ROSISMO Y ANTIRROSISMO EN LOS ‘DRAMAS DEL TERROR’…
- 8 - CLAVES. REVISTA DE HISTORIA, VOL. 10, N.º 19 (JULIO – DICIEMBRE 2024) - ISSN 2393-6584
autoridad. Lo que sigue es su renuncia a la reelección en 1832, los conflictos al
interior del partido federal, su partida al llamado desierto en 1833 para asegurar
la frontera contra el indio, la revolución que en Buenos Aires dirigió su esposa,
Encarnación Ezcurra, y el asesinato de Facundo Quiroga, como «preludio» a un
segundo gobierno, más sanguinario que el anterior.
En los dos primeros libros, la calificación de Rosas como tirano y su
gobierno como tiranía son poco frecuentes. Su uso se acentúa durante el período
del terror, entre 1839 y 1842, al que se refieren la mayor parte de los episodios de
sangre protagonizados por la Mazorca en los tres libros siguientes. En esta etapa,
el uso del calificativo de tirano y tiranía es muchas veces acompañado de adjetivos
como monstruo, bárbaro, funesto o célebre. En tanto que en muy pocas ocasiones
es utilizada para describir una forma de gobierno, y cuando ello sucede es
caracterizada por el uso del terror y la suma del poder público.
Por otro lado, a partir de su segundo gobierno en 1835 el protagonismo se
desplaza de Rosas a la Mazorca y la Sociedad Popular Restauradora. En cuanto a
Rosas, como había sucedido con la prensa antirrosista durante el exilio, se
transforma en una figura omnipresente, que en bambalinas dirige, ordena o
tolera las acciones de su banda de criminales. Es recién a partir de ese momento
que se puede considerar la continuidad de los Dramas del terror con «la máquina
de matar de Moreira» (Zuccotti 2000), pero hasta ese viraje en la trama y la
estrategia narrativa, Rosas era el personaje principal de una biografía política que
desemboca en una serie de episodios de crímenes cometidos por bandidos que,
en el caso del sereno Moreira, anticipan las raíces de un linaje que culmina con
su hijo Juan.
La misma deriva de la biografía a los episodios del terror se observa en las
láminas que acompañaban la edición de Montevideo y nutrieron la imaginación
de los ilustradores de ediciones y versiones posteriores. En todas ellas, se
mantiene el retrato de Rosas que sirvió de presentación para el primer tomo. Se
trata del gobernador en traje de gala con charreteras, banda cruzada sobre el
pecho y la condecoración con forma de sol que recibió por su campaña al desierto.
Lo mismo sucede con el retrato de Encarnación Ezcurra (véase figura 1). En
ambos casos, los libros pusieron en circulación representaciones elaboradas por