Tema Central

Desplazamientos en los discursos sobre los medios de comunicación en Roque Faraone durante los años cincuenta y sesenta en Uruguay

Florencia Soria
Universidad de la República, Uruguay

Claves. Revista de Historia

Universidad de la República, Uruguay

ISSN-e: 2393-6584

Periodicidad: Semestral

vol. 8, núm. 15, 2022

revistaclaves@fhuce.edu.uy

Recepción: 10 Septiembre 2022

Aprobación: 30 Noviembre 2022



DOI: https://doi.org/10.25032/crh.v8i15.6

Resumen: El artículo analiza los discursos sobre los medios de comunicación de Roque Faraone a partir de su itinerario intelectual y de las redes en las que participó entre el período más temprano de su trabajo, a mediados de los años cincuenta y hasta su exilio de Uruguay en 1973. En este contexto político e intelectual el texto muestra desplazamientos de carácter disciplinar, teórico y metodológico en su análisis de la comunicación. Faraone se dedicó crecientemente a su estudio en detrimento de la investigación histórica y fue persistente en el abordaje de algunas temáticas y problemas de análisis. Estas continuidades convivieron con cambios expresados en la formulación de una enfoque crítico que retomó aspectos del estructuralismo y del marxismo. En este proceso Faraone articuló las redes intelectuales que integró con pensadores franceses y norteamericanos con debates y encuentros intelectuales en América Latina hacia principio de los años setenta.

Palabras clave: historia de la comunicación, medios, historia intelectual, redes intelectuales.

Abstract: : This article analyses Roque Faraone's discourses on the media based on his intellectual itinerary and the networks in which he participated between the earliest period of his work, in the mid-1950s, and his exile from Uruguay in 1973. In this political and intellectual context, the article shows disciplinary, theoretical, and methodological shifts in his analysis. Faraone increasingly devoted himself to the study of communication in detriment of his historical research and, in this field, he was persistent in the themes and problems of study related to the media. These continuities coexisted with changes expressed in the formulation of a critical approach that took up aspects of structuralism and Marxism. In this process, Faraone articulated the intellectual networks he formed with French and North American thinkers with debates and intellectual meetings in Latin America in the early 1970s.

Keywords: history of communication, intellectual history, media, Uruguay.

1 Introducción[1]

Roque Faraone no figura entre los nombres que construyeron el estandarte de los estudios sobre comunicación en América Latina y no tiene entradas en los textos manuales sobre el campo junto a pensadores como el belga Armand Mattelart o el venezolano Antonio Pasquali. Las investigaciones sobre la historia de los medios, especialmente en Uruguay, han considerado su trabajo más una referencia bibliográfica que un objeto de estudio en sí mismo. Este artículo se propone invertir esa perspectiva: se focaliza en los discursos de Faraone a partir de su trayectoria intelectual, de las redes que integró y en el entramado de la coyuntura que se extiende desde mediados de los años cincuenta hasta principios de los setenta.

La propuesta es deudora de las investigaciones que, desde la última década, formulan un diálogo entre la historia intelectual y la comunicación para analizar los incipientes discursos sobre esta en la región. Sin desconocer la relevancia de estudios como el de Mirta Varela (2010), que identifica actores y problemas neurálgicos en este período, el artículo tiene como antecedente fundamental los trabajos de Mariano Zarowsky sobre los intelectuales que pensaron la comunicación y la cultura en Argentina durante los sesenta y setenta (2017) y sobre la trayectoria de Mattelart en Chile (2013). En diálogo con la propuesta de Zarowsky, otras investigaciones (Badenes 2020, Sánchez Narvarte 2022) avanzaron en el abordaje de conceptos e intelectuales en América Latina buscando entender sus obras, vínculos y debates en el entramado social y cultural que hace a su significación. El artículo aspira a contribuir al estudio de la complejidad de estas redes y discursos durante el período señalado y al análisis de intelectuales que reflexionaron sobre los medios en Uruguay, un objeto que cuenta con exiguos antecedentes.[2]

En consonancia, el artículo se adscribe a una perspectiva teórica que entrecruza la historia intelectual y la sociología de la cultura (Zarowsky 2017, 2013). Desde este enfoque, se aleja de «cualquier mirada romántica del genio creador o del mito del padre fundador que abstrae la producción de conocimiento de sus condiciones de emergencia, pero también a distancia de un contextualismo abstracto y generalizante que obvia cualquier tipo de mediación» (Zarowsky, De laboratorio chileno 37). En el intersticio entre ambos extremos, el artículo aborda el pensamiento de Faraone «en el seno de experiencias históricas» (Altamirano 10), en contextos amplios y conflictivos que son encarnados por los sujetos y movilizados en sus prácticas e ideas. En consecuencia, no se propone un relato biográfico de Faraone sino un análisis de su «itinerario intelectual» (Zarowsky 2017, 2013) que expresa y actualiza tradiciones y contextos sociohistóricos. Estos itinerarios suponen espacios relacionales y de intercambio intelectual muchas veces fundados en circulaciones «que en mucho superan las fronteras y contribuyen a tejer tramas de alcance regional y continental» (Weinberg XV). El artículo se detiene especialmente en abordar la participación de Faraone en redes intelectuales cuya trama relacional se expresó en la conformación de asociaciones y en encuentros académicos.

A partir de este marco, se identifica que entre mediados de los años cincuenta y principios de los setenta, los discursos de Faraone sobre los medios de comunicación se desplazaron disciplinar, teórica y metodológicamente. Si bien es posible observar movimientos semejantes en otros pensadores de ese momento ―como Mattelart (Zarowsky 2013)―, en el caso del uruguayo expresan sesgos propios que emergen de su itinerario, de las redes que integró y del contexto político e intelectual. En el proceso de consolidación y disputa que caracterizó las fases iniciales de la investigación en ciencias sociales en Uruguay, Faraone se propuso abordar un sistema mediático en el que convivían elementos innovadores ―como la inauguración de los canales televisivos― con rasgos tradicionales, como el carácter político-partidario de la prensa o los espacios de sociabilidad política e intelectual que ella significaba. La radio, el cine, la televisión y los periódicos expresaron con desigual vehemencia la polarización política del país y, sobre todo desde 1967, fueron frecuentemente censurados por el avance autoritario del gobierno presidido por Jorge Pacheco Areco. A su vez, la prensa y las empresas de radiodifusión atravesaron momentos de intensa conflictividad laboral ―a tono con el alto nivel de protesta social del período de estudiantes y trabajadores― y su viabilidad económica no fue ajena a la crisis que vivió el país desde mediados de los años cincuenta.

En este contexto, Faraone se dedicó paulatinamente al estudio de la comunicación, primero en convivencia con sus investigaciones históricas y luego como objeto central de su trabajo. Durante este proceso persistió su interés por reflexionar sobre la relación entre la libertad de prensa y de información y la función social de los medios en los sistemas políticos, una temática que adquirió rasgos particulares en función de los cambios coyunturales y en su abordaje teórico y metodológico. Los acercamientos iniciales de Faraone hacia la morfología de la prensa dieron lugar a un enfoque crítico que retomó aspectos del marxismo y el estructuralismo. Este movimiento articuló las redes intelectuales que integró con pensadores franceses y norteamericanos ―especialmente como parte de la Asociación Internacional de Estudios en Comunicación Social (AIECS)― con encuentros e intercambios junto a intelectuales que reflexionaban sobre los medios en América Latina en los años sesenta. De esta forma, el artículo busca mostrar las variaciones y persistencias en los desplazamientos disciplinares, teóricos y metodológicos de Faraone a través de su itinerario, redes intelectuales y contexto histórico.

La delimitación temporal del artículo parte a mediados de la década de 1950, cuando Faraone se propone investigar la prensa, y culmina con su exilio a Francia en 1973 tras ser destituido como docente luego del golpe de Estado cívico militar en ese año. Durante este período Faraone escribió y participó en la elaboración de varios textos sobre la historia de Uruguay ―en especial, su historia económica― así como reflexiones sobre la coyuntura del país en los años sesenta.[3] Del conjunto de estos escritos, el corpus de análisis se definió temáticamente, enfocándose en las cuatro publicaciones del autor sobre los medios de comunicación identificadas hasta ahora durante el período delimitado:[4] el libro La prensa en Montevideo. (Estudio sobre algunas de sus características) publicado en 1960, el texto Medios masivos de comunicaciónde 1969, la ponencia Algunos problemas teóricos de la investigación sobre comunicación en América Latina presentada en 1973 y el capítulo Estructura económica y medios de comunicación publicado en el libro Información y comunicación social de 1973.

La hermenéutica del análisis documental de estas fuentes supuso abordarlas como indicios de la organización social en su conjunto, expresión del itinerario de Faraone y de sus vínculos intelectuales, según se desprende de las citas textuales o indirectas que en la documentación escrita señalan a otros textos e intelectuales. Estos materiales fueron abordados en diálogo con las fuentes orales construidas a partir de dos encuentros con Faraone. Su interpretación implicó contemplar los desafíos del testimonio que, a pesar de su carácter esquivo, permite atender a las significaciones que los actores hacen de su recorrido desde el presente.

El texto se estructura en dos grandes secciones que proponen un recorrido cronológico a través de dos momentos del análisis que Faraone hace de los medios: el primero hacia finales de los años cincuenta y el segundo en los tardíos sesenta y tempranos setenta. Ambas secciones se subdividen en dos partes con una estructura semejante: primero se identifican los núcleos temáticos y rasgos teóricos y metodológicos de los textos en diálogo con el itinerario de Faraone y el contexto histórico e intelectual; luego se abordan las redes intelectuales de las que participó en cada período.

2 Periódicos, libertad de prensa e información y democracia

La prensa en Montevideo. (Estudio sobre algunas de sus características) fue publicado en 1960 y recoge los hallazgos de la investigación que hizo Faraone sobre la libertad de prensa y de información en Montevideo a partir del estudio de nueve periódicos durante una semana, entre el 19 y el 25 de mayo de 1957: Acción (1948-1973), El Bien Público (1878-1962), El Debate (1931-1969), El Día (1886-1991), El Diario (1923-2000), La Mañana (1917-1998), El País (1918-actualidad), El Plata (1914-1967) y Tribuna Popular (1879-1963). Faraone buscaba entender el impacto en la prensa de los anunciantes y partidos políticos que mantenían un vínculo intrincado entre sí: la mayoría de los medios que analizó, tenían una filiación político-partidaria ―expresada en sus propietarios, financiación o en los encendidos debates a través de sus editoriales y sueltos-,[5] y un mayor o menor interés en obtener ingresos a través de la publicidad, gestionada por agencias que intervenían en las campañas electorales (Broquetas 2021).

La investigación se desarrolló en un contexto signado por el carácter incipiente de los estudios sobre comunicación tanto en la región como en Uruguay. En América Latina había espacios institucionales para la formación de periodistas,[6] más abocados al ejercicio profesional que a la investigación; al mismo tiempo, los abordajes académicos se focalizaban en la historia del periodismo y la propaganda o el estudio de las audiencias y la opinión pública (León-Duarte 2022; Marques de Melo 1987). En Uruguay había trabajos de catalogación, sistematización y acercamientos historiográficos hacia las publicaciones periódicas,[7] pero los medios no eran un objeto de análisis delineado dentro de las ciencias sociales.

Por tanto, La prensa en Montevideo proponía un estudio novedoso en un contexto emergente de la sociología en el país, aún en proceso de legitimación de sus exponentes académicos y espacios institucionales.[8] Uno de ellos, la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Udelar, patrocinó el trabajo honorario de Faraone. Por entonces, esa Facultad había iniciado la creación del Instituto de Ciencias Sociales ―inaugurado en 1958―, bajo el impulso inicial de los abogados e intelectuales Isaac Ganón y Aldo Solari ―a partir de 1963―. En este marco, Faraone buscaba aportar a las ciencias sociales un método de trabajo riguroso y cercano a las «ciencias exactas», que evidenciaba «una tendencia sociológica contemporánea que aún no ha encontrado apoyo suficiente en el medio científico nacional» (Faraone La prensa22). De esta forma, el trabajo se integró a los debates que atravesó la sociología sobre la modernización de sus métodos (Markarian 2020), una arista que Solari subrayó en el informe que elevó al Consejo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales sobre esta investigación (Faraone 1960).

Cuando realizó este trabajo, Faraone era estudiante de esa Facultad, profesor de Historia en secundaria y escritor en el semanario de izquierda independiente Marcha. Por lo tanto, se nutría de vínculos académicos que promovieron y legitimaron su investigación, como lo ilustra el apoyo del decano de la Facultad, Eduardo Couture, o el informe que redactó Solari ―por entonces, un consagrado investigador de las ciencias sociales―, publicado a forma del prólogo en el libro. Al mismo tiempo, su participación en Marcha lo integraba en una red textual e intelectual (Weinberg 2021) que daba una dimensión pública a su trabajo y le permitía intervenir en discusiones políticas. De hecho, a partir de su estudio Faraone publicó un análisis en Marcha sobre la financiación de la prensa y el subsidio a la importación de papel, en el marco de una reforma cambiaria que señalaba la orientación económica liberal del nuevo gobierno presidido por el Partido Nacional (Faraone, 26 de diciembre de 1959).[9]

Sin embargo, estos vínculos intelectuales dejaron someras referencias en el libro de Faraone más allá de su paratexto. Los escasos antecedentes locales y regionales que tenía su trabajo dentro de la sociología y la búsqueda por aportar a esta disciplina un método de investigación que inscribieran al propio Faraone en un campo académico en construcción, explican en parte por qué La prensa en Montevideo se nutrió de publicaciones académicas e informes sobre los medios en Estados Unidos y algunos países europeos ―menciona en particular a Francia, Inglaterra y Alemania―, así como publicaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En un ambiente de revitalización de las ciencias sociales tras la Segunda Guerra Mundial, UNESCO patrocinó publicaciones sobre comunicación y estimuló la creación de instituciones para formar periodistas y centros de investigación.[10] Entre sus diferentes áreas de interés, se destacó la libertad de expresión e información, que ocupó una de las conferencias especiales de la ONU, a partir de la cual quedó incluida en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

2.1 Libertaddeprensa, deinformaciónydemocracia

En La prensa en Montevideo Faraone distinguió entre los conceptos de libertad de prensa ―entendida como el derecho a la publicación de información elegida sin presiones políticas― y libertad de información ―el derecho a la publicación de noticias diversas y de interés del público; es decir, un derecho colectivo a la información. En tanto acercamiento inicial al objeto de estudio, optó por focalizarse en la libertad de prensa y sus limitaciones, pero admitía que su aspiración final era analizar la relación entre las dos libertades, el vínculo entre el medio y sus lectores y, en última instancia, la función social de la prensa.

Con este cometido Faraone recuperó estudios académicos e informes sobre la libertad en los medios en Estados Unidos y Gran Bretaña. En estos países, tras el proceso de industrialización de los periódicos en las primeras décadas del siglo XX y luego de la Segunda Guerra Mundial, se volvió objeto de debate público los riesgos de una concepción individualista e ilimitada de la libertad de prensa por parte de los editores, la injerencia de los intereses de la publicidad en las empresas de comunicación y los peligros del proceso de concentración mediática, que excluyó a medios y voces menos competitivas (Rodríguez Polo y Martín Algarra 2008). Expresión de este marco ―someramente esbozado aquí― fue la creación de la Commission on Freedom of the Press (Comisión para la Libertad de Prensa) en Estados Unidos, que nucleaba a intelectuales bajo la dirección de Robert M. Hutchins, Rector de la Universidad de Chicago, con el objetivo de analizar la libertad en los medios de comunicación y su responsabilidad social. En paralelo, entre 1947 y 1949 los problemas de concentración mediática, su responsabilidad y función de la libertad de prensa fueron también objeto de análisis de la Royal Commission on the Press (Comisión Real de la prensa) en Gran Bretaña formada por la Unión Nacional de Periodistas.

A partir del trabajo de estas comisiones Faraone señalaba que, si bien la concentración empresarial había permitido mitigar las presiones gubernamentales en los países anglosajones, en Estados Unidos la prensa se había vuelto uniforme y «esas condiciones de “standardización” de noticias y comentarios, hacía mas compleja la formulación de postulados para el mantenimiento de una amplia libertad de prensa» (Faraone, La prensa 14). En consecuencia, la propuesta de Faraone estimulaba interrogantes sobre el rumbo que debía seguir la prensa uruguaya a la luz de los caminos recorridos en Gran Bretaña y Estados Unidos, es decir, permitía identificar limitantes al ejercicio de la libertad de prensa y reflexionar sobre posibles soluciones.

Este análisis conducía a cuestionamientos no solo sobre el sistema mediático, sino también sobre la democracia. En Estados Unidos, por ejemplo, el informe final de la «Comisión Hutchins» ―como fue conocida― publicado en 1947 y titulado A Free and Responsible Press (Una prensa libre y responsable), propuso un diagnóstico sobre el papel de la libertad de prensa en la democracia y los principios sobre los que se sostenía, así como recomendaciones a seguir. De las múltiples aristas que abordaba, la Comisión entendía que dada las contradicciones que generaba la necesidad de medios de comunicación para la democracia y la inevitable concentración de poder político y económico en ellos, el sistema debía asumir su responsabilidad social sin la intervención del gobierno y con la independencia que garantizaría el mercado (Nerone, 2013). La alternativa ya había sido explorada por los fascismos y los países del bloque soviético.

En definitiva, en un contexto que «preveía la internacionalización de un determinado sistema de prensa occidental [traducción propia]» (Narone 2013), que promovía debates sobre la función social de los medios y sobre el modelo que debían seguir para construir una mejor democracia ―como opuesta al autoritarismo―, el estudio de Faraone sugería una reflexión local sobre el rumbo futuro del sistema de medios y, más aún, de la democracia en el país. La temática formaba parte del horizonte de preocupaciones políticas de fines de los cincuenta a nivel regional. En Argentina, por ejemplo, luego de la caída del peronismo, intelectuales como Jaime Rest se vieron interpelados por el estatuto de las masas, su lugar en el nuevo escenario político y su relación con la radio, el cine o la televisión, lo que motivaba interrogantes sobre los rasgos de la cultura de masas (Zarowsky 2017).

El enfoque asumido a partir de los informes y análisis sobre las relaciones entre prensa y democracia en Estados Unidos y Gran Bretaña, parecía pertinente para un contexto local en el que Faraone diagnosticaba un proceso de transformación de la tradicional prensa partidaria hacia una informativa. Desde su perspectiva, este cambio había sido impulsado por el aumento en la circulación de periódicos y sus innovaciones técnicas, facilitadas por la prosperidad económica de la posguerra. Sus proyecciones se fundaban en algunos cambios en la infraestructura y posibilidades técnicas que habían realizado algunas empresas,[11] pero que no fueron generales en el sector. Además, con o sin estas variaciones el rasgo partidario de la mayoría de la prensa no varió durante los años cincuenta y sesenta.

Más allá del análisis que pueda hacerse de la proyección de Faraone sobre el futuro de la prensa a la luz de lo ocurrido con posteridad, su expectativa no implicaba solamente una modernización empresarial, técnica o de los contenidos de los periódicos. Cómo ha analizado la historiadora Mónica Maronna (2018), el carácter partidario de la prensa se fundaba en la tradicional centralidad del sistema de partidos bajo una dinámica de complementariedad que hacía de la prensa un instrumento de los partidos para intervenir en el espacio público y, al mismo tiempo, el medio aceleraba la modernización de los partidos. Esta relación se proyectaba hacia (y suponía) «un ciudadano activo, partícipe de los asuntos públicos, pero dirigidos adecuadamente desde la prensa» (Maronna, s/n p). En este sentido, la proyección de Faraone sobre el futuro de las publicaciones periódicas y el señalamiento de su carácter partidario como limitante de la libertad de prensa, suponía la expectativa de una transformación del sistema de partidos y una crítica hacia uno de los pilares de la democracia liberal, que ya mostraba signos de resquebrajamiento a finales de los cincuenta.

La relación entre el sistema mediático y el político había trazado continuidades hacia la radio ―a pesar del perfil comercial general que imperó en la radiodifusión―, especialmente si consideramos el objetivo de convencer y «dirigir a las masas» en las radios batllistas -la efímera El Día en 1924 y desde 1936 Ariel- (Maronna 2018). El vínculo entre medios, partidos y masas también permeó la reconfiguración de aquellos políticos opositores al Ejecutivo liderado por el Partido Colorado, que aspiraban a incrementar la captación de votos (Wschebor 2018/2019). El triunfo electoral del Partido Nacional en 1958 ―un año después de la investigación sobre la prensa de Faraone―, gracias a la alianza entre el herrerismo y el movimiento ruralista impulsado por Nardone y alentado desde Radio Rural, podría analizarse como una de las expresiones de este proceso. Otra podría ser el alejamiento de uno de los dirigentes del Partido Socialista, José D´Elia, un cambio que incluyó al propio Faraone, quién desde entonces terminó su fugaz vínculo con la Juventud Socialista del Uruguay (Soria, entrevista 19 de agosto de 2022).

2.2 El tejidode las redesinternacionales

En su investigación sobre la prensa Faraone empleó el método de «análisis de superficie» que «podría decirse que es hacer la radiografía de cada periódico» (Faraone La prensa 22), lo que implicaba clasificar a cada uno en cuatro categorías: publicidad, ilustraciones, títulos y redacción, así como medirlas considerando su espacio en relación al total.[12] La propuesta se basaba en el texto Una semaine dans le monde. Étude comparée de 17 grands quotidiens pendant 7 jours (Una semana en el mundo. Estudio comparativo de 17 grandes diarios durante 7 días), escrito por el investigador, periodista y político de izquierda francés Jacques Kayser y publicado en París por UNESCO en 1953, tres años antes del trabajo de Faraone. Kayser había estudiado diecisiete medios de prensa de diferentes partes del mundo durante una semana, en los que mensuró las referidas cuatro categorías que siguió Faraone, sugiriendo una subclasificación para la sección Redacción que incluía noticias nacionales o extranjeras, económicas, financieras, deportes, entre otras.

Si bien investigaciones semejantes se realizaban en Estados Unidos, la lectura de Faraone de Una semaine dans le monde… y su aspiración a seguir ese enfoque de análisis en Uruguay, es relevante en su itinerario intelectual porque lo llevó a establecer una relación de correspondencia e intercambio de material con Kayser,[13] y con el jurista y funcionario público francés Fernand Terrou.[14] Aunque el tejido inicial de esta red haya aparecido «de esa manera casual» (Soria, 16 de agosto de 2022) según Faraone, la recuperación que hizo de Kayser inscribió su texto sobre la prensa montevideana en continuidad con la producción y formación en comunicación posterior en América Latina. En efecto, los trabajos de Kayser «incidieron en el fortalecimiento de la identidad disciplinar y el desarrollo institucional de los estudios del periodismo en América Latina» (León Duarte 189), especialmente a partir de los cursos que el intelectual francés dictó entre 1962 y 1963 en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL). El Centro, además, tradujo y publicó dos obras de Kayser: El periódico: estudios de morfología, de metodología y de prensa comparada y La prensa diaria y la comunidad europea (León Duarte 189). La búsqueda de CIESPAL por la enseñanza e investigación del periodismo y la comunicación, armonizaron con la propuesta de Kayser y otros investigadores, como Richard B. Nixon, quién también enseñó y publicó en la institución y fue otra referencia para La prensa en Montevideo.

Desde otro punto de vista, la relación que estableció Faraone con Kayser y Terrou se hizo de forma casi paralela a los intentos por crear una asociación internacional para la investigación en comunicación bajo el amparo de la UNESCO. En 1956 se había creado un Comité Provisional ―presidido por Terrou y con Kayser en la secretaría ejecutiva―, que junto a otros investigadores impulsaron la creación de la AIECS. La Asociación quedó constituida en su conferencia de París de 1957, el mismo año en que Faraone llevó adelante su estudio sobre la prensa. Terrou fue nombrado su primer presidente y Kayser su suplente hasta 1959, cuando Nixon lo sucedería al frente de la Asociación.

Los vínculos que Faraone había generado con las máximas autoridades en la AIECS explican la invitación que recibió a adherirse a ella desde su inicio. Su integración en esta red no implicó que asistiera a las conferencias durante los años sesenta y principios de los setenta ―ni siquiera a la realizada en Buenos Aires en 1972 titulada «Comunicación y desarrollo»―, ni su participación activa en los debates iniciales de la Asociación. En definitiva, al principio, su incorporación a la AIECS parece centrarse en vínculos por correspondencia con algunos de sus integrantes, una relación que el autor identificó como clave en su proceso intelectual.

Por otra parte, esta pertenencia institucional tuvo una relevancia simbólica. Según el propio Faraone, «había alguna pequeña credencial para un latinoamericano allá, pero para “vestir la internacionalidad”» (Soria, 19 de agosto de 2022). Es decir: su presencia en la Asociación fortaleció su carácter internacional y, al mismo tiempo, legitimó y reforzó la posición de Faraone como analista de la comunicación dentro de las ciencias sociales. Recordemos, en este sentido, que a través del método de trabajo de Kayser, el «análisis de superficie», Faraone buscó aportar cientificidad a la sociología local y desde ese lugar, pensar los problemas del país. De hecho, en el paratexto de Medios masivos de comunicación de 1969, se subraya la legitimidad de su discurso como investigador de los medios por su trabajo previo sobre la prensa y por su rol fundador de AIECS.

Finalmente, la participación de Faraone en la Asociación generó redes que le permitieron integrarse profesionalmente durante su exilio a Francia desde 1973, luego de ser destituido como docente en Uruguay. Él mismo lo reconoce: «yo creo que la calidad de mi trabajo posterior depende fundamentalmente de eso [de su etapa en Europa], de los vínculos exteriores» (Soria, 16 de mayo de 2022). En este marco, durante los años setenta Faraone participó de las conferencias posteriores de AIECS –por ejemplo, en Leipzig en 1974―, mantuvo su vínculo con el IFP, dictó clases en la Universidad de París VIII y fue profesor invitado en Suecia, Finlandia y Dinamarca.

3 Los medios de comunicaciónentre el capitalismo y el socialismo

Durante los años sesenta, Faraone sumó a su trabajo como profesor de Historia en Secundaria la enseñanza terciaria tanto en el IPA como en la Udelar: allí dictó Historia de las civilizaciones en la Escuela Universitaria de Enfermería y posteriormente fue Profesor Adjunto de Historia Americana I en la Facultad de Humanidades y Ciencias. Como mencionamos en la introducción, durante estos años participó de la elaboración de la Cronología comparada de la historia del Uruguay 1830-1945 y publicó textos sobre la historia del país. Fuera de las instituciones de enseñanza, se integró en el debate público sobre el pasado a través de los medios de comunicación.[15] En este contexto, su estudio sobre la prensa fue excepcional dentro de un conjunto de actividades de enseñanza, investigación y difusión de la historia.

Sin embargo, Faraone se separa de la trayectoria de historiadores como Blanca Paris y Juan Oddone, «dos verdaderos historiadores; yo he sido un diletante de la historia» (Soria, 19 de agosto de 2022). Es posible interpretar esta mirada retrospectiva sobre su propio itinerario intelectual a la luz de su consolidación posterior como un intelectual de la comunicación, un recorrido que se profundizó desde fines de los años sesenta. Su creciente focalización en este campo de estudio se expresó en la publicación de Medios masivos de comunicación de 1969. El texto de difusión era un fascículo de la revista Nuestra Tierra, un proyecto editorial que funcionó entre 1969 y 1970 y que se enmarcaba en un auge de las revistas y del ensayo documentado y riguroso como herramienta privilegiada para reflexionar sobre la realidad nacional. Nuestra Tierra dedicaba cada número semanal al abordaje de una temática ―economía, educación, política, naturaleza― y «si bien no se trató de un emprendimiento universitario, se estructuraba en sectores de la ciencia, cada uno coordinado por un docente universitario de destacada trayectoria» (Secco 182), dentro de los que quedó incluido Faraone.

Por otra parte, el texto Estructura económica y medios de comunicación es la versión taquigráfica de un curso de verano, Información y comunicación social, organizado por la Universidad en 1971 y dirigido a un público especializado, en particular educadores. En un contexto de consolidación institucional y legitimación de la investigación en ciencias sociales,[16] la realización de este curso y su publicación condensaba el creciente interés académico que desde diferentes campos disciplinares generaba el análisis de los medios de comunicación. Junto a Faraone abordaron esta temática en el curso el Doctor en Derecho y Ciencias Sociales Alfredo Errandonea, la maestra y pedagoga Reina Reyes, el filósofo Juan José Fló, el crítico y especialista en cine Luis Elbert y el arquitecto Mariano Arana. En consonancia, el Instituto de Ciencias Sociales ―dirigido por Alfredo M. Errandonea― durante este período buscó delinear proyectos de investigación para el abordaje de los medios, especialmente de la televisión.[17]

Por último, Algunos problemas teóricos de la investigación sobre comunicación en América Latina fue presentado en el seminario «Investigación de la Comunicación en América Latina», que tuvo lugar en Costa Rica, organizado por CIESPAL y la Fundación Friedrich Ebert Stifung (FES) en 1973. El seminario había tenido una edición previa, en 1972, titulada El papel sociopolítico de los medios de comunicación en la sociedad de cambio en América Latina.

3.1 Persistencias y derivacionesen la mirada hacia los medios

En los trabajos de este período Faraone continuó analizando la relación entre la libertad de prensa y el derecho a la información con los sistemas políticos, pero abordados desde un enfoque más amplio que incluyó todos los «medios masivos» ―no solo la prensa periódica― y consideró sus características, funciones, financiación y efectos. En particular, Faraone se detuvo en el análisis de la televisión cuya expansión interpretó como uno de los factores explicativos de las transformaciones en el resto del sistema. Desde este punto de vista, el nuevo medio habría motivado el desplazamiento de los otros, es decir, sería una causal relevante de la disminución de la prensa, la ampliación de los radioescuchas solo en algunas franjas horarias específicas y la mengua de las salas de cine. Sin dudas, la relevancia dada a este medio expresaba un proceso que, durante la última década, había implicado el incremento de aparatos receptores y canales de televisión, el fortalecimiento y concentración empresarial, varias discusiones sobre la normativa hacia la radiodifusión y búsquedas por generar un lenguaje televisivo propio (Soria 2016). En definitiva, el medio se había ido asimilando como parte de la vida cotidiana.

A partir de esta perspectiva ampliada y en el contexto de la Guerra Fría, Faraone analizó los medios en articulación con el sistema de producción, distinguiendo su funcionamiento en los regímenes capitalista y socialista. Para el autor, el sistema en competencia se fundaba en la creciente concentración de la propiedad mediática, en una publicidad engañosa que fomentaba el consumo y en una dinámica sostenida más por la lógica de la oferta y la demanda que por cometidos sociales y colectivos. En consecuencia, concebía a la libertad de información como incompatible con la sociedad competitiva mientras que la libertad de prensa y de información podrían alcanzarse en los sistemas socialistas, donde no había necesidad de publicidad comercial por la ausencia de competencia para alcanzar una mayor audiencia.

El cuestionamiento que Faraone ya había presentado en su trabajo sobre la prensa respecto a la relación entre el sistema mediático y la democracia, derivó ahora en un diagnóstico que identificaba como contradictorio o en tensión este vínculo en el capitalismo. Desde su punto de vista, el aumento del tiraje de la prensa desde los años cincuenta en Uruguay o la mayor presencia de la televisión en los sesenta, suponían una capacidad de compra del público ―estimulada mediante la publicidad― y de ocio que, para Faraone, no era real. De hecho, desde 1968 ―un año antes de la publicación de Medios masivos de comunicación― se aceleró el deterioro de la calidad de vida de los sectores medios y bajos en un contexto de crecimiento inflacionario ―cuya tasa en 1967 alcanzó el 135,9 %―, que el gobierno de Pacheco intentó contener mediante la congelación de precios y salarios sin lograr los resultados esperados (Nahum, et.al. 2011).

Para entender la persistencia de esta tensión entre el sistema de medios y el productivo, Faraone analizó cómo la ideología naturaliza los hechos económicos y «condiciona las formas de pensamiento de los distintos estratos de la sociedad. Es originada por los grupos dominantes» (Faraone Estructura 25) y preserva el statuquo. Desde su enfoque, los medios de comunicación reforzaban la ideología dominante, especialmente a través del entretenimiento. La programación televisiva o las tiras cómicas atraerían la atención del lector que no tenía tiempo o capacidad crítica «para los problemas de compromiso social en el plano económico, en el plano político, en el plano cultural; está entretenido, anestesiado, está bombardeado ideológicamente por los mensajes de los dibujitos, que no son inocuos, que son claramente intencionados» (Faraone Estructura 67). Para Faraone, analizar la ideología en expresiones del entretenimiento con apariencia inofensivas, demandaba atender a los mensajes «latentes» construidos mediante mecanismos de dilución y recuperación, es decir, se diluye la realidad social y se recuperan sus conflictos ―inevitables― como parte del sistema.

Esta búsqueda por articular el problema de la ideología con el estudio de los medios de comunicación, inscribió el trabajo de Faraone en los debates y reflexiones sobre las relaciones entre el estructuralismo y los enfoques marxistas. Así, por ejemplo, un año antes de la clase de Faraone en el curso de verano de la Udelar, Armand Mattelart, Michèle Mattelart y Mabel Piccini, habían publicado el libro Los medios de comunicación de masas. La ideología en la prensa liberal en Chile. Allí los autores retomaron a Roland Barthes para analizar la ideología y los mecanismos de recuperación y dilución en los mensajes latentes y aparentemente banales. Esta propuesta se había nutrido no solo de la trayectoria intelectual de Mattelart y los debates sobre el papel político de la prensa chilena, sino también de un viaje que hizo el intelectual belga a París en 1969 ―donde entró en contacto con la semiología francesa― y de las lecturas que había hecho del argentino Eliseo Verón (Zarowsky 2013), cuyos textos, a su vez, circularon en librerías montevideanas orientadas al público universitario.[18]

Por otra parte, el análisis de Faraone articuló la función de la ideología dominante en los medios de comunicación con su dependencia económica y los cambios de la «estructura clasista de la sociedad norteamericana» (Faraone Estructura 64). De esta forma, la expansión de la televisión en el contexto de la crisis económica en Uruguay debía entenderse en diálogo con los intereses de las empresas norteamericanas por generar mercados para sus remanentes de receptores, lo que llevaba a los canales montevideanos a depender económicamente de ellas. Esta dinámica se extendía también a las empresas locales de exhibición cinematográfica, cuya cartelera se nutría en un alto porcentaje de películas norteamericanas.

La dependencia económica se sostenía en la ideológica que, como mencionamos, permeaban los elementos banales de la cultura y hacía de un personaje como Tarzán «el representante de la superioridad de la raza blanca que ordena a los negros pobrecitos, desgraciados» (Faraone Estructura 67). Para Faraone, estas formas de incidencia de la ideología norteamericana formaban parte de la estrategia de los servicios informativos del gobierno de Estados Unidos, en particular de la United States Information Service (USIS) que operaba también mediante textos difundidos en la prensa, como editoriales o cartas a la redacción (Faraone Estructura 68).

La crítica a la dependencia económica e ideológica con Estados Unidos también formó parte de los debates intelectuales regionales, en especial tras la publicación en 1968 de Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica de Fernando Enrique Cardoso y Enzo Faletto. La preocupación intelectual por esta temática se expresó, por ejemplo, en el ampliamente difundido libro de 1972 Para leer al Pato Donald. Comunicación de masas y colonialismo, donde Armand Mattelart y Ariel Dorfman abordaron los problemas de la dependencia a partir del análisis de los cómics de Disney.

Desde este renovado análisis de la comunicación, Faraone reflexionó sobre caminos y modelos a seguir para la transformación social y del sistema mediático. En este sentido, consideró experiencias alternativas que no se reducían al antagonismo del capitalismo o el socialismo. Por ejemplo, recorrió formas cooperativas de gestión de la prensa como Le Monde en Francia o la sociedad anónima Independiente que editaba el diario uruguayo Época. En esta línea, identificaba también al semanario Marcha como un intento de gestión que, si bien no era cooperativo, buscaba auto sustentarse y no perseguía el lucro. En el curso de verano de 1971 también mencionó la experiencia del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) en Perú. Si bien Alvarado no había expropiado los principales periódicos del país e impulsado su gestión por los trabajadores, como lo hará en 1974, en el momento en que Faraone dictó su clase en la Udelar ya había generado un nuevo marco en la regulación de los medios ―en relación con la libertad de prensa, las responsabilidades empresariales y los derechos de los trabajadores― así como expropiado los diarios Expreso y Extra (Badenes 73).[19]

Aunque el autor admitía que había alentado estas alternativas a principios de los años sesenta, hacia fines de la década y principios de los setenta, las descartaba. Esta posición puede interpretarse en un escenario en el que la viabilidad de la prensa de izquierda estaba profundamente amenazada. En 1967 el diario Época y el semanario socialista El Sol habían sido clausurados y desde entonces, las censuras de forma permanente o temporal a la prensa, radio y televisión fueron constantes. Además, en un contexto de polarización política creciente, la exclusión del reformismo en Faraone se fundaba en que lo percibía como «inocuo», «mientras siga como está el sistema competitivo en la producción general de la sociedad» (Faraone Estructura 37). De aquí que, en 1969 rescatara la experiencia cubana como un camino que evidenciaba la posibilidad de armonizar la transformación social con las garantías necesarias para la libertad de la información ―a diferencia de lo que ocurría en la República Popular China o la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-. Así, el autor proyectó a Cuba como el modelo futuro ante la presente crisis económica y social de Uruguay, expresión de un sistema que estaba llegando a su fin. Ante esta percepción inminente de transformación social radical, Faraone imaginó el rol de los medios de comunicación en un futuro socialista en Uruguay regidos por una mayor racionalización productiva, siguiendo cometidos educativos y posibilitando la emergencia de una producción cinematográfica nacional. Este ejercicio ficcional hacia el futuro puede pensarse como un «mito de transición» siguiendo la propuesta de Claudia Gilman (2012) para el análisis literario, es decir, «como ficción a través de la cual se transmitió simbólicamente la brecha entre la realidad y las expectativas puestas en ella» (151), un elemento que también fue representado en la cinematografía política del período, inclusive la uruguaya (Alvira 2018).

Más allá de esta perspectiva, Faraone no se definió como un militante político durante los años sesenta. Después de su breve vínculo con el Partido Socialista, había colaborado en la conformación de uno de los núcleos de base[20] de la coalición política de izquierda Frente Amplio (FA), que se presentó por primera vez en las elecciones de 1971. Sin embargo, no quiso integrarlo ni se sumó a las filas frenteamplistas como militante. Desde la mirada actual, lo percibe como una «decisión destinada a mantenerme en lo que me interesaba. La política reclama concesiones (…) y yo no estaba dispuesto a ese mecanismo, entendía que me iba a erosionar, me iba a comprometer en el trabajo que quería hacer. No era compatible» (Soria 19 de agosto de 2022).

Sin embargo, sus análisis mostraban una clara búsqueda por aportar a la discusión sobre el rol de los medios de comunicación en los proyectos políticos. De hecho, la pregunta sobre qué lugar tenían en el cambio social estuvo presente en la experiencia peruana, como aludimos previamente, así como en la campaña electoral de 1970 y durante gobierno de Salvador Allende en Chile (Zarowsky 2013). En Uruguay los meses previos a las elecciones de 1971 se caracterizaron por un fuerte despliegue mediático a favor de la reforma constitucional y la reelección de Pacheco que buscó, al mismo tiempo, deslegitimar al FA asociando su proyecto y sus dirigentes al comunismo internacional, consecución de su avanzada regional simbolizada en Fidel Castro y Allende (Broquetas 2021). Por su parte el FA ensayó en estas elecciones su relación con los medios[21] e incluyó el tema en su programa de gobierno. Incluso más allá de los partidos políticos, la izquierda revolucionaria ―por ejemplo, el MLNT― también gestionó diversas formas de relación con el escenario mediático, desde estrategias clandestinas hasta el uso de la violencia hacia las empresas.

3.2 Continuidad de vínculos académicos yparticipación en las redes latinoamericanas

En el proceso de elaboración de esta perspectiva teórica, los discursos de Faraone mostraban la convivencia de los vínculos construidos como parte de AIECS con intercambios y encuentros con pensadores latinoamericanos. Sin embargo, las referencias textuales a estas redes intelectuales no fueron explicitadas de igual forma en las publicaciones del período. Desde este punto de vista, el texto Medios masivos de comunicación de 1969 se diferencia de los producidos en los tempranos setenta. Como mencionamos en el apartado anterior, Faraone ya presentaba en él una mirada crítica del rol de los medios en las sociedades capitalistas y un reconocimiento hacia su función en las sociedades socialistas, especialmente la cubana. No obstante, persistían en este texto referencias bibliográficas y recomendaciones de lecturas de autores norteamericanos y europeos, en particular, de integrantes de AIECS. Por ejemplo, se sugería la lectura del Bulletin publicado por la Asociación o del Journalism Quarterly de la Universidad de Minnesota, que hasta mediados de los sesenta era editado por Nixon, presidente de la AIECS entre 1959 y 1964.

Por supuesto, esto no significaba que los debates y perspectivas de la Asociación fueran los mismos que a finales de los años cincuenta, cuando recién estaba conformándose. No solo por los cambios institucionales y temáticos que tuvo en sus líneas de investigación ―por ejemplo, acompañaron el interés pujante hacia la televisión―, sino también porque estuvo permeada por las tensiones de la Guerra Fría que habían calado en el campo de las ciencias sociales. Aunque la Asociación «fue fundada en suelo ecuménico cruzando las brechas Este-Oeste y Norte-Sur» (Hamelink y Nordenstreng s/no p) y nucleó académicos de ambos bloques ―incluso en posiciones de liderazgo―, atravesó tensiones y disputas internas por la legitimación e influencia política y académica.[22] Faraone conocía estos conflictos, aunque no estaba directamente involucrado en ellos. En una exposición en 2017 en el 60º Congreso de la AIECS, recordaba:

Los científicos occidentales, en principio críticos hacia la concentración cuasi monopolista de los grandes medios (motivada por el sistema productivo competitivo); y los científicos del campo del este, en principio críticos respecto a la uniformidad ideológica auspiciada por los regímenes llamados socialistas, todos, tenían que atender simultáneamente dos conflictos: los domésticos (desde obtener los financiamientos necesarios hasta la legitimación mínima de esa actividad internacional, que era considerada heterodoxa por cada uno de los dos bandos) y los específicos: elaborar conocimientos de valor científico intercambiables internacionalmente (Faraone Exposición s/nº p).

La referencia hacia el enfoque crítico de los investigadores occidentales daba cuenta de otros cambios que tuvo la Asociación durante los años sesenta y principio de los setenta: la diversificación de «la orientación científica y política de la investigación en comunicación» (Hamelink y Nordenstreng s/no p), con el impulso de académicos desde la economía política de la comunicación como el canadiense Dallas Smythe o el estadounidense Herbert Schiller. De hecho, Faraone reconoce a estos intelectuales como sus «maestros» (Soria 19 de agosto de 2022). Con todo, no hay referencia directa a ellos en los textos de este período por lo que resulta problemático dilucidar la forma en que estas lecturas dialogaron con los intercambios que Faraone tenía con pensadores de América Latina y el lugar que tuvieron en sus desplazamientos teóricos y metodológicos.

Sin dudas, el entramado de estas redes de intelectuales de la comunicación, tenían puntos de contacto que se expresaron, por ejemplo, en el espacio de estímulo que significó la AIECS para el encuentro de latinoamericanos desde los años setenta. De hecho, a partir de su XII Asamblea General y Conferencia celebrada en 1980 ―a instancias de Antonio Pasquali―, los investigadores latinoamericanos comenzaron a pensar en crear una asociación propia, lo que dará lugar a la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) (Sánchez Narvarte 2022).

A pesar de este proceso posterior, la recomendación a autores norteamericanos en el texto de Faraone de 1969 se inscribía en un contexto de disputa sobre los referentes teóricos en los discursos sobre la comunicación en América Latina. Por ejemplo, mientras Faraone recomendaba las lecturas de Nixon o Wilbur Schramm ―que habían enseñado en CIESPAL y cuyos trabajos fueron publicados por la institución―, el periodista Marcos Gabay criticaba en 1965 que «Estados Unidos controla desde la cátedra estos intentos de perfeccionamiento profesional en América Latina» (Gabay 14), en referencia a los cursos dictados en CIESPAL ese año. La crítica, subrayada en este caso respecto a la procedencia de los docentes de CIESPAL, formaba parte de discusiones más amplias sobre los enfoques metodológicos y la financiación que ligaban a las investigaciones locales con los intereses norteamericanos, como ha analizado Markarian (2020).

En los textos de 1973 Faraone se hizo eco de estos debates, analizando cómo los modelos productivos y sus sistemas ideológicos condicionaban la investigación en ciencias sociales (Faraone 2022). Proponía una crítica a la tradición funcionalista que «ha inundado el mercado intelectual, a raíz del sustento material de los centros de investigación de los países altamente desarrollados» (Faraone Estructura 70). Faraone criticaba ahora el análisis morfológico que él mismo había empleado en el estudio sobre la prensa porque ponía el foco en los mensajes explícitos, superficiales, sin identificar el funcionamiento ideológico en los mensajes latentes. A diferencia de este acercamiento, la semiología estructural «aportaba un primer marco de precisiones en la definición de objetos y métodos para un campo de estudios emergentes y […], por otro lado, permitía elaborar principios epistemológicos y metodológicos alternativos al empirismo de la sociología de los medios norteamericana» (Zarowsky De laboratorio chileno 71).

Por otra parte, en las publicaciones y exposiciones de Faraone a principios de los setenta las referencias o citas a autores latinoamericanos son casi inexistentes. Esto podría explicarse porque los textos que muestran una perspectiva teórica y metodológica en sintonía con los debates de la región ―como comentamos en el apartado anterior― estaban ligados a intercambios orales antes que escritos: Algunos problemas teóricos… era una ponencia mientras que Estructura económica…, plasma la versión taquigráfica de las clases orales y carece de aparato erudito. Además, tampoco fue posible identificar vínculos epistolares con intelectuales de la región, que ayudaran a recuperar las relaciones que Faraone tenía con ellos y las lecturas que hacía de sus trabajos.

Sin embargo, los testimonios sugieren la participación de Faraone en esta red de intelectuales de la comunicación latinoamericanos. El propio autor reconoce a Verón y Mattelart como «referentes fundamentales» de su trabajo (Soria 19 de agosto de 2022) aunque no son claras las formas de ese vínculo ―es decir, si hubo correspondencia, intercambio de materiales o momentos de encuentros-. Asimismo, Mario Kaplún ubicó a Faraone en un encuentro que organizó en Montevideo en 1971 donde también participaron Armand y Michèle Mattelart, el brasileño Hugo Assmann y el argentino Héctor Schmucler (Badenes 2020). El encuentro, que Kaplún llamó Coloquio Latinoamericano sobre Comunicación Popular, podría considerarse «la puntada inicial de una red de intelectuales críticos que intervenían en el campo de la comunicación» (Badenes 169). Muchos de estos actores ―incluyendo a Faraone― se encontraron en los seminarios promovidos por CIESPAL y FES en Costa Rica en 1972 y 1973 donde, como ya mencionamos, Faraone presentó la ponencia Algunos problemas teóricos… Finalmente, los testimonios de algunos protagonistas del período trazan una continuidad entre estos encuentros y la conformación de la revista Comunicación y cultura dirigida por Mattelart, Assmann y Schmucler, que incluyó a Faraone en su consejo editorial inicial de 1973.

4 Reflexiones finales

El artículo presentó un recorrido por los discursos de Faraone en torno a la comunicación, a partir de su itinerario intelectual, en articulación con las redes que integró y en diálogo con el contexto político e intelectual de los años cincuenta y sesenta. El trabajo marcó la continuidad de dos grandes problemas de estudio ―la libertad de prensa y de información y la función social de los medios en los sistemas políticos―, para utilizarlos como hilos conductores que abran los textos hacia sus vínculos con otras publicaciones y tradiciones de pensamiento. La persistencia de esta temática convivió con un movimiento en el enfoque teórico y metodológico de la investigación de Faraone, en el que se alejó del análisis morfológico y se adscribió a una mirada marxista en articulación con el estructuralismo. Desde este punto de vista, a la pregunta sobre cuál era la responsabilidad de la libertad de prensa y el derecho a la libertad de información para el buen funcionamiento de la democracia, que soslaya en su investigación más temprana, sucedió la constatación de incompatibilidad entre libertad de prensa y capitalismo y la proyección de un rumbo socialista como futuro inmediato.

Estos desplazamientos no significaron una ruptura radical ni un movimiento esquemático. Si bien parece claro que el autor se nutre de debates regionales en torno a la ideología en los medios, su recorrido intelectual también fue enriquecido por pensadores más allá de América Latina, como Smythe o Schiller. El entrecruzamiento de estas lecturas está apenas sugerido en el trabajo y sin dudas se aspira a continuar explorando. De hecho, el artículo se reconoce parcial en su cometido. Por un lado, la reposición de las miradas intelectuales en Uruguay, incluso fuera de la academia, hacia los medios de comunicación y los cruces entre ellas y la política es un tejido que recientemente comienza a hilvanarse. Por otro lado, los espacios de encuentro, contactos epistolares de Faraone así como la circulación de revistas y obras a las que accedió, están apenas sugeridas en este trabajo y sin dudas, marcan el rumbo de investigaciones futuras. ◊

5. Obras citadas

5.1 Fuentes

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Faraone, Roque, «Exposición de Roque Faraone en la clausura del 60º Congreso de la AIERI», 2017. Disponible en: https://roquefaraone.blogspot.com/2017/11/

Faraone, Roque, «Estructura económica y medios de comunicación». Información y comunicación social. Arana, Mariano, et.al. Montevideo: Udelar, 1973.

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Faraone, Roque, La prensa en Montevideo. (Estudio sobre algunas de sus características). Montevideo: Biblioteca de publicaciones oficiales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Udelar, 1960, https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/5613

Faraone, Roque, «Prensa, educación y cultura», Marcha, 26 de diciembre de 1959, 6.

Gabay, Marcos, «Cursos de Ciespal: «Son de interés»», Marcha, 29 octubre 1965, 14.

Soria, Florencia, Entrevista a Roque Faraone, 19 de agosto de 2022 [inédita].

Soria, Florencia, Entrevista a Roque Faraone, 16 de mayo de 2022 [inédita]

5.2 Bibliografía

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Broquetas, Magdalena (coord.), Historia visual del anticomunismo en Uruguay (1947-1985). Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UdelaR, 2021, https://www.fhuce.edu.uy/images/comunicacion/publicaciones/Historia_visual_del_anticomunismo_en_Uruguay_-_final.pdf

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Zarowsky, Mariano, De laboratorio chileno a la comunicación mundo: un itinerario intelectual de Armand Mattelart. Buenos Aires: Biblos, 2013.

Notas

[1] Una versión de este artículo fue presentada en las Sextas Jornadas de Investigación del Archivo General de la Universidad de la República realizadas el 17 y 18 de octubre de 2022 en Montevideo con el título «Trayectoria, redes intelectuales y discursos sobre comunicación de Roque Faraone durante los años cincuenta y sesenta». Ambos textos forman parte de un incipiente proyecto de investigación. Agradezco los aportes recibidos en ese encuentro académico, las generosas orientaciones de Mónica Maronna y Vania Markarian así como los comentarios de los evaluadores de la revista que ayudaron a mejorar el texto e iluminar el trabajo futuro.
[2] En el contexto local, la mirada de académicos, críticos, escritores y autoridades sobre esta temática en los años sesenta ha sido abordada por Gabriel Peluffo (2018) y Lucía Secco (2021). En particular, el trabajo de Secco se focalizó en la mirada de los intelectuales hacia la televisión y generó aportes novedosos respecto a los proyectos e investigaciones académicas hacia los medios desde la Universidad de la República (Udelar) en los sesenta. No obstante, y exceptuando trabajos sobre Mario Kaplún (Silva 2011), las trayectorias biográficas, producciones y recorridos intelectuales de otros pensadores en el país han sido menos explorados.
[3] Ejemplo de este trabajo fue su participación, junto a los historiadores Blanca París de Oddone y Juan Antonio Oddone, en la monumental Cronología comparada de la historia del Uruguay 1830-1945 editada en 1966. Nutrido de ese proceso de investigación, Faraone publicó también un recorrido por la historia del país y su actualidad titulado El Uruguay en que vivimos 1900-1965 en 1965 y reeditado y actualizado tres veces. Por último, su interés por la historia económica se manifestó en trabajos como Orígenes de algunos grandes problemas económicos del Uruguay de hoy, publicado por el Equipo Editor de la ciudad de Mercedes en 1968.
[4] Faraone también publicó en 1970 el texto Libertad de Prensa y Derecho a la Libre información en las sociedades capitalistas y en las sociedades socialistas pero no fue posible acceder al material.
[5] A modo ilustrativo puede mencionarse que el diario El Día ―fundado por el ex presidente José Batlle y Ordóñez― y Acción ―dirigido por el también ex presidente Luis Batlle Berres― expusieron discursos batllistas dentro del Partido Colorado, aunque discrepantes entre sí. Ambos se alejaban de La Mañana ―fundado por los políticos colorados Héctor R. Gómez y Pedro Manini Ríos– representante del riverismo―sector oponente al batllismo― y del movimiento ruralista, sobre el que volveremos más adelante. Muchas veces, la función político-partidaria de los periódicos quedó subsumida a su viabilidad económica. El Debate, por ejemplo, exponente de la fracción herrerista del Partido Nacional ―sector conservador liderado por Luis Alberto de Herrera― demandó la recurrente inyección de fondos personales (Jacob 2000).
[6] En 1934 el Círculo de Periodistas de la Ciudad de La Plata en Argentina impulsó la Escuela Argentina de Periodismo y en 1935 se creó una cátedra para el estudio del periodismo en la Universidad Federal de Río, seguida por otras escuelas o instituciones en Cuba (1942), México (1943), Perú y Ecuador (1945), Venezuela y Brasil (1947).
[7] Por un análisis detallado sobre la historiografía de la prensa ver: González Demuro (2013).
[8] Como señala la historiadora Vania Markarian (2020), los estudios sobre la sociedad y las humanidades se realizaban en algunos servicios universitarios―como el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración (desde 1949), la Facultad de Humanidades y Ciencias (desde 1945) o la Cátedra de Sociología de la Facultad de Arquitectura (a partir de 1958)―, en centros privados dedicados a la investigación en ciencias sociales ―como Equipos del Bien Común de 1947 y el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH) de 1957― y espacios de formación docente como el Instituto de Profesores Artigas (IPA).
[9] En las elecciones de 1958 obtuvo la victoria electoral el Partido Nacional, luego de casi una centuria de ejecutivos colorados. El triunfo se nutrió del aporte de la alianza herrero-ruralista que surgió del vínculo entre el Herrerismo y el ruralismo, un grupo originado en el gremio de la Liga Federal de Acción Ruralista y liderado por Benito Nardone. El colegiado blanco (1959-1963) ―presidido por el Consejo Nacional de Gobierno e integrado por nueve miembros electos cada cuatro años― se alejó del tradicional proteccionismo y dirigismo estatal y optó por una orientación liberal expresada, por ejemplo, en la Ley de Reforma Cambiaria y Monetaria de 1959.
[10] Por ejemplo, el Instituto Internacional de Prensa (IIP) desde 1951 o el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) fundado en Ecuador en 1959.
[11] Por ejemplo, El País se trasladó a una sede más amplia y adaptada a innovaciones tecnológicas que lo llevaron a aumentar el número de impresión de ejemplares e incorporar el color (Álvarez Ferretjans 2008).
[12] El análisis de superficie se cruzó con otras herramientas como la comparación de las noticias internacionales con medios de prensa extranjeros publicados la misma semana de análisis y con los despachos de las agencias de noticias internacionales que operaban en Montevideo.
[13] Estos vínculos de correspondencia son señalados en La prensa en Montevideo y fueron confirmados en los encuentros con Faraone. Sin embargo, no fue posible localizar y acceder a las fuentes escritas.
[14] Terrou fundó la revista Les Études de Presse en 1946 y luego fue presidente de la Asociación Francesa de Ciencias de la Comunicación. Además, dirigió el Instituto Francés de la Prensa (IFP), un espacio que inicialmente articulaba a periodistas, empresarios y académicos, pero que progresivamente fortaleció su interés por la investigación hacia los medios de comunicación.
[15] Por ejemplo, en 1968 fue invitado a participar del programa televisivo Las dos campanas, dirigido por Mario Kaplún y emitido por Canal 10. El objetivo de la emisión era promover un debate entre Faraone y el profesor de historia José María Traibel sobre José Artigas y su vigencia, pero no llegó a realizarse por la censura mediática.
[16] Ilustra este proceso la creación de la Licenciatura en Sociología también en 1971.
[17] Para un análisis detallado de estas experiencias ver: Secco 36-46. A su vez, la Universidad buscaba tener una incidencia directa en el escenario mediático, como quedó de manifiesto en sus persistentes intentos por obtener la adjudicación de un canal televisivo propio (Secco 2021).
[18] Especialmente a través de la circulación en Montevideo del libro de Oscar Masotta y otros titulado Happenings o de la revista LENGUAjes (Peluffo 2018).
[19] La referencia a la experiencia peruana en Faraone aporta al rescate y revisiones actuales sobre las formas en que este caso impactó en los intelectuales y proyectos políticos del período (Badenes 2020). Por ejemplo, Badenes (2020) analizó su relevancia en los análisis de la revista Comunicación y cultura, sobre la que volveremos más adelante.
[20] Estos núcleos o «comités» eran espacios de articulación para promover la movilización en torno a un proyecto común. Faraone colaboró en el diálogo entre el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Comunista y el Socialista para crear el comité de base del barrio montevideano Punta Carretas (Soria 19 de agosto de 2022).
[21] Por ejemplo, a través de realizaciones audiovisuales como Orientales al Frente (Ferrruccio Musitelli, 1971). Estas exploraciones no estuvieron exentas de debates internos sobre cómo representar a la coalición de izquierda y sus puntos de contacto con el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLNT), como evidenció el alejamiento del FA respecto a La bandera que levantamos (Cinemateca del Tercer Mundo, 1971) (Alvira 2018).
[22] Por ejemplo, Meyen (2014) ha mostrado que desde mediados de los años sesenta, los países de Europa del Este y particularmente la República Democrática Alemana buscaron influenciar políticamente la propuesta académica de la Asociación.
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