el rescate de cautivos.
20
Uno de los principales aportantes fue el
comerciante Pedro Jo Vela, que pocos os después proveería de bienes y
mercaderías a los indios amigos de Coñuepan en Bahía Blanca. El dinero fue
conservado en caja del regimiento en el fuerte Independencia. En efecto, por
entonces Estomba pagó a cambio de cautivas en el marco de la llegada y el
asentamiento de un cacique y sus seguidores: «Que al Indio qe la tenía se ha hecho
obsequio de 25 pesos por la acción de entregarla, y por qe él mismo lo pidió».
21
En 1828 desde el fuerte Independencia pidieron al gobierno 150 yeguas
para el para el consumo indígena, además de víveres para la tropa. La situación,
18
AGN, s. X, f. Guerra, c. 1089, f. s/n, 22 de octubre de 1827.
19
AGN, s. X, f. Guerra, c. 1089, f. s/n, 6 de agosto de 1827.
20
AGN, s. X, f. Guerra, c. 1089, f. s/n, 28 de noviembre de 1827.
21
AGN, s. X, f. Guerra, c. 1089, f. s/n, 22 de octubre de 1827.
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según describió el comandante del fuerte era de escasez. Sin embargo, el gobierno
porteño conminó al inspector general de guerra que, en virtud de los gastos que
acarreaba,
la mantención de los Indios amigos […] se prevenga reservadamte al Comandante de
dho, toque todos los medios de persuadir pa insinuar pr medio de lenguaraces bien
[ilegible] á los Indios, las grandes ventajas qe les resultaría de venirse a esta ciudad,
y establecerse en ella, trabajando, como se hallan sus demas compañeros,
disfrutando de [ilegible] jornales crecidos, y de las ventajas qe les proporsionará el
trato social en la buena enseñanza de sus hijos […]. Y les facilitará recursos pa qe con
su trabajo personal, se proporcionen una abundante subsistencia, y mejor modo de
vivir, en amistad con sus hermanos.
22
Tal como se adelantó, estas iniciativas fueron sistematizadas durante el
rosismo (Ratto, «Cuando las fronteras…», «Una experiencia…», 2007) y se
diluyeron las observaciones con respecto a su costo. En febrero de 1832, por
ejemplo, Rosas ordenó que a través del capitán y lenguaraz Manuel Valdebenito
se le diera 220 $ en metálico para repartir entre los caciques Cañiuquir,
Caneullán, Rondeau y Melín, a la cacica Luisa y al caciquillo Quechan
23
y 4.500 $
«para pagar al cacique Dn Benancio Coyuepan y los Indios»,
24
junto a ganado
yeguarizo. En agosto Rosas pidió al comandante de Tandil «la mantención de los
Indios y enviar […] los resultados».
25
Ese mismo año hay evidencia sobre la
entrega de yeguas a indígenas amigos, a través de Bahía Blanca y por orden de
Rosas,
26
el gobierno volvió a entregar a Valdebenito diferentes sumas de dinero
en pesos, en virtud del traslado del cacique Cachul «y toda su indiada» y de
Catriel,
27
«con todos sus toldos é indios» a la guardia nueva de Tapalqué,
28
así
como para la gente de Martín Collinao, de Coñuepán y de Llanquelén, asociados
a los enclaves fronterizos de Azul, Bahía Blanca y Junín. Allí, Rosas habló de
«aviar y gratificar á los Indios».
29
Además, ordenó la entrega de dinero de forma
individual y en diferentes ocasiones a otros indígenas menos conocidos como el
22
AGN, s. X, f. Guerra, c. 1122, f. s/n, 11 de abril de 1828. Tachado en el original.
23
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 3731, f. s/n, 18 de febrero de 1832.
24
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 3731, f. s/n, 17 de febrero de 1832.
25
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 1811, f. 592, 1 de octubre de 1832.
26
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 1811, varios documentos.
27
AGN, s. X, f. Secretaría Juan Manuel de Rosas (SJMR), c. 43-01-01, f. 135, 10 de agosto de 1832.
28
AGN, s. X, f. SJMR, c. 43-01-01, f. 133, 10 de agosto de 1832.
29
AGN, s. X, f. SJMR, c. 43-01-01, f. 132, 2 de agosto de 1832.
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
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Indio Antonio, la China Pepa Catrie o la China Peguelchai Josefa.
30
La entrega de dinero a indígenas desde la caja del Negocio Pacífico de
Indios continuó de manera regular y a numerosos grupos liderados por caciques,
caciquillos y capitanejos. Esto se hizo mediante los lenguaraces en especial
Valdebenito y Ramón Cayupán y el general Manuel Corvalán a cargo de la
administración de la caja. En ocasiones se especificó que los pesos eran para
que el lenguaraz «los reparta» entre los líderes y seguidores «que marchan á
campaña»,
31
o «que han venido» hasta alguna guarnición fronteriza.
32
Muy
singularmente parece haber revestido de carácter de premio por una operación
concreta, como sucedió con los borogas que combatieron al cacique ranquel
Yanquetruz en 1835, con los pampas a quienes se les repartió 2.000 $ tras
incursionar también contra los ranqueles o por solicitar la paz, como sucedió con
Meliguan y su gente; ambos en 1838.
33
A mediados de la década de 1830 fue
regular la entrega de dinero a caciques, caciquillos y capitanejos, y para repartir
entre los indios. En efecto, la nómina de líderes que recibían dinero en metálico
excedió a los que empezaron a revistar al frente de cuerpos indígenas
militarizados.
A fines de 1832 se registra la entrega de yerba, azúcar y pan por el fuerte
Independencia, a los caciques e indios amigos allí instalados y en ocasión de
parlamentos.
34
En 1833, con la Conquista del Desierto en marcha (Reguera 2016),
también se hicieron obsequios por esta guarnición a Catriel y más al norte,
35
en
Cruz de Guerra, se proveía de vestido, pan y tabaco a indios amigos, a las
comitivas de Caneullán que se acercaban hasta allí y se hacían envíos de bebidas
a Rondeau, en Carhué. El tránsito debió ser importante, aún antes que se instale
allí la gente de Caneullán y Guayquil tras el asesinato de Rondeau en Masallé y la
diáspora boroga, ya que se habló del racionamiento de «diferentes indíg. qe han
30
AGN, s. X, f. SJMR, c. 43-01-01, varios documentos.
31
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 3731, f. 62, 9 de junio de 1838.
32
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 3731, f. 43, 13 de agosto de 1835.
33
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 3731, varios documentos.
34
Ratto precisó el número de indios amigos asentados en los enclaves fronterizo en estos años
(Ratto, «Una experiencia…»).
35
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 1233, varios documentos. En ocasiones Catriel entregó por este fuerte a
cautivas a cambio de raciones de yerba y azúcar.
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transitado pr esta».
36
Esto, por entonces, tuvo una cierta regularidad porque
desde el fuerte Mayo se enviaron al gobierno provincial los gastos bimestrales
destinados a los indios amigos. Más al norte aún, en el fuerte Federación, el
cacique Llanquelén reclamaba de manera periódica yeguas al comandante, en
contrapartida de sus auxilios militares. El primero, según el inspector y
comandante general de armas, «le cobra cuatrocientas yeguas de dos meses
atrasados» al segundo.
37
A mediados de 1835 se entregó a los borogas provenientes de Carhué y a
los instalados en el fuerte Mayo, yerba, tabaco, aguardiente y fariña, a través del
comandante Felipe Julianes,
38
junto a bienes de uso y consumo para la tropa
militar. Poco después, el suministro incorporó yeguas y hacienda vacuna.
39
El
ganado yeguarizo era marcado y patrio, y se especificó que era para el abasto y
sostén de los indios amigos. En virtud de otros documentos, sabemos que una
parte importante fue para el consumo. A su vez, se suministró ganado yeguarizo
a los borogas de Cañiuquir que permanecían en Carhué.
40
Esta provisión se
extendió a los parlamentos entre líderes indígenas, sus mujeres o lenguaraces con
Rosas, en San Miguel del Monte y otros enclaves fronterizos.
41
Desde 1836 hay evidencia de contratos con particulares para el suministro
regular de yeguas a los indios amigos en diferentes fuertes y fortines. La gestión
de los gastos era de la Comisión Pacífica de Indios, en Monte.
42
Esta se seguía
haciendo en conjunto con hacienda vacuna para el consumo de las tropas no
indígenas. En la cuenta de gastos de la caja del Negocio Pacífico de Indios de
1838,
43
además de la entrega de dinero en pesos y reales a militares de la frontera,
comerciantes y hacendado la campaña y a lenguaraces criollos e indígenas y a
través de estos, tal como vimos, para repartirlos entre los caciques y sus indios,
en virtud del funcionamiento de la diplomacia interétnica, se hizo para que sea
36
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 1233, f. s/n, 39 de abril de 1833. Es preciso recordar que Cruz de Guerra
era un punto de encuentro entre parcialidades pampeanas y nor-patagónicas con los gobiernos
de Buenos Aires para parlamentar y comerciar al menos desde el período colonial tardío.
37
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 1233, f. s/n, 8 de agosto de 1833. Énfasis añadido.
38
AGN, s. X, f. SJMR, c. 25-01-04, f. 44, 29 de setiembre de 1835.
39
AGN, s. X, f. SJMR, c. 25-01-04, f. 48, 17 de noviembre de 1835.
40
AGN, s. X, f. SJMR, c. 25-01-04, f. 56, 12 de diciembre de 1835.
41
AGN, s. X, f. SJMR, c. 43-01-03, varios documentos.
42
AGN, s. X, f. Hacienda, cs. 1257, 1275, varios documentos.
43
Ratto (2011) hizo un relevamiento de los gastos costeados por la caja del Negocio Pacífico de
Indios en ganado y bienes de consumo entre 1841 y 1851.
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
- 12 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 - (JULIO - DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
«repartida entre los Indios del finado Cacique Rondeao» y «entre los indios de
los Caciques Ranqueles», o a individuos como «al Indio Tomás de la Piedad».
44
Pocos años después no solo se identificó nominalmente a los hombres de
las tribus amigas, se les reconoció un rango, se los contó y numeró según toldo,
como se había hecho desde el asentamiento indígena en la frontera en calidad de
indio amigo que incluyó de forma ocasional a las mujeres y una estimación de
la edad, sino que ahora también se les atribuun sueldo. En 1842 consta el
pago de 1.513 pesos moneda corriente a los sesenta casiquillos, capitanejos,
sargentos, cabos y muchachos del cacique Martín Collinao, en el fuerte de Azul.
45
Al año siguiente, otro documento confirma que cada uno de los miembros de este
mismo piquete fue pagado, después que el juez de paz y el comandante del fuerte
Azul confirmasen su servicio.
46
A mediados de la década, diferentes contingentes
indígenas revistaron en el fuerte Federación y recibieron sueldos, emparentados
al liderazgo de los Llanquelén. Mientras tanto, contingentes de los caciques
Canuellan, Praigüen, Guichal y Nicasio Macedo, y de los capitanejos Cristóbal
Namumil, Martín Colican y Quentrel, fueron consignados en los gastos regulares
del Estado, junto a la compañía de fusileros de línea y diferentes piquetes de
caballería, infantería y artillería del ejército bonaerense.
47
En este y el resto de coyunturas de militarización indígena, desconocemos
aún la forma concreta en que se distribuyó el pago al interior de los grupos.
Huelga decirlo, este vacío no es menor. Al menos existen dos posibilidades: que
el monto de los sueldos consignados en los registros militares hayan sido
entregados a los líderes de los cuerpos y estos lo hayan redistribuido de algún
modo, o que el pago se haya efectuado de manera individual, a cada uno de los
miembros del cuerpo. Como se mostró en otro lugar, la distribución de las
raciones para la gente de Catriel en la década de 1870 la hacía el propio grupo. Es
44
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 3731, f. s/n, Cuenta de Entradas y Salidas de la Caja del Negocio
pacífico.
45
AGN, s. X, f. SJMR, c. 26-02-03, f. 79, 1 de octubre de 1842. Este grupo provenía de Bahía
Blanca, donde habían sido liderados por Coñuepan hasta su muerte. Poco después seguirían
camino hacia el norte y participaron de la fundación de Santa Rosa del Bragado, enclave fronterizo
donde servirían militarmente hasta fines de la década de 1860 (Literas y Barbuto 2021).
46
AGN, s. X, f. SJMR, c. 36-03-01, f. 152, 1 de octubre de 1843.
47
AGN, s. X, f. SJMR, c. 26-07-06, f. s/n, 31 de octubre de 1848. Además, se incluyó a empleados
de la comisaría, la tablada y el hospital, peones dedicados a trabajos de albañilería y el cuidado de
caballos, e incluso mujeres de las sastrerías del ejército.
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decir, ellos mismos hacían el reparto. Una vez todos reunidos «cada indio de su
tribu, según su categoría y número de familia, recibe por separado lo que con
acuerdo del cacique le está asignado» (Barros citado en Literas y Barbuto El
archivo y el nombre…, 18). En virtud de este antecedente, así como de los
criterios que intervenían en el manejo de los cautivos, el reparto de los bienes
obtenidos en el marco de los malones (Cordero 2019) o las prácticas posteriores
vinculadas a los usos de la tierra (Literas, «Estado, mercado…»), es probable que
el cobro del sueldo haya sido en términos individuales.
En definitiva, en la década de 1840 fue regular el pago a contingentes
indígenas, de manera similar a lo que sucederá en la segunda mitad del siglo XIX.
No hay que descartar que esto fue, además, resultado de exigencias indígenas. En
setiembre de 1846, por ejemplo, en Bahía Blanca los indios amigos de Collinao y
algunos Tehuelches se presentaron por medio del lenguaraz Francisco Iturra y
expusieron «que hallándose dispuestos á las comisiones de recorrer el campo
cuando se les llama»,
48
siempre que lo haga la comandancia, además de la carne
diaria que se les suministraba y de la ración de vicios, pidieron «alguna
gratificación o sueldo». La respuesta desde Buenos Aires fue que enviaran cada
mes las listas de revista de estos hombres, en los que se precisara que los soldados
cobrarían 20 $, los capitanejos 50 $ y los caciques, de haberlos, 100$.
De modo que a fines de la década de 1840 abundan los casos de piquetes
de hombres de lanza a cargo de caciques, caciquillos y capitanejos que revistaron
ante las autoridades y los funcionarios del Estado provincial, a cambio de sueldos,
según rango. Al respecto, por ejemplo, tenemos registros de cuerpos militares
para un mismo año, en un marco de meses relativamente acotado, cuando se
desplazaron a Santos Lugares de Rosas y la Chacarita de los Colegiales (imagen
1). Un aspecto interesante, además, fue el reclamo por el pago de sueldos
atrasados. Esto sugiere que el pago de en dinero era efectivo, así como la
incorporación entre los indígenas del ritmo mensual de adquisición de un ingreso
monetario. Lo que antes se hacía con yeguas ahora se hacía con salarios.
48
AGN, s. X, f. DN-SG, c. 1323, 17 de setiembre de 1846.
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
- 14 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 - (JULIO - DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
Rango n $ n $ n $ n $ n $ n $ n $ n $
Cacique 1 200 0 0 1 200 1 100 0 0 1 100 1 100 0 0
Capitán Mayor 2 100 0 0 1 100 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Capitanejo 2 50 2 50 1 50 6 50 1 50 1 50 1 50 7 50
Hijo de Cacique 0 0 0 0 1 50 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Soldado 14 20 2 20 7 20 78 20 6 20 8 20 4 20 53 20
Total 19 780 4 140 11 540 85 1960 7 170 10 310 6 230 60 1410
Praigüen
Pedro
Naucumil
Cuerpo militar indígena del cacique:
Quentrel
Colical
Caneullán
Güichal
Nicasio
Macedo
Imagen 1. Sueldos de indios de pelea según cuerpo militar y rango en pesos moneda corriente,
en 1847. Fuente: elaboración propia con base en el Archivo General de la Nación (AGN), s. X, f.
DN-SG, c. 3731, varios documentos.
49
En síntesis, al menos desde finales de la década de 1830 y hasta inicios de
la década de 1850, en vísperas del derrocamiento de Rosas, el racionamiento a
indígenas amigos y aliados, a través de los fuertes Mayo, Independencia, Azul o
Argentina, cubrió una gran diversidad de bienes:
50
aguardiente, pan y galletas,
cigarros, fariña y harina, yerba, pasas, azúcar, arroz, tabaco, resmas de papel,
barajas, jarros de lata y de loza, leña, grasa y velas, verduras y frutas, aceite y
vinagre, sombreros, calzoncillos, pañuelos de algodón, gorras de paño y de cuero,
camisas, cuentas coloradas, piezas de bayeta, vestimenta militar (calzones,
calzoncillos, garretes, chaquetas, casacas, camisas de pechera, pantalones,
chalecos, gorras) según se tratasen de hombres de lanza, capitanejos o caciques,
y en menor medida cuchillos y hoces. Junto a estos bienes era común, como
vimos, el pago de sueldos con dinero.
3. Auge y fin de la militarización indígena: «extinguir para siempre la
perniciosa influencia»
51
Para la segunda mitad del siglo XIX se ha precisado la magnitud y el
alcance de la militarización indígena bajo órbita estatal, no exenta sin embargo
de conflictos, improvisación y heterogeneidad (Literas 2023; Literas y Barbuto
2021). Esto se hizo a partir del relevamiento, la sistematización y el análisis de un
corpus de fuentes documentales seriadas y nominales del Estado, sobre la
militarización indígena en las fronteras de las Pampas y la Norpatagonia. Un
resultado de esta experiencia de investigación es que en ningún caso puede
hablarse de linealidad del proceso de militarización con respecto a las
49
La categoría «n» alude al número total de hombres que revistaron por rango en los diferentes
cuerpos militares y la categoría «$» al sueldo correspondiente a cada rango.
50
AGN, s. X, f. Juzgado de Paz, c. 1567; f. SJMR, c. 1989; f. DN-SG, c. 3731, varios documentos.
51
Servicio Histórico del Ejército (SHE), Buenos Aires, f. Frontera con los Indios, expediente 1467,
fs. 1-2, 12 de marzo de 1876.
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parcialidades, grupos y segmentos,
52
en virtud de las coyunturas militares y
políticas propias de la definición de la arquitectura institucional argentina y de
los conflictos en la sociedad indígena arauco-pampeano-patagónica.
Entre las décadas de 1850, en vísperas del derrocamiento de Rosas, y de
1880, una vez concluida la Conquista del Desierto, existe registro de casi veinte
mil episodios de militarización, racionamiento o confinamiento indígena.
53
De
ellos, algo menos de trece mil aluden a individuos incorporados y registrados en
cuerpos indígenas militares: compañías, escuadrones, piquetes, etc. El resto
fueron personas apresadas y confinadas o familias racionadas por el Estado en
función de la militarización de los hombres o la reclusión del grupo en alguna
guarnición, presidio o colonia. Ahora bien, ¿cuál fue el panorama de las unidades
sociopolíticas indígenas que canalizaron el servicio de armas, en las últimas
cuatro décadas de existencia de frontera?
El Negocio Pacífico de Indios sobrevivió a los conflictos político-militares
y los cambios ocasionados por el derrocamiento de Rosas y en la segunda mitad
de la década de 1850 recobró especial relevancia en varios enclaves fronterizos.
54
Por entonces, se han identificado cuatro cleos de militarización indígena
(imagen 2). La primera y principal en términos cuantitativos y de estabilidad, fue
en el oeste bonaerense: varios grupos de viejo asentamiento aunque de origen y
trayectoria diversas, auxiliaron a fuerzas regulares y milicianas de guarniciones
construidas en la primera mitad del siglo XIX.
55
A ella se sumaron las de Bahía
Blanca y Carmen de Patagones (Martinelli 2018; Pérez Clavero y Literas 2020).
Entre uno y otro extremo de la frontera, en el enclave político y social conformado
por Azul y Tapalqué, la gente de Maycá revisde similar modo a los grupos de
52
Sobre el uso de estos términos para el espacio arauco-pampeano-patagónico, ver Bechis (2010).
53
Como se ha explicado en otro lugar (Literas 2023; Literas y Barbuto 2021), se alude a episodios
o casos y no a individuos ya que muchas veces no se ha podido identificar de modo confiable y
concluyente a cada una de las unidades de la población. se ha hecho, en cambio, para una
importante proporción de líderes (caciques, caciquillos, capitanejos, mandos intermedios, e hijos
de caciques), pero ha sido más difícil desde el punto de vista metodológico y técnico con el
universo de la indiada y la chusma tal como era llamada en las fuentes no indígenas. Por esta
razón, dos o más episodios o casos de militarización, racionamiento o confinamiento pueden
aludir a la misma persona.
54
Al respecto, ver De Jong (2008) y para el caso específico de Veinticinco de Mayo, Literas
(«Armas, parentesco…»).
55
Fueron las tribus de Llanquelén, Guayquil, Caneullan y Melinao, en piquetes que fueron de una
docena a más de medio centenar de hombres, en las localidades fronterizas de Junín, Bragado y
Veinticinco de Mayo. Al respecto, ver Literas («Nombres y números…»).
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
- 16 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 - (JULIO - DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
viejo asentamiento en términos de volumen, estabilidad y forma. Junto a este
piquete, aunque de un modo diferente, lo hicieron coyunturalmente centenares
de hombres bajo el mando de Catriel, Cachul, Millacurá y Lucio López (Barbuto
2021; De Jong 2014). A su vez, hubo grupos militarizados en momentos
específicos: en la batalla de Caseros (1852) varios cuerpos de disímil volumen se
movilizaron a Santos Lugares, liderados por Caneullan, Güichal, Macedo, Maycá
Praigüen, Quentrel todos militarizados desde el Negocio Pacífico de Indios.
Las relaciones políticas y diplomáticas que Rosas había construido con múltiples
parcialidades revirtieron en esta lealtad militar (Cutrera 2012; Ratto, «Una
experiencia…»).
Con respecto a los rangos de estos cuerpos, hay tres observaciones que
aluden a un mismo hecho: en un contexto de paridad de las relaciones
interétnicas de fuerza en las fronteras, las poblaciones indígenas solo fueron
militarizadas en el ejército en la medida que este se indigenizó (Literas 2023).
Dichos cuerpos incorporaron nominaciones más propias del mundo indígena
como caciques y capitanejos aunque, claro está, elaboradas en el transcurso de
las relaciones interétnicas de frontera. Por esta razón, el hecho fue efecto de la
improvisación y de las negociaciones diplomáticas en los diferentes enclaves
fronterizos y coyunturas, atravesadas de tensiones y disputas (Literas y Barbuto
2018). Por último, y como producto de lo anterior, hubo una heterogeneidad de
rangos. No obstante, y como veremos, todo esto cambió en las décadas siguientes.
Lo que fue una constante y más relevante en virtud de nuestros objetivos en
este trabajo, fue la atribución de un sueldo.
De hecho, en esta década el auxilio militar de los indios amigos continuó
implicando medio estables al menos formalmente de ingresos, a través de
sueldos según grado militar e individuo, bienes de consumo por ejemplo,
yeguas, yerba, tabaco, aguardiente, pasas y harina y de uso como vestido y
lanzas. De modo que el sistema retributivo asociado a la militarización indígena
fue común en la provincia Buenos Aires, trascendió al rosismo y tuvo elementos
cada vez más equiparables al resto de fuerzas de la administración fronteriza.
Para observarlo, tomemos el caso de dos tribus amigas militarizadas en dos
enclaves distantes de la frontera bonaerense: la gente de Melinao en Bragado y
de Ancalao en Bahía Blanca (imagen 3).
LUCIANO LITERAS
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Imagen 2. Militarización, racionamiento y confinamiento indígena en las fronteras, según
década. Fuente: Literas (2023).
Imagen 3. Sueldos de las comandancias de Bragado y Bahía Blanca, febrero de 1858. Fuente:
elaboración propia con base en AGN, s. III, c. 278, varios documentos.
56
56
La categoría «n» alude al número total de hombres que revistaron en cada una de las compañías
de las guarniciones, «% n» al porcentaje de hombres de cada una de esas compañías con respecto
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
- 18 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 - (JULIO - DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
En ambos casos las fuerzas indígenas representaron una parte importante
de la guarnición, aunque en proporción menor a la que habían tenido en la
primera mitad del siglo XIX. Esto último es visible en especial en Bragado, donde
el 13,2 % de los que revistaron en la guarnición eran indígena, que lo hicieron
junto con las compañías de tres escuadrones de fuerzas de línea. En Bahía Blanca,
en cambio, los indígenas representaron 1/3 de la guarnición. No obstante estas
diferencias, el salario de los soldados fue el mismo, se tratase de cuerpos criollos
o indígenas (150 $), pero no así el de los rangos superiores: mientras un cacique
o un caciquillo recibía 560 $ y un capitanejo 440 $, un capitán 1.180 $ y un
teniente 800 $. Por esta razón, tanto la gente de Ancalao como la de Melinao
percibieron de forma global un ingreso por hombre ligeramente menor al de las
fuerzas criollas (ver «$/n» en imagen 3).
En la década de 1860 se incrementó el número de cuerpos indígenas. El
desplazamiento de numerosos contingentes del Ejército de Línea y de la Guardia
Nacional en la Guerra del Paraguay (Canciani 2016) dificultó la capacidad del
gobierno de proteger y avanzar la frontera. Ello produjo una mayor dependencia
de los cuerpos militares de indios amigos. Una vez que el ejército argentino se
retiró del conflicto, en 1869, regresaron las tropas regulares y milicianas y el
gobierno redirigió sus esfuerzos al avance fronterizo, establecido poco antes por
una ley. Esta había ordenado la ocupación del ejército hasta el río Negro y
Neuquén «prévio sometimiento ó desalojo de los indios bárbaros de la Pampa».
57
La multiplicación de unidades sociopolíticas militarizadas en el marco de
la administración fronteriza, se correspondió con cambios en la estructura y la
distribución de rangos. Aunque es difícil generalizar al respecto,
58
se observa el
incremento paulatino de rangos bajos e intermedios, emparentados al Ejército de
Línea. Mientras que, en décadas anteriores en la mayor parte de estas unidades
los hombres fueron consignados como caciques, capitanejos y soldados, y un
al total de la guarnición, «$» al sueldo total atribuido a cada una de las compañías, «% al
porcentaje de ese sueldo en el conjunto de sueldos por compañía de cada guarnición, y «$/n» al
sueldo por hombre según compañía de cada guarnición.
57
Ley 215 Ordenando la ocupación de los ríos Negro y Neuquén como línea de frontera sud
contra los indios, artículo 1, 13 de agosto de 1867.
58
Al respecto, ver Literas («Nombres y números…») donde se hizo un análisis específico de las
características y los cambios en las estructuras de rangos de dos piquetes de similares itinerarios
y modos de inserción en la frontera como las tribus amigas de Rondeau y de Melinao
LUCIANO LITERAS
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porcentaje menor como sargentos, cabos, lenguaraces y baqueanos, desde
entonces aumentaron los tipos de rango y en simultáneo tendieron a ser menos
frecuentes los más propios del mundo indígena. Esto, a su vez, fue de la mano de
un aumento de la circulación de dinero en la sociedad indígena a través de la
percepción de salarios. Un ejemplo de esto proviene del análisis de las fuerzas
acantonadas en la guarnición de Nueve de Julio, que muestra una correlación del
número de hombres y el costo salarial tanto para el caso de las fuerzas indígenas
como las no indígenas (imagen 4). Apoya estos argumentos, además, el
persistente reclamo por sueldos adeudados en determinados meses, en las
diferentes tribus amigas.
Imagen 4. Número de hombres y costo salarial total de la Guardia Nacional (azul) y de las
tribus amigas de Coliqueo, Melinao y Rondeau (rojo). Nueve de Julio, 1864. Fuente: AGN, s. III,
f. Listas de revista. Ajustes y pagos, c. 12, varios documentos.
En la década de 1870 hubo un nuevo incremento de los cuerpos indígenas
militarizados y, en paralelo, de los mecanismos de confinamiento. El mapa de
este fenómeno se extendió al sector puntano-cordobés de la frontera, así como a
Trenque Lauquen, Carhué y el río Colorado (Nagy 2014; Pérez Zavala 2012,
2021). Proliferaron por entonces los cuerpos de presidiarios y de contingentes de
0
50
100
150
200
250
300
350
400
450
500
010 20 30 40 50 60 70 80
Salario
Hombres
«PARA QUE LOS REPARTA ENTRE LOS INDIOS»…
- 20 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 21 - (JULIO - DICIEMBRE 2025) - ISSN 2393-6584
hombres, mujeres y niños que se «presentaban» ante las autoridades militares de
la frontera (De Jong 2018; Pérez Zavala 2012). La isla de Martín García fue el
destino de centenares de estas personas capturadas en las fronteras (Literas y
Barbuto 2021; Nagy y Papazian 2011; Papazian y Nagy 2018). Después, fueron
enviados a diversos cuerpos: algunos más pequeños como el de la comandancia
militar de la isla, la caballería guarda costa o el más reducido como el de presos
políticos, y otros más masivos como el de presidiarios, individuos en depósito y
los destinados a trabajo. Esa fue la conexión entre el confinamiento y la
militarización y, a las claras, introdujo un cambio en los mecanismos existentes
hasta entonces para garantizar el auxilio militar indígena.
Lo anterior tuvo lugar en un contexto de cambio en las dinámicas
fronterizas y provinciales, así como de un fortalecimiento del Estado nacional. Al
respecto, no hay que pasar por alto el regreso de las tropas argentinas del
Paraguay, con mayor conocimientos y recursos técnicos, el sofocamiento de las
montoneras federales de Cuyo y el Litoral, la derrota de diferentes agrupaciones
indígenas en las batallas de Laguna de Burgos (1871) y San Carlos (1872), y en la
segunda mitad de esta década de 1870, las expediciones sobre territorio ranquel,
la isla de Choele Choel y las lagunas de Guaminí y Carhué. Esto se correspondió
con un incremento de los grupos indígenas militarizados y de los enclaves
fronterizos en que lo hicieron, ya en los ríos Colorado y Negro y en Guaminí y
Carhué. Así, mientras en los años cincuenta hubo un millar y medio de episodios
de militarización indígena, distribuidos en dieciséis cuerpos, en la década
siguiente se incrementó a más de dos mil doscientos episodios en más de una
veintena de cuerpos y en la década de 1870 a casi siete mil distribuidos en
cuarenta unidades en simultáneo a un millar y medio de episodios vinculados a
la captura y el confinamiento. Empero, esta tendencia se invierte en la década
siguiente y en especial durante la Conquista del Desierto: el número de individuos
militarizados desciende a menos de un millar y medio, distribuidos en algo más
de una docena de cuerpos, junto al mismo número de individuos cuyo estatus era
el de preso, destinado o directamente difuso, en la documentación militar. A
efectos de lo que estamos tratando aquí, es pertinente mencionar otro aspecto:
en estos cuerpos cesó el pago de sueldos e imperó el racionamiento.
LUCIANO LITERAS
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Hasta entonces los cuerpos militares indígenas habían mantenido rangos
propios, a los que se yuxtaponían otros del Ejército de Línea. Esto había ido de la
mano de la conservación de una relativa autonomía en cuanto a la organización,
el reclutamiento y la movilización de los lanceros. Esto cambió a la par que
durante la década de 1870 y en especial de la siguiente, las relaciones de fuerza
en los espacios de frontera bascularon en detrimento de la sociedad indígena del
espacio arauco-pampeano-patagónico y se recortaron los territorios ajenos a la
soberanía de los Estados nacionales argentino y chileno. Nos hallamos en las
postrimerías de la militarización indígena con sus correspondientes formas de
pago, por ejemplo y ante el licenciamiento y la disolución de los cuerpos de
tribus amigas e instancias de organización político-militar indígena.
De hecho, hubo intentos de regularizar a los cuerpos de indios amigos, en
la Guardia Nacional y el Ejército de Línea. En 1876 el comandante de Bahía
Blanca, Daniel Cerri, alertó que los indígenas debían ser enrolados como
«simples G. N.», ya que colaboraría en «extinguir para siempre la perniciosa
influencia que hasta ahora han ejercido los Caciques y Capitanejos».
59
Al año
siguiente, Álvaro Barros sostuvo que el enrolamiento en la Guardia Nacional era
un mecanismo necesario para incorporar a los indígenas a la sociedad nacional,
cuyos efectos se asimilaban a lo que se esperaba obtener para la población
criolla.
60
También hubo conexiones con el Ejército de Línea, mediante la
derivación de hombres desde los cuerpos indígenas, en calidad de soldados, el
reclutamiento compulsivo tras la captura o el sometimiento de grupos
indígenas,
61
la incorporación individual de ciertos oficiales indígenas en las
59
SHE, Frontera con los Indios, expediente 1467, fs. 1-2, 12 de marzo de 1876. El comandante de
la frontera Álvaro Barros había hecho por entonces una propuesta muy similar. Ver Barros (1975).
60
En algunos casos esto no tuvo éxito, como con la gente de Catriel (1875) y de Coliqueo (1879).
En otros sí, al menos en alguna proporción, una vez licenciados como piquete indígena, como con
la gente de Rondeau, Llanquelén, Maycá y Linares. En un tercer conjunto de casos existió la figura
de «Indios Guardia Nacional» o «Guardia Nacional Indígena» como con la gente de Choylá y
Pichihuincá (1871), de Raninqueo (1875), de Manuel y Cipriano Peralta (1875) y de José Rojas
(1876).
61
Así pasó con dos centenares de seguidores de Manuel Grande tras Laguna de Burgos, de los
cuales casi noventa fueron incorporados a cuerpos de Línea del norte de la frontera (Literas y
Barbuto 2018), también sucedió con gente de Pincén remitida a un batallón en el oeste (1878)
(SHE, f. Frontera con los Indios, expte. 26-8040, f. s/n., 27 de octubre de 1878) o con los
confinados en Martín García destinados a fuerzas con disímiles propósitos (Nagy y Papazian
2011).
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Planas Mayores del Ejército de Línea y con rangos propios de esta estructura,
62
y
la conversión de cuerpos indígenas en unidades de línea, como sucedió con las
tribus de Tripailaf y Pichihuincá, reconvertidos en Escuadrón Auxiliares del
Desierto y después en el Escuadrón Alsina por un lado, y en Compañía de
Baqueanos, por otro (imagen 6 y 7). El análisis de la composición de las fuerzas
en General Acha para 1885 muestra el peso de las familias en los escuadrones y
compañías indígenas, en claro contraste a los regimientos de infantería y de línea
del ejército. Este hecho sugiere que el reclutamiento y la movilización indígena
continuaba siendo en términos de tribus, apoyándose en el parentesco y el
vínculo de líderes y seguidores. Los registros militares, además, muestran que se
siguieron pagando salarios durante la Conquista del Desierto.
Imagen 6. Composición de las fuerzas de la 3.a división, 3.a brigada del ejército, General Acha,
enero 1885. Fuente: elaboración propia con base en AGN, Dirección Archivo Intermedio (DAI),
Buenos Aires, f. Contaduría General. Ministerio de Guerra, leg. 3, año 1885, varios documentos.
62
Con frecuencia eran hijos de caciques amigos como Ancalao, Caneullan, Coliqueo, Maycá,
Melinao o Rondeau. Al respecto, ver Quijada (2011) y Literas (2017).
LUCIANO LITERAS
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA - 23 -
Imagen 7. Raciones por persona de las fuerzas de la 3.a división, 3.a brigada del ejército,
General Acha, enero 1885. Fuente: elaboración propia con base en AGN, DAI, f. Contaduría
General. Ministerio de Guerra, leg. 3, año 1885, varios documentos.
Durante la Conquista del Desierto los lugares de militarización
acompañaron el avance del ejército argentino sobre los ejes geopolíticos
indígenas: las lagunas de Poitahué y Leuvucó, Carhué, Salinas Grandes, Choele
Choel, el río Negro y las Manzanas. Al menos desde entonces, el término
militarización es un eufemismo y comienzan a ser numerosas las
«presentaciones» de grupos de desigual número, origen y trayectoria como, por
ejemplo, los de Reuque Curá (1883), Curruhuinca (1885), Namuncurá (1885),
Sayhueque (1887) y de Pichilao, Charmata, Cual y Chiquillan (1887) en el fuerte
Gral. Roca, Junín de los Andes, Chichinales y Valcheta.
4. Conclusiones
A fines de 1884, dieciocho indígenas que habían revistado con diferentes
rangos en dos cuerpos militares de la frontera bonaerense reclamaron en
conjunto al gobierno nacional, a través de un apoderado, por la gestión y el cobro
de haberes adeudados entre 1875 y 1880. Este episodio nos habla al menos de
tres aspectos: el alcance de las prácticas efectivas de militarización entre la
población indígena; la importancia del cobro de los sueldos registrados en las
listas de revista; y el conocimiento de derechos adquiridos por participar en el
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servicio de armas. En 1886, en efecto, el gobierno saldó los sueldos adeudados.
En este trabajo hemos intentado avanzar en el conocimiento con respecto a las
conexiones entre la militarización, la subsistencia indígena y la circulación de
dinero en las fronteras. Al respecto hay tres observaciones que más que
conclusiones son reflexiones provisorias e insumos de líneas de trabajo a futuro.
La primera alude a la difusión del pago de sueldos, en paralelo a la
multiplicación de las parcialidades y segmentos militarizadas en cuerpos de
indios amigos. Esto sucedió en diferentes enclaves fronterizos y a lo largo de
varias décadas. Considero que dicho fenómeno implicó la creciente adquisición
de dinero en la sociedad indígena y probablemente una mayor circulación, en
tanto medio de cambio por bienes de uso y consumo en los espacios de frontera.
De acuerdo a la forma de pago, a su vez, ello pudo haber socializado elementos
que hasta mediados del siglo XIX parecen haber sido más bien restrictivos a los
líderes indígenas. En el final del período de estudio, no obstante, es claro el
contraste entre los indígenas militarizados con sueldo y los confinados a los
cuales el gobierno destinó en exclusivo raciones. Esto anticipa en alguna medida
la diversidad de trayectorias económicas indígenas posteriores a la Conquista del
Desierto, tema que excede los alcances de este trabajo en particular.
La segunda observación refiere al reemplazo de la entrega mensual de
hacienda yeguariza para uso, consumo y probablemente intercambio, difundida
en la primera mitad del siglo XIX, por el pago de sueldos y la entrega de raciones.
Al respecto, un análisis aún en curso es el de la correlación diacrónica entre el
suministro de hacienda en pie, las raciones en bienes y el pago de sueldos. En
virtud de lo que hemos observado a lo largo de este trabajo, nos inclinamos a
pensar en una paulatina disminución de la primera y en la década de 1870
directamente su interrupción, tal como han mostrado algunas investigaciones
en razón del mantenimiento de los otros dos elementos de gratificación por
auxilio militar.
La tercera reflexión es sobre las implicancias de la adquisición y
circulación de dinero en los vínculos sociales y políticos al interior de las tribus
amigas. Bajo el supuesto de que la adquisición masiva de dinero mediante sueldos
conllevó la circulación de medios de cambio, más que bienes de prestigio (como
LUCIANO LITERAS
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podría ocurrir con una adquisición restrictiva de dinero), y que ello ocurrió en
simultáneo a la mercantilización paulatina de la subsistencia; considero que el
problema aquí tratado puede ser otro efecto sesgante de las situaciones
secundarias, establecidas entre sociedad indígena y Estado (Bechis 2010). En
definitiva, me refiero a la gravitación de la militarización y la guerra también
en su faz económica en las transformaciones de la sociedad indígena durante la
segunda mitad del siglo XIX, así como en la consolidación del Estado argentino y
la formación de una economía capitalista.
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