EMMANUEL KAHAN: PARTE DEL AIRE. EL CONFLICTO ÁRABE-ISRAELÍ…
- 2 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 11, N.º 20 (ENERO – JULIO 2025) - ISSN 2393-6584
debates en una o más etapas del conflicto, y cómo procuraban legitimar de esta manera
sus programas y su acción política en la escena nacional.
En el primer capítulo, «Movilización, debates y conflictos en torno a la guerra
de los Seis Días (1967)», se sostiene que la recepción de dicha guerra proporcionó a
diversos agrupamientos político-partidarios un canal para expresar sus
posicionamientos sobre la vida política argentina. Un conjunto amplio de actores
provenientes de diferentes tradiciones políticas de izquierda (comunismo, trotskismo,
socialismo) coincidió en señalar al «imperialismo» como el artífice del conflicto.
Sobre la comunidad judía local, aborda las polémicas que tuvieron lugar entre
el sionismo, expresadas a través de la publicación Nueva Sion, y el Idisher Cultur
Farband (ICUF), representante del ala progresista, cercano al Partido Comunista y
critico de la política de Israel. Sobre el rol de los sobrevivientes del Holocausto,
aglutinados en la organización Sherit Hapleitá y muy activos en la defensa de Israel, se
analiza la continuidad que trazaron entre sus experiencias y sus memorias y el triunfo
militar israelí frente a lo que entendían como la amenaza de un nuevo genocidio llevado
a cabo por las fuerzas enemigas árabes contra el pueblo judío.
En el segundo capítulo, «Los debates entre intelectuales frente a la guerra de los
Seis Días», Kahan analiza las posiciones de intelectuales como León Rozitchner, José
Luis Romero y Abelardo Castillo, entre otras figuras. Su análisis en un capítulo
específico se debe principalmente al volumen de las disputas por la legitimación en el
mundo de las ideas y la cultura. En ese sentido, la recepción del conflicto abrió paso a
una revisión de todos esos tópicos y posibilitó un debate más allá de él.
La guerra de los Seis Días configuró una connotación negativa sobre Israel y su
rol geopolítico, aunque no fue una caracterización compartida de manera absoluta.
Hubo voces que cuestionaron lo que consideraban un esquema lineal que colocaba a
Israel como agente y garante de la dominación imperialista y a los países árabes como
vanguardia de la revolución socialista. Por lo tanto, se afirma que existió una
«dimensión común» en los análisis y debates con independencia de la perspectiva
político-programática con la que se viera la cuestión: en ninguna de las intervenciones
analizadas se cuestionaba la existencia de Israel como hogar legítimo del pueblo judío.
El tercer capítulo, «El sionismo y la causa palestina durante los años setenta»,