CLAVES. REVISTA DE HISTORIA
VOL. 10, N.° 19 JULIO DICIEMBRE 2024
ISSN 2393-6584 - MONTEVIDEO, URUGUAY
Pp. 1 - 4
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
Gayol, Sandra (2023)
Una pérdida eterna. La
muerte de Eva Perón y la
creación de una comunidad
emocional peronista
Buenos Aires, FCE, 334 págs.
Fernando Adrover
1
Universidad de la República
Uruguay
Una pérdida eterna es un buen ejemplo de “historia de las emociones”, un
abordaje historiográfico que ha ganado espacio y reconocimiento en el siglo XXI,
y que implica una intersección de campos que la historiadora exploró en textos
anteriores, en los que estudió los cambios sociales generados por muertes de gran
impacto público (Gayol, S. & Kessler, G., Muertes que importan, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2018) y el cruce entre política y cultura de masas (Gayol, S., Política y
cultura de masas en la Argentina de la primera mitad del siglo XX, Los
Polvorines, UNGS, 2018).
Al explorar el rol de las emociones y afectos en la construcción de identidades
políticas y sus efectos perdurables, Gayol se posiciona en la vasta historiografía
1
Fernando Adrover es Profesor de Historia egresado del Instituto de Profesores Artigas (IPA),
magíster en Historia Política por la Universidad de la República (Udelar). Se desempeña como
docente de Historia Contemporánea en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
(FHCE) y la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Udelar. Ha estudiado temas
vinculados a las relaciones internacionales de Uruguay, movimientos nacionalistas y derechas
anticomunistas, particularmente en la coyuntura de la segunda posguerra.
SANDRA GAYOL (2023). UNA PÉRDIDA ETERNA. LA MUERTE DE EVA PERÓN
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sobre el peronismo desde un punto de vista que permite comprender su carácter
de movimiento popular que no fue fruto únicamente de una alianza política
sustentada en una evaluación racional o instrumental de los beneficios
materiales, sino también en un poderoso vínculo afectivo y una comunidad
emocional.
La autora advierte que estudiar las emociones no implica incursionar en el
terreno de lo irracional, ni tampoco estudiar fenómenos de imposición y
manipulación desde arriba, distanciándose ade los abordajes clásicos que ven
en la dimensión emocional del peronismo un producto de la demagogia populista.
Advierte, además, que las emociones son diversas –según el tipo de persona que
las experimenta– y contingentes, por lo que su análisis reconoce diversos sujetos
en razón de la extracción social o el género y adquiere sentido en función de la
turbulenta coyuntura de los años 1951 y 1952, signada por un fallido golpe de
Estado contra Perón, elecciones presidenciales, los signos de agotamiento
económico del régimen y, claro está, la larga enfermedad y muerte de Eva Perón.
Este hecho, señala, fue un “acontecimiento monstruo” fundamental en la
construcción de una comunidad emocional peronista, en la que la elaboración de
una narrativa del dolor –elemento que valora como original en el peronismo– fue
central. Asimismo, la muerte de Eva condicionó no sólo a la comunidad
emocional peronista sino también las narrativas opositoras. Estos argumentos
centrales son desplegados en la obra a lo largo de seis capítulos.
En el primero se analiza la larga enfermedad de Eva Perón a través de boletines
oficiales y misas por su salud celebradas en todo el territorio argentino. El avance
de la enfermedad coincidió con una creciente polarización política y las elecciones
de 1951. Durante esa vigilia, se consolidó una “comunidad emocional” peronista
en torno a la empatía, a una narrativa que asociaba la enfermedad con el sacrificio
personal de Eva y la función cohesiva del dolor compartido. El ceremonial político
se imbricó con la tradición religiosa aunque, según la autora, existió también en
él un contenido herético al estimular nuevas disposiciones afectivas que
encumbraron el dolor. Para el régimen, en un contexto político tan convulso, se
abría el desafío de asumir la vulnerabilidad y procesarla para fortalecer su
legitimidad.
FERNANDO ADROVER
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA - 3 -
El segundo capítulo profundiza en la idea del sacrificio y el martirio,
concentrándose en el análisis del significado de la figura de Eva Perón, central en
la “política de las emociones peronista, por su vínculo con el líder del
movimiento, con el “pueblo descamisado”, por entrelazar el ideal de amor
romántico con el amor/sacrificio materno –con evidentes resonancias en la
religiosidad popular–. Se analiza en esa “política de las emociones la
importancia de la voz y el gesto –en el contexto de una creciente importancia de
la radio, el registro gráfico y cinematográfico–, además del contenido de la
palabra de Eva Perón. Gayol concluye que “al nombrar, incorporar de manera
repetitiva y reconocer el dolor mediante palabras, gestos e instituciones
específicas el peronismo hizo del dolor una práctica política” (p. 106).
El tercer capítulo aborda la muerte y el funeral, reconstruyendo testimonios de la
difusión y recepción de la noticia, el desarrollo y la dramatización del rito fúnebre
oficial. Analiza el carácter prescriptivo del ritual, pero también su diálogo
complejo con la espontaneidad popular, que explica las dificultades de
organización y gestión de las masas movilizadas que desbordaron la planificación
inicial. Es interesante el contrapunto entre esos episodios iniciales y la
inhumación en agosto, cuando la figura de Juan Domingo Perón adquirió
centralidad y se procuró reforzar la mancomunidad detrás del líder y la jerarquía
política, con el pueblo como asistente/legitimador en una procesión de tono
militar y monárquico, y menos como protagonista. Se destaca, además, el
protagonismo de las mujeres, que exteriorizaron más intensamente sus
emociones a través del llanto, mantuvieron el espacio y su ornamentación floral
y asistieron a los concurrentes en su rol de enfermeras.
Los dos capítulos siguientes analizan el abordaje de la muerte en la prensa y el
cine, y los telegramas y cartas de pésame enviados por ciudadanos argentinos a
Perón o a medios oficialistas. Se profundiza y complejiza el abordaje de las formas
prescriptivas de expresar el dolor y los desafíos a esas formas. Se analiza como la
muerte de Eva favoreció cierto impasse en los estereotipos de género en las
formas de exteriorizar el dolor, y cómo ciertas fórmulas de la cultura de masas
que el propio peronismo potenció claves en la educación emocional de la
población– sirvieron para expresar ese dolor y dieron forma a la comunidad
emocional peronista. También se estudia cómo las narrativas del episodio
SANDRA GAYOL (2023). UNA PÉRDIDA ETERNA. LA MUERTE DE EVA PERÓN
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reforzaron el carácter de líder de Perón (congoja pero seriedad, dolor pero
contención y consuelo a su pueblo sufriente) y lo situaron como heredero del
“cuerpo político” de su esposa y sus virtudes de liderazgo.
El último capítulo analiza las voces opositoras, con énfasis en los exiliados
antiperonistas y los medios de prensa uruguayos en los que se expresaron. Para
estos opositores, el luto y el dolor impuestos desde arriba constituían una
expresión del totalitarismo peronista, una expresión clara de manipulación de las
emociones (se analiza la insistente presencia en sus discursos de figuras como las
“lloronas”, la simulación del dolor) y del sentimentalismo de Eva Perón puesto al
servicio de un régimen autoritario, en una muestra de feminización denigrante
de la política. Pero sobre todo –y esto es quizá el aporte más interesante de este
análisis de los opositores– Gayol entiende que la muerte de Eva Perón también
fue clave para la configuración de una comunidad emocional en estos sujetos, que
lo vivieron como la humillación de un autoritarismo, que impuso de forma
preceptiva modos de expresión de las emociones que determinaban la inclusión
o exclusión de la comunidad nacional, que limitaba el universo de las emociones
posibles, profundizando en ellos un tenaz resentimiento contra el peronismo.
Esto explica que, tras 1955, para ellos “desperonizar” significara también atacar
esa poderosa dimensión afectiva del peronismo.
En síntesis, se puede afirmar que este libro echa luz sobre una dimensión de la
conformación de la identidad política peronista poco estudiada, o relegada como
un mero subproducto de la demagogia populista. En este sentido, enriquece la
historia política del peronismo, al tiempo que incorpora aportes de otros campos,
como el de la historia de los medios y la cultura popular. Sin desconocer la
dimensión autoritaria del peronismo y sus esfuerzos por imponer desde arriba un
modelo de identificación con el movimiento, tiene la virtud de rescatar los
espacios de negociación/contestación desde abajo. Finalmente, aunque permite
sacar conclusiones sobre el primer peronismo en general, el libro tiene el valor de
devolver importancia a la contingencia. ◊