Julieta G. R. Salto
Por
la salud moral de la nación
Maternidad, socialismo e
intervención social durante las primeras décadas del siglo XX
en la ciudad de Buenos Aires
For
the moral health of the nation
Motherhood, socialism and social
intervention
during the first decades of the twentieth century
in the city of Buenos Aires
Julieta G. R. Salto1
Universidad Nacional de Tres de
Febrero
Argentina
DOI: https://doi.org/10.25032/crh.v10i18.2060
Recibido: 6/12/2023
Aceptado: 24/4/2024
Resumen: Este trabajo aborda el estudio de una parte de la sociedad y la política argentina de principios del siglo XX a la luz de un discurso higienista y moralizador vehiculizado no solamente por parte del Estado, sino también por organizaciones de la sociedad civil y algunos partidos políticos de la época. A partir de ello, intentamos dar cuenta de las relaciones existentes entre el discurso higienista difundido por el Partido Socialista y un programa educativo dirigido a las madres de los sectores populares de la ciudad de Buenos Aires durante la «Semana del Nene» de noviembre de 1917, por parte del Club de Madres. Los saberes «maternológicos» difundidos por este grupo ligado al socialismo, no solamente resultaron novedosos, sino que también se convirtieron en una forma de reivindicar a la maternidad desde su función social colocando a las mujeres en una posición privilegiada respecto de los hombres. Esto, a su vez, les permitiría legitimar sus reclamos en torno a los derechos civiles.
Palabras clave: Maternidad-Puericultura-Partido Socialista
Abstract: This paper addresses the study of a part of Argentine society and politics of the early twentieth century in the light of a hygienist and moralizing discourse conveyed not only by the State, but also by civil society organizations and some political parties of the time. From this, we tried to give an account of the existing relations between the hygienist discourse spread by the Socialist Party and an educational program aimed at the mothers of the popular sectors of the city of Buenos Aires during the «Semana del Nene» of November 1917, by the Club de Madres. «Maternal» knowledge spread by this group linked to socialism, not only were they novel, but they also became a way to reclaim motherhood from its social function by placing women in a privileged position with respect to men. This in turn would allow them to legitimize their civil rights claims.
Keywords: Maternity-Childcare-Socialist Party
Introducción
A principios del siglo XX el Estado argentino empleó diversos dispositivos con el fin de llevar adelante una modernización institucional y social basada en los principios del orden y el progreso (Terán 85). Asimismo, intentó regular la vida privada de los ciudadanos de la mano del higienismo y la eugenesia (Armus 139-140). El Partido Socialista fue parte de este proceso adhiriendo a los postulados de estas teorías científicas, al mismo tiempo que reprodujo algunos mecanismos que apuntaban a la construcción de una sociedad sana y ordenada.2 Esto se vio plasmado en el dispositivo «La Semana del Nene», un programa educativo de puericultura organizado por el Club de Madres ―grupo integrado por mujeres ligado al socialismo– que estuvo dirigido a las obreras de la ciudad de Buenos Aires y que fue realizado en noviembre de 1917.
Este trabajo toma como escenario a la ciudad de Buenos Aires, un espacio en el cual se construyó un complejo entramado social y político, y que fue foco de la mirada positivista de los grupos dirigentes de la época. Poner la mirada en la maternidad durante este período histórico y en este sitio, no solo nos permite conocer una parte de la situación de las mujeres y los niños de la época, sino también nos posibilita acceder a ciertos aspectos y lógicas en torno a cómo concibieron a la sociedad los socialistas de aquel momento.
Nos hemos propuesto analizar las relaciones existentes entre el discurso higienista difundido por el Partido Socialista y un programa educativo dirigido a las madres pobres de la ciudad de Buenos Aires durante «La Semana del Nene» de noviembre de 1917. Existen varias cuestiones que nos interpelan y sobre las cuales intentaremos aportar algunas respuestas: ¿Qué relaciones existen entre un programa de puericultura llevado adelante por los médicos higienistas y el discurso moralizante-positivista de este partido? ¿Cómo se explica el interés en la maternidad por parte de los principales exponentes del socialismo de la época?
Con este estudio esperamos contribuir a la cuestión de la maternidad en relación con el papel que jugaron ciertos sectores subalternos como sujetos de intervención, a partir de la implementación de políticas sanitarias y educativas provenientes no solo desde la esfera estatal, sino también a partir de considerar el ámbito social, partidario y asociativo.
Hemos llevado adelante un trabajo analítico basándonos en la bibliografía disponible y en la consulta de archivos documentales, fotografías, diarios y revistas partidarias y de circulación nacional. Para ello tomamos contacto con material del Departamento de Documentos Fotográficos del Archivo General de la Nación Argentina y de la Hemeroteca Biblioteca Nacional Argentina Mariano Moreno. Con la idea de reconstruir los discursos de los protagonistas, hemos indagado en la Biblioteca de la Asociación Médica Argentina, la Hemeroteca de la Biblioteca Obrera Juan B. Justo y la Biblioteca de la Sociedad Luz. Asimismo hemos recurrido a los repositorios digitales de la revista Caras y Caretas existentes en la Biblioteca Nacional de España y del Monitor de la Educación Común disponibles en la Biblioteca Nacional Argentina de Maestros.
El estudio de «La Semana del Nene» y la construcción de una maternidad ligada a los ideales del partido socialista argentino no fue un tópico abordado en profundidad por la historiografía existente, por lo cual intentaremos reflexionar acerca de las formas discursivas del socialismo en torno del rol de las mujeres/madres en la sociedad porteña.
Las madres obreras en el centro del debate
Durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros decenios del siglo XX nuestro país atravesó transformaciones sociales, políticas y económicas sin precedentes. Este proceso se caracterizó entre otras cuestiones por la llegada de un torrente inmigratorio que transformó estructuralmente a la población.3 Los inmigrantes se instalaron mayormente en las grandes ciudades del interior del país y en el Litoral, pero la ciudad de Buenos Aires fue la que tuvo mayor concentración. Una parte importante de los extranjeros –en su mayoría provenientes del sur de Europa− estaba compuesta por varones adultos, los cuales muy pronto pasaron a constituir la mayor parte de la fuerza del trabajo. La política inmigratoria de aquellos años tuvo entre otros objetivos contribuir a la construcción de un Estado nación que estuviese a la altura de los países europeos más avanzados.
El rápido crecimiento demográfico que siguió a la inmigración trajo aparejados diversos problemas sociales y de salubridad que despertaron rápidamente la atención de los sectores dirigentes del país. Los nuevos habitantes de la ciudad fueron muy pronto vinculados a todas las desviaciones morales que afloraban en la sociedad porteña (Scarzanella 29). Por otro lado, las malas condiciones de habitabilidad, el aumento del consumo de alcohol y la proliferación de enfermedades venéreas, que sumados al aumento de la mortalidad infantil y las pésimas condiciones de trabajo especialmente de mujeres y niños, encendieron las alarmas de políticos, médicos e intelectuales. Estos sectores pretendieron educar y contener a las clases populares a través de diversos dispositivos con el fin de erigir una sociedad sana y ordenada. Estaban movilizados por la idea de la «regeneración de la raza», la cual estaba siendo afectada por la llegada masiva de extranjeros.
El discurso positivista impregnó todas las áreas de las ciencias y estableció nuevos modelos de ciudadanía para una Argentina en vías de progreso.4 Las clases dirigentes se valieron además, de los aportes de las ciencias criminológicas y de la implementación de técnicas antropométricas a partir de las cuales los inmigrantes fueron clasificados teniendo en cuenta diversos parámetros (Scarzanella 31-34).
Por otra parte, y ante la amplia demanda de viviendas por parte de los obreros, hacía su aparición una forma de expresión de la vivienda colectiva: el conventillo.5 Al producirse el incremento de este fenómeno habitacional, que se caracterizaba por el desvanecimiento de las fronteras entre la vida privada y la vida pública, los sectores más conservadores coincidían en que el conventillo era un germen de inmoralidad y promiscuidad. Sin embargo, allí se desarrollaba una buena parte de las actividades económicas que concentraba la ciudad y que involucraba mayoritariamente a las mujeres. Un gran número de obreras realizaba tareas desde su domicilio y muchas otras habían comenzado a emplearse en las fábricas haciendo trabajos que requerían mayor minuciosidad.
La incorporación de las mujeres al trabajo fuera del seno del hogar no pasó desapercibida por distintos sectores, por el contrario, generó una serie de debates que en muchos casos ponían en tela de juicio la condición moral de la mujer. Esta cuestión, por un lado, «fracturaba» el mandato social, pero también el biológico de ser madre y por el otro, afectaba a la prole de aquellas que ya lo eran (Nari 79). El sector de las obreras estuvo compuesto en gran medida por madres solas, viudas o solteras. Es por ello que para muchas mujeres el trabajo en las fábricas y talleres se transformó en un modo de subsistir, pero también en una forma de emancipación. En cuanto a las condiciones laborales de las trabajadoras, estaban atravesadas por una brecha salarial que las colocaba en condiciones de inferioridad respecto de los obreros varones.
En aquellos años, el incremento en la tasa de natalidad era mencionada por el texto que acompaña al registro censal de 1914, que sostenía: «La República Argentina […] descansa en una ancha base, formada por el grupo infantil, producto de la abundante natalidad que tiene el país» (Tercer Censo Nacional… 135). Esto podría deberse, entre otras causas, al arribo de una población compuesta mayoritariamente por hombres solos, solteros o que habían dejado a sus familias en sus países de origen, estableciendo vínculos con mujeres criollas o extranjeras. Los datos estadísticos dan cuenta de que, efectivamente, el mayor número de la población extranjera estaba compuesta por varones cuyas edades promedio oscilaban entre los 25 y 29 años de edad. En el caso de la población de la Capital Federal, el 53,9 % estaba representado por el sexo masculino.6
Es preciso señalar que, en esta época, la ciudad de Buenos Aires se había convertido en un espacio que albergaba a cientos de niños en condiciones precarias de salud e instrucción y que pasaban la mayor parte del día en la calle. Algunos de ellos ya habían ingresado al mundo laboral en edades tempranas desempeñando trabajos callejeros, aunque también en consultorios, en casas de familias y talleres (Pagani y Alcaraz 10). En su mayoría, eran huérfanos o hijos de padres pobres que debían trabajar largas jornadas. Asimismo, el abandono de niños en asilos, conventos o en la calle era una práctica que se había vuelto común entre los sectores más empobrecidos (Di Corleto 150-153) De Paz Trueba 10-11; Lionetti y Míguez 21).
Ante este panorama, médicos y políticos advirtieron que era necesaria la preservación de la infancia sostenida por la idea de la «regeneración de la raza» y el encauzamiento de conductas. Estas ideas se conjugaron con el paradigma del establecimiento de una nación poseedora de una población homogénea imbuida en valores como el amor a la patria y el culto a los símbolos nacionales y que en gran parte no estaba exento de tintes xenófobos. En este contexto, las mujeres ocuparían un lugar primordial desde su rol de madres y como un medio para lograr el progreso social a través de la procreación de los futuros ciudadanos (Colángelo 28; Di Corleto 171; Nari 54).
En relación con la protección del binomio madre-niño hizo su intervención la puericultura, una especialidad derivada de la pediatría, que desde hacía ya unas décadas se había incorporado en el programa de los higienistas.7
Desde la política, existieron distintos cruzamientos entre las voces que debatieron e intervinieron sobre la nueva situación social que se presentaba ante sus ojos. A partir de la elaboración de algunos programas y de la creación de instituciones para auxiliar a la infancia menesterosa y contener a las madres, el socialismo argentino fue un actor político activo en este proceso. Los socialistas intentaron diferenciarse de las instituciones burguesas al establecer como meta principal de sus acciones la emancipación de la clase obrera. En aquellos años Emilio Coni (1855- 1928)8 trabajó a la par de otros médicos higienistas que coincidían con las ideas del socialismo, entre ellos Ángel Giménez (1878- 1941), y que tomaron los saberes médicos tendientes a la prevención, adoptándolos al programa del partido.9 En este contexto, pensaban en la necesidad de integrar a la mujer al sistema productivo, pero sin sacrificar a la familia ni a sus funciones biológicas (Muzilli 78; Moreau citado en Macoc 163).
Con la intención de capacitar a este sector para la defensa de sus derechos y con el afán de aportar a la prevención de enfermedades físicas y «sociales» –como el alcoholismo, la prostitución y las enfermedades venéreas−, los socialistas pusieron en marcha un proyecto educativo que intentó acercar a los obreros a las ciencias (Barrancos 17). Desde su órgano principal, la Sociedad Luz ubicada en el barrio de Barracas —una de las zonas más populosas ubicada en el sur de la ciudad—, desplegaron numerosas actividades que resultaron novedosas para la época.10 Tanto en su sede central como en sus subsidiarias, el socialismo llevó adelante conferencias científicas destinadas a instruir a los trabajadores. En estos eventos se utilizaba material pedagógico-didáctico innovador: proyectores —para las clases de geografía, astronomía, microbiología y embriología— y afiches murales. Semanalmente se realizaban talleres de teatro, cursos de pintura y se dictaban clases de mecánica aplicada y telegrafía. Como parte del programa educativo y con el propósito de que niños y adultos tomaran contacto con la naturaleza y a su vez, pusieran en práctica los conocimientos teóricos adquiridos, los socialistas organizaban excursiones al aire libre y pícnics.11 Por otra parte, a través de sus publicaciones desplegaron sus preocupaciones respecto de las condiciones de trabajo de los obreros y denunciaron las causas de los distintos males sanitarios y morales que aquejaban a la sociedad porteña, entre ellos, la prostitución.12
En referencia a la labor femenina dentro del partido socialista, debemos mencionar que, a pesar de llevar adelante una tarea muy cercana a las obreras y a los niños, las mujeres socialistas nunca lograron «alterar la hegemonía masculina» (Barrancos 226). Aunque presentaron heterogeneidades, se dedicaron a plasmar el ideal de mujer promulgado por su propio partido. Tanto la línea compuesta por universitarias de clase media y media-alta como el grupo de las obreras coincidían en reivindicar el papel de la mujer en la sociedad en su función moralizadora dentro del ámbito familiar. Si bien por un lado reclamaban participar del «banquete» de los asuntos políticos degustado solamente por los hombres, por el otro, buscaban mejorar las condiciones de trabajo de las obreras, pero sin dejar de bregar acerca de lo beneficioso que resultaría su presencia en el hogar al cuidado de la prole (Muzilli 75-79).
El Centro Femenino Socialista fue fundado en 1902 y nucleaba a universitarias y obreras. Entre sus filas podemos encontrar a las hermanas Fenia, Adela y Mariana Chertkoff, Gabriela Laperrière de Coni, Alicia Moreau, Ernestina López de Nelson, Elvira López, Raquel Messina y Carolina Muzilli, entre otras. Unos años más tarde de este grupo se desprendería la Unión Gremial Femenina. Estas mujeres se dedicaron principalmente a llevar adelante tareas «propias del género» organizando clases y conferencias para instruir a otras mujeres en el trabajo doméstico y en educación sexual con la idea de mejorar el desempeño femenino en el seno del hogar. En algunos casos, posibilitaron la apertura de consultorios médicos y asilos para los niños desamparados.13
Si en el campo de la contienda política las mujeres se hallaban exentas de la participación directa, en el plano de la palabra pública algunas de ellas se dedicaron al periodismo y a la literatura y llevaron adelante algunas publicaciones de tirada limitada que se sostenía a través de las suscripciones y las publicidades (Gallo 12).14 A pesar de ello, no era frecuente encontrar su firma en las notas y artículos que aparecían en La Vanguardia, el principal periódico socialista de la Argentina. En ocasiones, denunciaban la miseria en la que se encontraban las clases populares en esos años, como consecuencia de la «desidia radical» y ante esto, se preguntaban: «¿Cómo nosotras, las madres, podemos permanecer indiferentes ante tan trascendental problema?».15 En otras oportunidades, reclamaban que sus ideas fuesen tomadas en consideración, dado que «no está demostrada la inferioridad mental de la mujer». Asimismo, era frecuente que las socialistas llamaran a otras mujeres a influir, desde su condición de madres, hermanas o esposas, en las decisiones de «los hombres de la casa» a la hora de votar por los candidatos del partido, «los únicos que luchan por los trabajadores»,16 pero también exhortaban a no descuidar su hogar. Esta postura nos permitiría inferir que estas mujeres colocaban su voz desde su rol maternal, el exclusivo ámbito en el que se sentían reconocidas y legitimadas.
En este contexto, nos preguntamos: ¿de qué manera desde el socialismo se apoyó y sostuvo el discurso moralizante-positivista destinado a las madres obreras de los barrios más pobres de la ciudad? Ensayaremos algunas respuestas.
Educar a la madre para preservar el futuro de la nación
El Estado actuó interviniendo en algunos aspectos de la vida privada —especialmente la de los sectores populares— a través de políticas públicas con el fin de evitar los problemas sociales como también para controlar y ordenar a la población en un contexto de incremento poblacional, de altas tasas de mortalidad infantil, y de la proliferación de enfermedades relacionadas con la pobreza (Mazzeo 25). Las principales destinatarias de esas políticas fueron las madres obreras, en tanto procreadoras de futuros ciudadanos. En este desafío de «mejoramiento de la raza» no estuvo solamente involucrado el Estado, sino también instituciones civiles —algunas de ellas ligadas a partidos políticos— que se sumaron a él desempeñando un papel preponderante (Nari 46; Darré 17; Vallejos y Miranda, 426).17 En este marco la puericultura jugó un rol central fomentando la formación de grupos femeninos que tenían como fin promover la protección de madres e hijos.
Los líderes del partido socialista argentino al igual que muchos intelectuales de su época consideraban a la mujer como el eje principal de las políticas de eugenesia y como agentes intermediarios entre el Estado y las clases populares (Nari 42).
En concordancia con ello el socialismo tuvo una estrecha relación con el Club de Madres, una institución del ámbito privado, fundada en el año 1908, cuyos propósitos se inscribían en una pedagogía de la maternidad atravesada por la necesidad de la «ortopedia moral» y el estímulo del «amor materno».18 El Club de Madres estuvo presidido durante un largo período por Ernestina López de Nelson (1879-1965), una universitaria de clase media que coincidía con los postulados de este partido.19 Desde el discurso inaugural del Primer Congreso Femenino de 1910, López, expresaba la necesidad de la educación femenina en beneficio de su descendencia. Allí también expresó su concepción respecto de la maternidad en los siguientes términos:
La mujer solo ve un triunfo absoluto: el de su condición de madre, que elevando el concepto de la maternidad a un punto de vista más abstracto y general, ya no se fía solo de su instinto […], sino que pretende asentarlo sobre la base de las grandes leyes científicas […] Después de haber ensanchado los límites de su espíritu y de haberse convencido de que su función ineluctable y esencial es el de ser educadora […] se inclinará sobre el niño y derramará su alma cargada de experiencias y de amor, en esa joven alma que es a la vez su obra y su razón de ser en la tierra (Primer Congreso Femenino 66).
Movilizado por la necesidad de encontrar soluciones ante los problemas sociales que la ciudad presentaba, el Club de Madres llevó a cabo la inauguración de «La Semana del Nene», el domingo 18 de noviembre de 1917. Este evento, que se desarrolló durante el transcurso de la última semana de ese mes, tuvo como objetivos la enseñanza y difusión de métodos de higiene y alimentación infantil, destinado principalmente a las madres obreras de la ciudad de Buenos Aires.
A las 16 horas del domingo se inició la exposición en un local donde funcionara antiguamente la Bolsa de Comercio, cedido especialmente. Como se puede apreciar en la figura 1, el día de la Inauguración Ernestina López (en el centro) estuvo rodeada de la Comisión de mujeres que integraban el Club de Madres como también de hombres notables que acompañaron esta causa:
Figura 1. Inauguración de la Semana del Nene de noviembre de 1917. Fuente: Archivo General de la Nación (Argentina) (en adelante AGN), Departamento de Documentos Fotográficos (en adelante DDF), Caja 97, Inventario 135154.
Durante el desarrollo del evento, varios comercios −entre ellos farmacias, empresas alimenticias y fábricas de artículos sanitarios− expusieron alimentos como así también aparatos y utensilios relacionados con la enseñanza o la práctica de la puericultura. En este evento lo visual tuvo preponderancia. A través de la utilización de afiches y de cuadros con gráficos se intentó explicar y apelar a la toma de conciencia de las consecuencias negativas que tendrían para la salud infantil algunos factores como la ignorancia, la mala o escasa alimentación y la falta de higiene, entre otras. En los afiches se podían observar ilustraciones en las cuales la muerte aparecía personificada en un esqueleto que entraba por una ventana en actitud de hostigamiento a un grupo de bebés que dormían o jugaban plácidamente en una cama, bajo la inscripción: «La muerte los acecha. Madres: arrancadlos de sus manos con vuestros cuidados inteligentes»,20 tal como se puede observar en la figura 2:
Figura 2. Afiche de prevención de la mortalidad infantil. Fuente: AGN (Argentina), (DDF), Caja 97, Inventario 11284.
Otro de los recursos que se utilizaron para captar la atención de los concurrentes, fue la utilización de un reloj de pared con una inscripción que indicaba que cada campanada significaba la muerte de un niño en el país. En el recinto, además, se habían colocado vitrinas en las cuales se destacaba la necesidad de que los niños contaran con algún espacio en el hogar para sus juegos. En ellas se exponían juegos didácticos y muñecos estableciendo una diferenciación entre los más apropiados para cada edad y sexo.21
En los días subsiguientes, los consultorios comenzaron a funcionar no solamente atendiendo a niños enfermos, sino también a los sanos ocasión en que además, se les hacía entrega a sus madres de un pequeño ajuar confeccionado por las niñas de las escuelas primarias normales y profesionales de la Capital.
Por otra parte, el presidente del Consejo Nacional de Educación había dado lugar al pedido del Club de Madres de que el día 20 de noviembre se llevara a cabo en todas las escuelas públicas una jornada pedagógica especial con motivo de los acontecimientos de la Semana del Nene. Esta tuvo como finalidad explicar a los alumnos de los grados superiores acerca de los cuidados que debían prestar a sus hermanos pequeños y dar a conocer los riesgos que estos corrían en la primera infancia, sobre todo por la falta de higiene y la ignorancia.22
Parte de las actividades programadas se desarrollaron al aire libre, como ocurrió en el caso de la visita al Jardín Zoológico de la ciudad de Buenos Aires. Allí concurrieron alrededor de trescientas madres pobres con sus hijos pequeños quienes fueron trasladadas desde el centro de la ciudad hacia el barrio de Palermo por la compañía de coches Lacroze había dispuesto vehículos especialmente para tal evento.23 Cuando los actos finalizaban, las asistentes recibían como obsequio botellones de leche. Al mismo tiempo, en el local de la ex Bolsa de Comercio se sucedieron varias conferencias a cargo de médicos higienistas y puericultores. Estos centraron su discurso en torno a la mortalidad infantil y la alimentación artificial de los lactantes, dando sus explicaciones a través de gráficos y diagramas.
Los socialistas adhirieron a este dispositivo pueril a través de su órgano la Sociedad Luz, e invitaron no solamente a las madres obreras, sino también a las esposas e hijas de sus asociados a visitar la exposición. Dicha invitación fue difundida a través del diario La Vanguardia, en cuya portada las instaba a concurrir el domingo siguiente con el objetivo de que se llevaran consigo aprendizajes y consejos útiles para la crianza de los niños.
Los socialistas fueron portavoces del discurso médico-higienista y pensaron a la lactancia como una forma de transmisión de sus propios valores —moralidad, respeto y orden— de madre a hijo. También consideraron al vínculo afectivo involucrado en ella, como un modo de alterar conductas «con el fin de dar otra fisonomía moral y sanitaria en el medio obrero» (Barrancos 181).
En aquellos días desde la prensa partidaria, no cesaron de destacar que la obra llevada adelante por la institución dirigida por Ernestina López, no tenía «el sello de la caridad oficial» y además «…podía mostrar a las mujeres un medio de emplear sus energías en forma útil para el medio social».24
Asimismo, su adhesión implicaba la participación directa de miembros de la Sociedad Luz como disertantes en las conferencias organizadas para tal fin.25 Uno de los cotidianos más importantes, el diario La Prensa, en su edición del 24 de noviembre de 1917, también se hizo eco de los acontecimientos de la Semana del Nene. Este diario llamaba a apoyar esta obra, a la cual consideraba humanitaria y patriótica en pos de la necesidad de construir un país poblado por una «raza fuerte». Al respecto, comentaba que
Instituciones […] como nuestro Club de Madres tratan de amparar a las generaciones infantiles en contra de las acechanzas de la muerte o del empobrecimiento orgánico. […] No bastará para resolverlo, el noble altruismo de las damas que se han congregado en el Club de Madres […] Pero ese esfuerzo abnegado y eficiente podrá ser el punto de partida de una empresa nacional que repare […] la angustiosa situación de millares de niños argentinos, heridos de muerte e infortunio por prematura degeneración corporal (La Prensa 10).
Por su parte, la revista Caras y Caretas, en su sección de sociales, anunciaba la inauguración de la exposición con una foto de gran tamaño de la Comisión de damas del Club rodeadas de auspiciantes. En los siguientes días acompañó los eventos con un nutrido recorrido fotográfico.26
Los socialistas organizaron una visita para el día del cierre de la exposición, el domingo 25 de noviembre. Algunos socios de la Sociedad Luz, pero también alumnos de las escuelas primarias de Barracas y sus familias, se hicieron presentes. En los salones tomaron conocimiento de los distintos servicios de puericultura que allí se brindaban como así también del funcionamiento de los aparatos expuestos en el lugar (incubadoras, esterilizadores, etc.) En otra de las salas todos los asistentes pudieron observar a un grupo de niñas que se encargaban de enseñar a preparar alimentos infantiles, a vestir y arreglar a los niños pequeños con la ayuda de muñecos.
A los socialistas al igual que a los sectores dirigentes y los médicos higienistas, les preocupaba que aún existía un gran número de mujeres del sector obrero que se resistía a acudir a los servicios públicos de salud y confiar en sus profesionales. A menudo muchas de ellas optaban por emplear soluciones «caseras» –transmitidas desde el saber popular− o recurrían al curanderismo para resolver los problemas de salud que afectaban a sus hijos (Teitelbaum 189). Esta práctica de medicina «popular» era muy común en gran parte de la población, aún bien entrado el siglo XX (Armus 315). Es por ello que la iniciativa del Club de Madres cobró importancia y fue muy bien recibida por algunas instituciones como la prestigiosa Asociación Médica Argentina. En la revista La Semana Médica editada por este organismo se publicó el 29 de noviembre de 1917 una carta en la que Emilio Coni,27 su presidente, felicitaba a Ernestina López por las actividades desarrolladas en la exposición y la alentaba a continuar con ese programa en el futuro:
Para prolongar la obra iniciada bajo tan buenos auspicios, creo que el Club de Madres debe procurar, por todos los medios, de establecer en forma permanente una Exposición de Higiene Infantil […] que serviría de lección de cosas para todas las clases sociales (656).
Este médico además entendía que esa exposición de higiene serviría de complemento didáctico para que las escuelas públicas y privadas las utilizaran para el aprendizaje práctico de la puericultura.
El Club de Madres inscribió su labor en este marco, llevando adelante un reforzamiento de la ortopedia moral que estaban implementado los médicos higienistas. A partir de la exaltación de ideales y virtudes pretendieron corregir ciertas desviaciones morales que se concebían como fruto de las condiciones de pobreza y la promiscuidad en las que estaban sumidas muchas familias obreras. Su discurso «maternológico» tenía como objetivo el mejoramiento de la raza poniendo en el centro el rol de la madre. Asimismo, estuvo acompañado de la puesta en marcha de prácticas de cuidado infantil en las que la administración del tiempo, los espacios y hasta las emociones de las mujeres pobres que asistieron a la exposición, ocuparon el rol central. La comisión de mujeres que organizó «La Semana del Nene» además, puso énfasis en la necesidad de que el amamantamiento de los niños fuese llevado adelante por sus propias madres. En este sentido se dirigieron no solamente a ellas, sino también a las autoridades presentes en la exposición a través de la exhibición de afiches murales. En ellos expresaron que era menester la creación de cantinas maternales, salas de lactantes en las fábricas y la provisión de hielo gratuito para la conservación de la leche. Asimismo, plasmaron la necesidad de la supervisión por parte del Estado de la calidad de la leche, la inspección de las lecherías y la creación tanto de dispensarios de lactancias como de un registro de las nodrizas municipales.28
En aquellos años desde el socialismo se ponía en duda la legitimidad del accionar de las damas de la Sociedad de Beneficencia y proponían la disolución de esta institución y el pasaje de los hospitales y asilos que esta administraba, a manos de la municipalidad de la capital y la asistencia pública. Tanto para Ángel Giménez, como para otros correligionarios como Juan B. Justo, Mario Bravo y Nicolás Repetto, esta institución constituía un organismo arcaico e incompetente que se servía de los favores estatales. A su vez, alentaron a que el Estado tomara a su cargo la actividad de contención y educación de madres y niños y que actuara de forma independiente de la religión católica. En este sentido, Ángel Giménez sostenía: «Hay pues que abrir nuevos rumbos de la asistencia social […] hay que darles una nueva orientación moderna […] llenarlos de espíritu laico» (Giménez, Asistencia social 7).
Podemos deducir que la Semana del Nene tuvo un relativo éxito dentro del ámbito de los sectores intelectuales y de los médicos higienistas puesto que impulsó a que en noviembre de 1918 el Club de Madres organizara una nueva edición de esta exposición. En cambio, resulta complejo dilucidar el impacto que tuvo entre las mujeres obreras, dado que no contamos con referencias documentales concretas al respecto. Podemos inferir, que como consecuencia de las diversas estrategias que se implementaron para atraer a esta población (entrega de ajuares, bidones de leche como obsequio, la puesta a disposición de transporte para las visitas, entre otros), pudo haber resultado sido significativa.
Consideraciones finales
La expansión del capitalismo colocó a los obreros, pero principalmente a las mujeres trabajadoras, en un punto clave para la transformación social. Los socialistas formaron parte de este proceso e intentaron brindar respuestas a la problemática social de esta coyuntura puesto que la noción de «mejoramiento social» estuvo muy presente no solo en el discurso oficial, sino también en los lineamientos ideológicos del partido. En este proceso, las mujeres desde la maternidad, cumplirían un rol destacado y tanto desde el Estado como desde las instituciones civiles se valieron de algunos instrumentos −como la educación moral y las prácticas de puericultura− para cumplir con sus objetivos.
En el desarrollo de la Semana del Nene se vio plasmada una red de relaciones existentes entre los grupos que conformaron el campo de difusión de los saberes «maternológicos» y que apoyaron la iniciativa del Club de Madres. Hemos demostrado que se trató de un dispositivo donde lo visual y lo práctico ocuparon un lugar central y a la vez resultaba novedoso, en especial porque la población a la que fue dirigido estuvo atravesada mayormente por el analfabetismo.29 Sostenemos que esta estrategia tuvo como finalidad no solamente facilitar la comprensión de los mensajes que se deseaban transmitir, sino también aumentar el impacto sobre las conciencias, movilizar y conmover a las asistentes.
Existieron distintos sectores —estatales y privados— interesados en la intervención de la maternidad inclusive desde la etapa infantil. En muchos casos se hace evidente la clara interrelación entre ambos espacios que actuaron muchas veces, separados apenas por una delicada línea. Esto se vislumbra no solo en la concesión por parte del Consejo Nacional de Educación al pedido del Club de Madres respecto de la participación de las escuelas de niñas en la confección de ajuares para el evento, sino también en la realización de una jornada pedagógica en las escuelas para el tratamiento de prácticas de puericultura, también a pedido de este.
Por su parte el Partido Socialista adhirió a este dispositivo pedagógico-pueril llevado adelante por el Club de Madres dadas las coincidencias en los intereses que ambas instituciones perseguían. Por un lado, el acercamiento de los sectores más empobrecidos a los saberes científicos y, por el otro lado, la difusión de «buenas prácticas» que llevarían al mejoramiento social. Asimismo, debemos tener en cuenta los lazos de reciprocidad sostenidos desde la militancia política que unían a Ernestina López con el socialismo. Del mismo modo, la participación activa de intelectuales y médicos adscriptos a este partido −a través de sus producciones gráficas, conferencias o guiado de contingentes en la exposición− da cuenta de esta estrecha relación. En concomitancia con ello, este evento resultó un lugar propicio para desplegar la difusión de la tarea parlamentaria que desde el socialismo se venía llevando adelante en aquellos años en torno a la protección del niño y la madre obreros.
Debemos señalar que si bien el socialismo por un lado se mostraba como un partido político moderno en el cual la participación política de la mujer se encontraba dentro de sus proyectos legislativos, en la práctica, las militantes socialistas frecuentemente se encontraban adscriptas a la tutela –no siempre de manera explícita− de un varón.
Al momento de realizar esta investigación no contábamos con fuentes documentales que nos permitieran constatar más empíricamente la gravitación tuvo la «Semana del Nene» al interior del Club de Madres y los núcleos obreros los que estuvo dirigida. Sin embargo, hemos podido determinar su impacto en el sector médico y el sector político a partir de las conclusiones provisorias que, a su vez, abren nuevas preguntas y caminos de indagación a ser recorridos.
Podemos sostener que el socialismo argentino de principios del siglo XX encontró en el dispositivo pedagógico-pueril instituido por el Club de Madres, un espacio para desplegar su programa reformador imbuido en prácticas higienistas y de contenido moral. En este espacio las mujeres en tanto madres contribuirían a la construcción de una nueva sociedad a partir de los principios socialistas alejados del clericalismo y la limosna de las clases altas y medias. Asimismo, el accionar desplegado por las militantes socialistas con el fin de reivindicar a la maternidad desde su función social las diferenciaba y las colocaba en una posición privilegiada respecto de los hombres y a su vez, les permitía legitimar sus reclamos en torno a los derechos civiles y políticos. ◊
Fuentes
Archivo General de la Nación (Argentina (AGN), [En referencias dentro del texto DDF, Departamento Documentos Fotográficos]
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1 Julieta Salto es magíster en Historia, Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref, Argentina), doctoranda de la carrera de Historia en la misma Universidad, integra el equipo de investigación en el proyecto «Circulación de saberes y prácticas médicas en Argentina, siglos XIX y XX» del Instituto de Estudios Históricos (Untref), Docente en Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), Argentina.
2 El Partido Socialista fue fundado en la Argentina el año 1896, por el médico Juan Bautista Justo. Este partido político que bregaba por los intereses de los obreros, estuvo integrado por profesionales: médicos, abogados, pedagogos, pero también por trabajadores especializados. Sus principales exponentes llevaron adelante una ardua labor parlamentaria, sobre todo durante las primeras décadas del siglo XX. Podemos mencionar entre ellos a Alfredo Palacios, Enrique del Valle Iberlucea, Ángel Giménez y Mario Bravo.
3 Luego de la guerra los estados de origen pusieron en marcha políticas de retención de población. Y, por otro lado, los países receptores impusieron un mayor control sobre las personas que ingresaban al país. Véanse Fernando Devoto («La inmigración de ultramar»..) y Vanina E. Modolo («Análisis histórico…»).
4 Entre otros, véanse Carlos Altamiramo y Beatriz Sarlo (Ensayos argentinos:…); Natalio Botana (El orden conservador…); Luis Romero (Las ideas políticas…); Oscar Terán (Vida intelectual…); Juan Suriano (La cuestión social…).
5 Se trataba de viejas casonas que habían pertenecido a la clase alta y que luego fueron abandonadas durante la epidemia de fiebre amarilla que había azotado Buenos Aires en 1871. Allí numerosas familias de inmigrantes vivían en situación de hacinamiento con precarias condiciones de higiene y salubridad. Los conventillos estaban ocupados por una cierta cantidad de familias, cada una de ellas alojadas en una habitación donde además compartían los servicios tanto de baño como de cocina.
6 Algunos datos provenientes del Tercer Censo Nacional de 1914 arrojan como resultado que la población del país estaba compuesta por 7.903.662 personas respecto de los 4.044.911 de habitantes que arrojaba el Censo Nacional de 1895. Véase Tercer Censo Nacional…; Vanina Modolo.
7 Ya desde principios del siglo XX, los primeros médicos higienistas tomaron como modelo el trabajo que los puericultores franceses venían desarrollando durante las últimas décadas del siglo XIX. La puericultura centró su accionar en la protección integral de la madre y el niño, pero incluyendo al Estado como un medio fundamental para lograr sus objetivos.
8 Fue un médico higienista, que dedicó su vida profesional a la higiene pública y a la medicina social. Fue fundador de instituciones como el Patronato de la Infancia (1892) y la Liga Argentina contra la Tuberculosis (1901). Asimismo, en 1892, asumió la presidencia de la Sociedad Médica Argentina y, al siguiente año, fue designado director de Asistencia Pública en la ciudad de Buenos Aires.
9 Ángel Giménez estuvo vinculado al socialismo. Fue el precursor y difusor de la fundación de la Sociedad Luz, órgano principal del Partido Socialista, destinado a la instrucción ―en materia de ciencias― de los trabajadores.
10 Desde su fundación, en 1899, este organismo estuvo organizado e integrado en su mayor parte por profesionales varones de la medicina, las letras y otras ciencias. Al poco tiempo, se incorporaron a las actividades del partido, mujeres profesionales que en su mayoría estaban vinculadas a aquellos por lazos maritales o sanguíneos. En el año 1903 se produjo la apertura de otra rama femenina compuesta por obreras, que guardaba autonomía respecto de las universitarias.
11 Véase Camarero H. y otro («Jugar con barderas rojas…»)
12 Los sectores conservadores encontraban a las prostitutas como responsables de la propagación de enfermedades venéreas entre la población masculina y, por ende, del contagio que afectaba a las familias causando en muchos casos abortos espontáneos y mortalidad infantil. Desde el socialismo, Ángel Giménez argüía que era necesaria la prohibición de las casas de prostitución y la reducción de los reglamentos. Para este médico, era imperioso el mejoramiento de las condiciones higiénicas de la clase trabajadora y el tratamiento médico gratuito de las mujeres que ejercían esta actividad, como así también la enseñanza de la higiene sexual en las escuelas. Véanse Ángel Giménez (La prostitución…, 2); Marisa Miranda («Buenos Aires, entre Eros y Tanatos…»).
13 El grupo femenino Unión y Labor, además de editar la revista homónima, llevó adelante el sostenimiento de la Casa de los Niños. La revista en su página principal esgrimía el siguiente lema: «Órgano femenino y protección del niño». (Véase Gallo, Edit Rosalía, 17).
14 Unión y Labor (1909-1915), Nuestra Causa (1919-1921) y Tribuna Femenina (1915-1916).
15 La Vanguardia, 4 de octubre de 1918, p. 2.
16 Ídem.
17 La idea de mejoramiento de la raza estaba unido al de construcción de una nación sana y fuerte. Estos postulados estaban incorporados en el programa y el discurso eugenésico de la medicina, la criminología y la política. La puericultura estuvo notablemente influenciada por estas premisas y procuró incorporar a las mujeres como instrumentos para lograr esos objetivos.
18 Utilizamos el concepto de «ortopedia moral», que retoma Silvana Darré (2013) de Michel Foucault en alusión a las formas en que el poder intenta normalizar a las personas a través de la disciplina con el fin de corregir y construir cuerpos dóciles en el marco de la sociedad capitalista. Véase: Foucault Michel, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2006, 18.
19 Ernestina López de Nelson fue una intelectual argentina doctorada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En el año 1910 organizó junto a otras universitarias el Primer Congreso Internacional Femenino. Durante varios años presidió el Club de Madres y tiempo después se incorporó como miembro de la Comisión de Bienestar Infantil junto a su esposo, el pedagogo Ernesto Nelson. Junto a su hermana Elvira, estuvo adscripta al socialismo donde desempeñó un rol activo en la alfabetización y educación de las obreras.
20 AGN (Argentina), (DDF), Caja 97, Inventario N.º 11284.
21 AGN (Argentina), (DDF), Caja 97, Inventario N.º 11285.
22 Consejo Nacional de Educación (Argentina), Circular N.º 248, 16 de noviembre de 1917, reproducida en El Monitor de la Educación (Buenos Aires, Argentina), 539, 30 de noviembre de 1917, 66.
23 Véase La Prensa (Buenos Aires, Argentina), 22 de noviembre de 1917, 9.
24 La Vanguardia (Buenos Aires, Argentina), 19 de noviembre de 1917, 1.
25 Como es el caso del Doctor Samuel Bermann, que disertó acerca de la «Herencia y eugenismo». Véase La Prensa (Buenos Aires, Argentina), 22 de noviembre de 1917, 9.
26 Véase Caras y Caretas (Buenos Aires, Argentina), 24 de noviembre de 1917, 5.
27 Emilio Coni tenía una relación estrecha con el Partido Socialista no solo desde lo ideológico, sino también porque estaba casado con Gabriela Laperrière, una activa intelectual socialista que había fundado en 1902 el Centro Socialista Femenino.
28 «Inauguración de la Semana del Nene de noviembre de 1917» en AGN (Argentina), Departamento de Documentos Fotográficos, Caja 97, Inventario N.º 135154.
29 Según el Tercer Censo Nacional, efectuado en el año 1914, en la Capital Federal se habían registrado un total de 237.000 personas analfabetas mayores de 7 años. Las mujeres representaban el 53,45 % del total. Véase Tercer Censo Nacional (1916, p. 321).