CLAVES. REVISTA DE HISTORIA
VOL. 10, N.° 19 JULIO DICIEMBRE 2024
ISSN 2393-6584 - MONTEVIDEO, URUGUAY
Pp. 1 - 6
DOI: https://doi.org/10.25032/crh.10i19.2450
INTRODUCCIÓN AL TEMA CENTRAL N.º 19
La larga vida del siglo XIX rioplatense.
Persistencias, reactivaciones y usos del pasado a
través de tres siglos
Coordinación
Ana Clarisa Agüero
1
José Rilla
2
Universidad Nacional de Córdoba Universidad de la República
Argentina Uruguay
Entre el pasado y las formas más o menos conscientes, articuladas o
universales de evocarlo, representarlo o transmitirlo, se dibuja un ancho abanico
de modos de presencia de una época en otra. El fenómeno excede la pretensión
controlada y universal de la historia, el afán perpetuador de la conmemoración y
los cauces más o menos espontáneos de las memorias particulares, todas
discernibles y, a la vez, todas susceptibles de imposiciones presentistas más o
1
Ana Clarisa Agüero es Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba, donde
se desempeña como Profesora Titular de Historia Argentina I (Escuela de Historia, FFyH) e
Investigadora Independiente del CONICET (PHAC, IDACOR -UNC/CONICET). Es autora de
1852. Guerra, capitalismo y organización nacional (en prensa), Local/nacional. Una historia
cultural de Córdoba en el contacto con Buenos Aires (1880-1918) (2017) y El espacio del arte.
Una microhistoria del Museo Politécnico de Córdoba entre 1911 y 1916 (2009). Es co-editora de
Culturas Interiores. Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura (2010, con
Diego García) y Variaciones del reformismo. Tiempos y experiencias (2018, con Alejandro
Eujanian).
2
José Rilla es Profesor de Historia (Instituto de Profesores Artigas). Doctor en Historia
(Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires). Investigador nivel III del Sistema Nacional de
Investigadores (ANII), Profesor Titular grado 5 en régimen de Dedicación Total de Historia
Contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales e investigador en el Área de Historia Política
del Instituto de Ciencia Política (UDELAR). Fue Decano de la Facultad de la Cultura de la
UCLAEH y director de Cuadernos del CLAEH. Entre varias publicaciones en Uruguay y el
exterior, es autor de La actualidad del pasado. Usos de la historia en la política de partidos del
Uruguay, Sudamericana/Debate. Recientemente dirigió con Jaime Yaffé Partidos y movimientos
políticos en Uruguay, 4 tomos, Ed. Crítica. Ha recibido los premios Bartolomé Hidalgo, Lolita
Rubial, Intendencia de Montevideo y Ministerio de Educación y Cultura. Es miembro
correspondiente de la Academia de Historia Argentina.
INTRODUCCIÓN TEMA CENTRAL Nº. 19: LA LARGA VIDA DEL SIGLO XIX RIOPLATENSE
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menos advertidas. Si, en su expansión, la atención a los variados usos del pasado,
gran promesa analítica de las últimas décadas, ha redundado en cierto privilegio
de sus derivas más instrumentales, las reactivaciones de un tiempo pasado
muchas veces siguen trayectorias sinuosas, de difícil rastreo y remisión, en gran
parte inconscientes y ajenas a fines. No está en discusión el propio interés
histórico de unas y otras formas de gravitación y actualización del pasado, ni sería
adecuado exagerar la novedad de un asunto que ya concentrara tantas energías
entre los estudiosos del Renacimiento, pero el subrayado es necesario para
explicar por qué quisimos atraer a este dossier textos relativos a un conjunto
amplio y variado de aquellas.
Palabras más o menos, el convite fue a enviar contribuciones sobre las
diversas formas de vida del siglo XIX rioplatense en otros presentes, próximos o
lejanos: usos deliberados políticos o de otro orden, formas larvadas o
rutinarias pero significativas de presencia identitarias, partisanas, disciplinares,
espontáneas o reactivaciones inesperadas en ocasiones memoriales y
emotivas de aquel pasado signado por la desintegración de la fugaz entidad
virreinal, por la sucesión de ensayos y formaciones políticos diversos finalmente
nacionales y por el vertiginoso juego de intereses, posiciones e identidades.
Si recordar ese llamado estrecha el cerco, no parece improductivo
mencionar, al menos, una de las dificultades halladas por la convocatoria, en
cierto modo expresiva de la vida del asunto mismo. Nos referimos a su limitado
eco territorial, que acaso venga a sugerir que un pasado definido en términos
rioplatenses no provoca hoy análogo reconocimiento en las diversas realidades
nacionales derivadas de aquella descomposición, algunas muy tempranamente;
un hecho consistente de resemantización del término parece ubicarse entre aquel
pasado y nosotros, fenómeno que acaso encuentre su pico en el giro de los siglos
XIX a XX, que pareció devolver un «Río de la Plata» apenas río, argentino-
uruguayo, con sus postreramente célebres «dos orillas» (casi dos ciudades). Los
textos recibidos fueron, así, mayormente argentinos, y en menor grado,
uruguayos; no supimos convencer alguna pluma atenta al actual Paraguay,
aunque nos tranquilizara que nuestra interlocutora hallara aceptable la idea;
tampoco llegamos a las tierras altas, pero acaso aprendimos algo sobre la esquiva
memoria de una vieja y fugaz entidad territorial que, no obstante, alentó
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figuraciones jurídico-políticas alternativas hasta mediados del siglo XIX
(Fructuoso Rivera, por ejemplo, imaginando una unidad que articulara el
experimento liberal del sur del Brasil, las provincias litorales argentinas y el
Uruguay; o, luego, la amarga aspiración integradora del último Berro, o
Argirópolis de Sarmiento).
Aun así, es fácilmente verificable una asimetría de historiografías entre
Argentina y Uruguay. Este último ha vuelto no hace muchas décadas a prestar
alguna atención sistemática al siglo XIX después de muchos años volcados a la
historia más reciente (Claves es una expresión vivaz de ese giro que no es solo
cronológico). Llega, pues, la investigación uruguaya «un poco tarde» a la
inquietud que orienta a este dossier, que pretende, a la vez, servir de estímulo a
nuevos abordajes que pronto reconoceremos. Por otro lado, los resultados de esta
convocatoria medidos en la cantidad y la variedad de trabajos presentados nos
hablan de un conjunto incipiente de estudios en el que las regiones –la
rioplatense entre ellastienen todavía una bil expresión historiográfica, que
guarda pobre relación con lo que aquella región fue en el siglo XIX, con todos los
descuentos que se quiera hacer acerca de su densidad. Esto podría ser
abusivamente resumido en una pregunta más simple, sin respuesta por ahora,
pero que sirve a la orientación crítica: ¿qué es lo que ha cortado la corriente de
nuestras continuidades y aprendizajes en los dos siglos y cuarto transcurrido
desde el 800? Pasados comunes hubo, incluso mientras y después de que los
Estados nacionales ocuparon su espacio y armaron narraciones potentes, que
perduran y envuelven las posibilidades de actualización. Como programa de
investigación es inicial, pero digamos con razonable seguridad: larga vida,
despareja en el espacio y en el tiempo, parece mostrar el siglo XIX.
Menos desmentida resultó la aspiración de congregar una cierta variedad
de objetos que, aun pudiendo ser mayor, permite asomarse a fenómenos de
transmisión, reactivación y uso del pasado ciertamente diversos, así como a
abordajes sustancialmente distintos aunque preferentemente situados en el siglo
XX. En parte por ello, nos permitiremos presentar las contribuciones
sumariamente y de manera parcial; es decir, menos como un resumen de los
textos, que pueden leerse aquí, que como un subrayado de algunas de las
cuestiones que interesan a aquel ángulo.
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Atento al ámbito más o menos recoleto de la historiografía, el trabajo de
Francisco Reyes vuelve sobre el Adolfo Saldías que, antes que por Rosas (su dato
más subrayado), se interesa por tres figuras de la llamada «joven generación» de
1837: Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento.
Entre las décadas de 1880 y 1910, su voluntad de historiador imparcial parece
convivir, en este punto, con una menos controlada identificación con un tipo de
figura intelectual y política y un tipo de conciencia generacional, congruente con
sus propias intervenciones en la política cruda, los homenajes y las
conmemoraciones. Estos, por lo demás, contribuirán a abonar el suelo del
reconocimiento nacional –argentino– de esas figuras; si no universal, al menos
extendido y oficial.
Partiendo del mismo momento, el texto de Julia Blanco y Alejandro
Eujanian permite volver de un modo inusual sobre las proyecciones argentinas
de la figura de Juan Manuel de Rosas y el orden rosista en un ciclo mediano, de
cincuenta años, iniciado con la publicación en folletín de Los dramas del terror
(1881-1882), de Eduardo Gutiérrez. Así, antes que las derivas políticas o
historiográficas del asunto, lo que colocan en el centro es la vida y sucesivas
marcaciones del tema por publicaciones, reediciones y tránsitos entre diversos
géneros y formatos; vida inseparable de la creación de un mercado de bienes
culturales, nutricia para otras apropiaciones y, a la vez, reveladora de una
inquietud –o una disposición, o un reconocimiento– en un público
crecientemente ampliado.
Ese es, a grandes rasgos, el suelo en el cual, ya en los treinta argentinos, se
despliegan las piezas dramáticas de tema rosista de Luis Bayón Herrera,
considerado por Andrés Bisso. Distancia irónica, ambigüedad y transpolaciones
temporales jocosas acompañan su suceso comercial en una Buenos Aires
atravesada por tensiones locales y mundiales. De la risa nerviosa al aplauso,
aquella vieja experiencia rioplatense cunde, mientras las amenazas de un
presente incierto se conjuran, dice, entre luces de teatro.
El trabajo de Camila Perochena nos arroja cinco décadas después, ya
transcurridas varias esperanzas y tragedias argentinas. Aquí la materia es el
discurso político de tres presidencias señeras desde el retorno democrático;
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materia que permite sugerir selecciones muy variadas dentro del siglo XIX (se
trate del momento constitucional, de un rosismo reintegrado o de la revolución),
guiadas tanto por concepciones propiamente políticas cuanto por la adscripción,
más o menos deliberada, a regímenes memoriales «reconciliadores» o
«polarizadores» para la política presente.
Al menos como estímulo, es otro retorno democrático, el uruguayo, el que
permite a José Ignacio Gomeza Gómez tirar las cuerdas del vínculo entre
construcción nacional y sociedades indígenas. Aquello que en algún momento
comenzó a llamarse «la matanza» o «la masacre de Salsipuedes» (1831), en un
punto liminar de la era constitucional uruguaya, es devuelto tanto a las
continuidades prácticas con la colonia cuanto a una lenta elaboración estatal-
nacional que, rematada en el giro de siglo, arrinconó la presencia charrúa hasta
los procesos de reetnización de las últimas décadas; procesos que implicaron
múltiples actores y obraron en sentido inverso, enhebrando el episodio a la serie
de los sitios de memoria asociados a la violencia estatal.
Parcial como pueda ser el conjunto, las contribuciones atienden variadas
formas de presencia de un tiempo en otro. Más o menos monumentalizado,
sumergido o contencioso, un cierto pasado (no siempre ni mayormente abierto)
se prolonga o difracta en el teatro, la política, la literatura, el humor social o la
historiografía de otras épocas. Bastante fuera de duda, en varias de esas
pervivencias y actualizaciones opera ya un poderoso filtro nacional, que
transfigura los cuadros espaciales y sociales del pasado evocado (¿hasta dónde,
por caso, llegan el Rivera o el Rosas de la «Guerra Grande» y el sitio de
Montevideo? ¿Dónde quedan las vacilaciones y la observación paraguayas en el
doble frente militar de 1851-1852?). Y más afuera de la política, o más bien a
prudente distancia, ¿hay todavía algunas formas de la sociabilidad y hasta de la
sensibilidad colectiva que podrían hallar su aliento en el siglo XIX? Precisamente
esos cedazos, deliberados o inmeditados, vienen a ofrecer aquí su propia cantera
de problemas. ◊
[Entre las referencias iniciales al tema: Friedrich Nietzsche, De la utilidad y el
daño de la historia para la vida, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999; Pierre Nora, Les Lieux
de mémoire, Paris, Gallimard, 1984-1992; Eric Hobsbawm, «La historia de la identidad
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no es suficiente», en Sobre la historia, Barcelona, Crítica, 1998; François Hartog y
Jacques Revel, directores, Les usages politiques du passé, París, Éditions de la EHESS,
2001; Reinhardt Koselleck, «Cambio de experiencia y cambio de método», en Los
estratos del tiempo, Barcelona, Paidós, 2001; Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el
olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004; Tzvetzan Todorov, Memoria
del mal, tentación del bien, Barcelona, Península, 2002; Aby Warburg, El renacimiento
del paganismo. Aportaciones a la historia cultural del Renacimiento europeo, Madrid,
Alianza, 2005; François Hartog, Regímenes de historicidad: presentismo y experiencias
del tiempo, Ciudad de México, Universidad Iberoamericana (UIA), 2007; José Rilla, La
actualidad del pasado. Usos de la historia en la política de partidos del Uruguay (1942-
1972), Montevideo, Sudamericana, 2008; Sabina Loriga, Isabelle Ullern y Marc Olivier
(entrevista), «Les usages publics du passé en perspectives», Nonfiction, 15 de febrero de
2012. Sobre el remate urbano de lo «rioplatense», dialogamos con Travesías
rioplatenses, proyecto coordinado por Adrián Gorelik y Ximena Espeche].